Las consecuencias económicas del incendio de Matanzas

Elías Amor Bravo economista

Todo comenzó el viernes por la tarde, alrededor de las 7, y el suceso fue trasmitido en tiempo real por los móviles de ciudadanos que, de forma inmediata, contactaron con la prensa independiente de la Isla que ha jugado, una vez más, un papel mucho más relevante en la información del suceso que la estatal, con menor capacidad de reacción y buscando siempre el enfoque controlado de la noticia.

El origen del incendio, según fuentes oficiales, se produjo cuando un rayo impactó sobre uno de los depósitos de la base de super tanqueros situada en un polígono industrial cerca de Matanzas, y a tan solo 100 kilómetros de distancia de La Habana. Según la prensa estatal,  un fallo en el sistema de pararrayos no pudo soportar la energía de la descarga eléctrica, provocando el incendio.

De acuerdo con informaciones de Cupet, la empresa estatal que gestiona los super tanqueros, el primer depósito contenía 26.000 metros cúbicos de crudo nacional, y se encontraba a un 50% de su capacidad máxima, cuando tuvo lugar el impacto del rayo. El segundo tanque tenía el doble, alrededor de 52.000 metros cúbicos de fuel oil. Los dos tanques abastecen la termoeléctrica Antonio Guiteras, la mayor de Cuba, pero el bombeo hacia esa planta no se ha detenido, según fuentes oficiales.

Los esfuerzos iniciales de bomberos, ejército y protección civil sirvieron de poco. Una cierta sensación de impotencia y fracaso empezó a extenderse como la pólvora. A las 5.00 horas del sábado el incendio se extendió a un segundo depósito. Y como la situación no iba a mejor, el domingo explotó el tercero.

El primer incendio provocó un muerto, de acuerdo con informaciones de la prensa oficial local. Conforme el fuego iba creciendo de magnitud, sin contención, se supo que al menos 17 desaparecidos y unos 2.000 habitantes de la zona cercana habían sido evacuados.

Cuando tuvo lugar la segunda deflagración, se informó por la presidencia de la República en Twitter que el número de heridos había ascendido a 121, incluidos 5 en estado crítico, otros 3 muy graves y 28 con lesiones más leves. También se informó de los 17 desaparecidos, la mayoría bomberos que estaban en la zona más cercana al incendio. Fue entonces el momento, en que se dio a conocer que entre los heridos se encontraba el ministro de Energía y Minas, Liván Arronte, que el régimen comunista de Cuba solicitó ayuda y asesoramiento a países amigos con experiencia en materia petrolera.

La primera reacción llegó de México, cuando López Obrador daba a conocer el envío de un contingente de personal de la petrolera estatal Pemex, de la Marina, del Ejército y de la Fuerza Aérea, expertos en controlar incendios. Los ofrecimientos también se produjeron en Venezuela, Argentina, Rusia, Nicaragua o Chile. Díaz Canel reaccionó casi de forma inmediata, “expresamos profunda gratitud a los gobiernos de estos países que con prontitud han ofrecido ayuda material solidaria ante esta compleja situación”.

Pero había que agradecer a alguien especial su ofrecimiento de ayuda. Díaz Canel no tuvo reparo y ofreció, en el mismo mensaje de Twitter, su agradecimiento a Estados Unidos por su oferta de asesoría técnica en este tipo de desastres. El vicecanciller Fernández de Cossío fue incluso más lejos, y en otro comunicado dijo que la propuesta estadounidense “ya está en manos de los especialistas para la debida coordinación”. Fue el momento en que las autoridades empezaron a anunciar que la extinción del incendio podría extenderse en el tiempo más de lo previsto.

No obstante, surgen algunas dudas.

Primera duda, ¿Cómo y por qué falló el sistema de pararrayos de los tanques? ¿Qué protocolo se siguió para la extinción de incendios de esta magnitud y cuáles fueron los medios utilizados en un primer momento?

Segunda, los primeros esfuerzos se centraron en que varios helicópteros empezaran a verter agua de mar en tareas de extinción, pero esta tarea se detuvo en la tarde por el aumento de las llamas. ¿Fue correcto el uso de agua del mar para la extinción de un incendio en los super tanqueros llenos de derivados de petróleo? 

Tercera, ¿Qué influencia tendrá en la actual situación de crisis de generación eléctrica en el país provocada por la obsolescencia general de las ocho plantas termoeléctricas, incluidas las roturas, mantenimientos programados y la falta de combustible sobre la generación eléctrica este incendio de Matanzas?

No parece que este escenario vaya a dejar paralizado el país, pero no deja de ser curioso, que en medio de la devastación, a Díaz-Canel no se le ocurra otra cosa que solicitar una inmediata evaluación del impacto medioambiental que pueda provocar la columna de humo que emite el incendio. Si realmente fuera grave, ya tarda en reaccionar, porque 72 horas de exposición a los gases es tiempo más que suficiente para que tenga lugar el daño. Y ha insistido en la importancia de trabajar en la evacuación de todo el combustible posible. No está Cuba para andar perdiendo ni una gota de petróleo.

Es esa columna de humo, bien visible no solo desde la distancia, sino en todos los informativos internacionales, dando la vuelta al mundo, lo que puede acabar por alejar el turismo de Cuba este verano, asestando un duro golpe a las expectativas del régimen de recaudar divisas, para lo que dispusieron las medidas cambiarias del 4 de agosto. Al turista no le gusta la contaminación y mucho menos pensar que va a estar amenazado por una columna de gases posiblemente dañinos.

Hay quienes creen que todo lo que sucede está relacionado entre si y, al margen de fenómenos atmosféricos inusuales, es consecuencia de la incapacidad del régimen para salir del círculo vicioso del modelo económico y social comunista: apagones, explosiones, incendio, caída del turismo, menos ingresos, debacle económica, protestas sociales. De momento, tienen en el incendio de Matanzas un instrumento para cambiar el foco y que no se hable del creciente malestar ciudadano, pero continuarán. Es solo cuestión de tiempo.


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