Críticas a la Aduana y libertad económica
Elías Amor Bravo, economista
Llevo algún tiempo esperando que las cosas cambien. Y aunque lo hacen de
forma tímida, siempre es bueno leer en Granma, opiniones y valoraciones más
próximas a la racionalidad económica que al numantismo castrista, que ha
convertido la economía cubana en un auténtico caos durante los últimos 55 años.
Me refiero a un artículo publicado hoy en Granma, por Karina Marrón, titulado “Los
retos de la Aduana”.
No cabe duda que para los cubanos de las tres últimas generaciones, las “aduanas”
han sido un trauma. Cuando yo salí al exilio con mi familia en los años 60, los
“aduaneros” hacían de las suyas en los últimos registros aeroportuarios, y no
solo se apropiaban violentamente de las escasas pertenencias que los ciudadanos llevaban
consigo tras los fatídicos inventarios, sino que se produjeron numerosos actos vejatorios, que han sido denunciados en
numerosas ocasiones. Desde entonces, la “aduana castrista”, de la mano del
Minint y los órganos represores del régimen, ha hecho de las suyas.
Las últimas medidas de la Aduana castrista, contenidas en las
resoluciones 206 a 208 y 300 del Ministerio de Finanzas y Precios, han causado
un gran malestar en la población. Y no es extraño. Con estas medidas, el
régimen vuelve a frenar cualquier proceso de mejora de las condiciones de vida
de la población a corto plazo, limitando la entrada de bienes y productos que
eran intercambiados en la economía nacional. Como algunos estudios han mostrado
recientemente, el valor de los bienes que accedían a Cuba por las Aduanas
trasladados directamente por viajeros, empezaba a alcanzar las cifras
monetarias de las remesas.
La razón. Muy bien descrita en el artículo de Karina. Y cito textualmente
“El negocio de la importación de artículos con fines comerciales ha
prosperado, entre otros factores porque, como se ha dicho más de una vez, las
mercancías que ofertan las tiendas recaudadoras de divisas no siempre
satisfacen los gustos y la demanda de la población. Al mismo tiempo,
determinados renglones que se expenden en estas unidades se ven afectados por
momentos debido a recortes productivos en la industria o las importaciones,
motivados por la falta de liquidez, y la escasez o llegada tardía de las
materias primas, etc.
Además, aunque se conoce que la finalidad de estas tiendas —como su nombre
lo indica— es la recaudación de divisas y el exceso de circulante, no se puede
desconocer que los precios de los productos son elevados. Por otro lado, no
existe aún un mercado mayorista que supla las necesidades de los sectores
emergentes de la economía.
Todos estos son elementos que forman parte del caldo de cultivo en el cual
ha encontrado espacio la comercialización ilícita de numerosos artículos sin
que medien autorizaciones o tributos”.
Diagnóstico acertado. Ya iba siendo hora. Detrás de este análisis hay una
clara defensa de la libertad económica, la eficiencia y el progreso, la libre elección por los ciudadanos de aquellos bienes y servicios que desean consumir sin trabas racionadoras o control político alguno, por mucho
que se cite a la “actualización” de Raúl Castro, que acabará siendo una marca
paraguas para el proceso de liberalización en que debe entrar plenamente la
economía cubana.
Que periodistas como Karina observen en la libertad económica la salida del
túnel de la oscuridad, es para felicitarse. Conforme los 475.000 cuenta
propistas progresen, harán llegar opiniones alternativas a la hegemonía comunista
que domina la Isla durante medio siglo, y esas propuestas son necesarias para
que avance la libertad política.
Las recomendaciones de Karina a las actuaciones de la Aduana, son de
manual. Y tienen su valor en un régimen como el castrista, donde la mezcla de
intereses políticos y de control es muy difícil de perfilar. Exigencia de mayor profesionalismo, y cito
textualmente, “una cosa es hacer cumplir lo establecido con cortesía y otra muy
diferente la prepotencia, el abuso o el maltrato que en ocasiones refieren los
viajeros”. Me encanta.
Pero es que hay más. La periodista denuncia, los sobornos que tienen origen
en el poder de las Aduanas, al que califica de “poder muy especial; uno que con
solo mirar hacia un lado puede definir quién entra o no más de lo que está
estipulado, por no hablar de los sobornos que, sin ruborizarnos, debemos
aceptar que existen y han de combatirse con fuerza en aras de la credibilidad
de las medidas”.
Todas recomendaciones impecables, al señalar que “la Aduana tendrá que
encontrar el cómo para que el cumplimiento de lo establecido no entorpezca el
tránsito por terminales aéreas, y evitar al máximo incomodar a los pasajeros
con revisiones o requisas que a todas luces no evidencien que hay una
contravención de lo legislado”.
Para concluir señalando que “no serán las prohibiciones las que pongan fin
al problema, sino el avance de manera integral del proceso de actualización del
modelo económico, que ha de permitir la combinación que cerque las ilegalidades
y a la vez ofrezca multiplicidad de opciones al alcance de todos, con calidad y
dentro de lo legal”.
Yo no podría haber escrito mejor. La actualización del
modelo económico, para la que existen no pocas expectativas, supone libertad
económica y superar el verdadero embargo que atenaza a la economía castrista,
la ausencia de derechos de propiedad y la planificación centralizada. Que
periodistas en Granma vayan avanzando estas ideas, es una magnífica noticia. Felicidades Karina.
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