A vueltas con las decisiones erróneas en política económica castrista: la unificación de precios en diplotiendas, ¿quién pierde, quién gana?
Elías Amor Bravo, Economista
Poco a poco siguen llegando noticias sobre las
decisiones económicas adoptadas por el régimen castrista que, en absoluto, se
pueden calificar como acertadas, sino que más bien, parecen diseñadas para
evitar ese proceso de cambios a los que continuamente se refiere Raúl Castro.
En estos términos cabe valorar la decisión por el
Ministerio de Finanzas y Precios de aprobar una “lista de precios únicos para
más de cien productos” de las "tiendas de recaudación de divisas",
entre ellos el pollo y el detergente, reportó la agencia oficial AIN.
Tal vez habría que explicar por qué unos determinados
productos y no todos. Esta es una cuestión que escapa de este análisis. Las
consecuencias pueden ser, incluso, peores.
La unificación de precios incluye una serie productos
alimenticios seleccionados, como aceite, yogur, pollo y picadillo, entre otros,
así como de aseo, tales como jabones de lavar, detergentes y frazadas de piso,
informó este lunes el semanario oficial Trabajadores, que forman parte
de la modesta cesta de consumo de los cubanos. Además, se encuentran lo que se
califica como "surtidos de importancia económica", como cigarros,
bombillos ahorradores y radios multifuentes. Por tanto, las autoridades han
buscado identificar el conjunto de bienes de cierta necesidad, con una notable
incidencia en los niveles de renta y de gasto de las familias.
La existencia de varias unidades monetarias en
circulación en la Isla está generando no pocos problemas de ajuste en la
economía. Las autoridades permanecen impasibles ante esta situación que supone
una permanente división de clases económicas en función del acceso a las
monedas más fuertes, de modo que los cubanos que tienen acceso a CUC o divisas
para ser cambiadas, pueden acceder a los productos y servicios que hasta la
fecha se vendían en las denominadas diplotiendas. En cambio, quienes sólo
reciben sus retribuciones en pesos cubanos, la moneda nacional oficial, se ven
privados de dicho acceso, dado el bajo nivel de las retribuciones. En efecto,
mientras que 100 euros al mes enviados desde España o Italia suponen un poder
de compra para la familia, el sueldo medio de un cubano, 16 euros al mes,
permite muy pocas oportunidades de gasto.
Los cubanos, por desgracia, se han acostumbrado a
pensar en términos de esa dualidad, incluso triplicidad de monedas con las que
se realiza todo tipo de transacciones, y ello en absoluto contribuye a dar
transparencia a las escasas decisiones de los agentes económicos, y mucho
menos, a dar valor de análisis comparativo a las retribuciones salariales.
Además, el valor relativo de las distintas monedas, y los precios de los
bienes, cambia en función del acceso a las mismas, como se ha señalado.
La unificación, que no es el resultado de la dinámica
del mercado, sino de una decisión administrativa, puede traer consecuencias
peores con respecto a la situación actual. Inés Argüelles Gutiérrez, directora
general de precios del Ministerio de Finanzas y Precios, señaló que "con
la unificación puede ocurrir que un producto aparezca con un precio inferior al
que tenía en una determinada cadena, pero igual o superior al que se expendía
en otra".
El caso es que, hasta ahora, los precios de
determinados bienes experimentaban fuertes oscilaciones en los establecimientos
comerciales. Por ejemplo, el kilogramo de pechuga de pollo, tiene precios que
oscilan entre 4.50 y 6.50 CUC entre los distintos establecimientos. Una
variación cercana al 45% que pone de manifiesto los graves desequilibrios y
desajustes que existen en la economía castrista. Tras la decisión administrativa de unificar
el precio, este queda en 4.50 CUC para todas las entidades.
No está muy claro por qué este criterio de unificación,
y no otro cualquiera de los muchos posibles, como tampoco se puede prever qué
consecuencias puede tener para los establecimientos que vendían a los precios
más altos, la obligación de vender al nivel más bajo del intervalo. Bueno, de
eso saben mucho en el castrismo. Cuando el mercado no asigna los recursos y los
precios se fijan por medio de este tipo de decisiones, racionamiento, escasez y
carestía están a la vista, con lo que ahora el ciclo del comercio tradicional
se traslada a la actividad de las diplotiendas, donde los márgenes se van a ver
notablemente resentidos como consecuencia de estos cambios.
Dicen que detrás de esta decisión se encuentran las
“presiones sociales” y las “reiteradas insatisfacciones de la población”, y
después de haber realizado una coordinación con los precios de las empresas
encargadas de la comercialización de los alimentos, en Cuba casi todas
estatales, y que confiarán al gobierno la financiación de los déficits en que
van a incurrir como consecuencia de este tipo de prácticas.
Pierden los consumidores, que verán reducir la oferta
y escasear los productos, pierden las empresas distribuidoras que tendrán
pérdidas, ¿quién gana? No es difícil contestar a esta pregunta. Cuando se
analiza la liquidación de los presupuestos de la economía castrista, una
partida de cierta relevancia va dirigida a compensar los diferenciales de
precios de productos importados, para abaratar su consumo. Son productos que en
la economía castrista no se producen, simplemente por la ineficiencia del
sistema o porque no se dispone de base empresarial. ¿A qué esperan?
Tal vez a
que venga alguien y les diga cómo hacerlo.
Lo más alarmante y lo que preocupa si cabe más aún, es
el anuncio de las autoridades de extender esta misma medida no sólo a las
tiendas donde se paga con CUC, sino también a aquellos en los que se compran
los bienes con el peso cubano. Todavía puede ser peor. Ya verán.
Comentarios
Publicar un comentario