El ministro de economía que nunca dijo la verdad (II)

Elías Amor Bravo economista 

Buena parte de la mesa redonda la dedicó Gil a las mipymes, de las que dijo que no hay ninguna detención del proceso o represalia. Otra mentira. Porque si bien es cierto que en estos dos años la cifra de mipymes creadas ha sido importante, las autoridades no han facilitado datos de las que desaparecen, y este indicador es fundamental para evaluar el proceso. El funcionamiento de las mipymes ha estado condicionado por la acción política y sobrevivir ha sido una carrera de obstáculos, que el régimen lejos de facilitar ha complicado de forma continua.

En esa línea, la idea de trasladar las facultades de aprobación de las mipymes a los municipios debe interpretarse como una medida de control, que pone a los actores económicos a disposición de los dirigentes comunistas locales, poco expertos en estas cuestiones y obsesionados con la ideología. La idea de acercar la decisión de la evaluación de esos negocios, que son a pequeña escala, a su vínculo con el desarrollo local, territorial, y con las estrategias de desarrollo municipal, supone que las mipymes van a tener limitaciones para crecer, aumentar su escala y operar a los mínimos costes unitarios, donde se maximizan beneficios. 

La apuesta del régimen es que las mipymes sigan siendo pequeñas y débiles, una medida que aleja a la economía cubana de la economía de empresa libre de mercado y lanza un mensaje muy claro a los que no lo quieran ver. Por mucho que digan que este proceso será gradual, apostar por el mismo es negativo y no va a permitir la consolidación de un sector económico privado fuerte.

En segundo lugar, además del traslado a los municipios de la decisión de aprobar mipymes, Gil anunció la revisión de la lista de actividades no autorizadas para lo que están realizando un "profundo análisis con los organismos y recibir criterios de los gobiernos territoriales". Al respecto dijo que “no va a haber grandes acotaciones, solo se corregirán algunas cuestiones y se harán precisiones. No hay una gran transformación en la lista de actividades no autorizadas”. Que nadie espere gran cosa.

Tercero, Gil dijo que se está trabajando en la creación de un instituto que tendrá como función la atención coherente del sector no estatal de la economía y, después, su vínculo con los organismos de la Administración Central del Estado; el fomento de las políticas, la implementación de determinadas normas. Es decir, por un lado se trasladan competencias a los poderes locales y por otro se crea un órgano burocrático central. ¿En qué quedamos? ¿Qué es este tira y afloja?

Parece que el instituto ejercerá sus funciones sobre todos los actores económicos no estatales, no solo para las mipymes, como las cooperativas no agropecuarias 0 los trabajadores por cuenta propia. Se pretende que el instituto ayude en la conducción de los actores económicos no estatales, sin que haya una intervención directa desde el punto de vista administrativo. Control y control. Más burocracia allí donde no se necesita.

Y algo que se advierte en cuanto se analiza el diseño organizativo y es que el Ministerio de Economía de Gil pierde competencias y se queda al margen de este nuevo diseño bicéfalo de la economía nacional que accede a un terreno inexplorado y crítico, cuyo resultado final es cuanto menos incierto, pero que pretende acentuar el control estatal en la asignación de recursos, de combustible, divisas, balances materiales, con la atención a los actores económicos no estatales, con el plan nacional de desarrollo y con la proyección estratégica del país. Un batiburrillo comunista de difícil digestión.

En este punto, Gil dijo que hay experiencias suficientes en el mundo que se han estudiado para identificar cuál es la mejor manera de atención. Sería deseable que las explicase, porque es difícil encontrar en el mundo experiencias como éstas que se proponen en Cuba. Otra mentira más.

En cuarto lugar, la mesa redonda abordó la cuestión de los subsidios en varias ocasiones, porque el sistema económico es incapaz de prever su mantenimiento en el tiempo. El debate que se plantea es si eliminar el subsidio, o adaptarlo. Ninguna opción tiene todo el apoyo.

Se ha avanzado respecto al pasado al reconocer Gil que los subsidios cuestan. Claro que sí, en el comunismo cubano todo se paga y además a un alto precio por las personas y las entidades económicas que sostienen un estado despilfarrador.  El subsidio para evitar que la población enfrente determinado costo elevado debido a la ineficiencia productiva del sistema, tiene un coste directo en el presupuesto del estado. Alguien lo tiene que pagar. 

Y claro, los comunistas reconocen finalmente que cuando el Estado subsidia, es un coste que recae sobre todos con cargo al presupuesto. Cuando el subsidio lo asume el presupuesto, lo asume el país. Y cuando lo asume el país, toda la ciudadanía lo paga, y ello exige, casi siempre, ampliar el déficit fiscal.

Y aquí viene otra idea a la que han llegado finalmente los comunistas, si se amplía el déficit fiscal y se emite dinero en circulación para poder respaldar ese déficit, se crea inflación que es un impuesto que recae, sobre todo, en las personas de menores recursos económicos y los colectivos más vulnerables. Las injusticias del sistema económico reconocidas por Gil responsable de las mismas. Aquí no cabe referencia alguna al embargo o bloqueo. Es un problema interno que mina las bases del modelo ideado por Fidel Castro al cumplir 65 años. Los subsidios, el déficit y la inflación pueden acabar por derrumbar el modelo.

Se tiene la impresión que la maraña de subsidios a los precios de productos como energía, electricidad, gas, etc. ha enredado a Gil y con el peso de la ideología comunista es incapaz de ver la salida del círculo vicioso. Fue un momento de la mesa redonda en que el ministro se formuló a sí mismo una serie de preguntas que, obviamente, no respondió.

"Primero, si no subimos el precio del combustible, la pregunta es quién lo paga. ¿El presupuesto del Estado? ¿Con qué dinero? ¿Con el propio dinero que estamos recaudando vía impuestos o dejando de poner recursos en otro? ¿Con qué divisa compramos el combustible que vamos a vender después de subsidiado?¿Con la misma divisa que dejamos de dedicar a los alimentos? ¿Con la misma divisa que dejamos de dedicar a los medicamentos?"

Gil estaba refiriendo a la cuestión del diseño presupuestario, pero el problema está en la justificación del presupuesto. No es una cuestión simple de pasar dinero de unas partidas a otras con criterios políticos, sino se eliminar partidas que distorsionan la realidad de oferta y demanda del mercado. Los recursos del pueblo, como dice el ministro, están para otras cosas. Lo que Gil denomina la corrección de determinados precios, que tienen por detrás altos niveles de subsidio, que no solo no son sostenibles para el país, sino que los estamos asumiendo equitativamente entre todos, solo lo puede hacer la economía de mercado, oferta y demanda, y la supresión definitiva de la planificación central.

En quinto lugar, a continuación, Gil abordó la cuestión del ahorro.

Resulta histriónico que en una economía como la cubana se hable del ahorro y de identificar incentivos al ahorro. ¿De qué está hablando Gil cuando salarios y pensiones que son las principales fuentes de renta de los cubanos se encuentran destruidas por la presión de la inflación?

Gil sostiene que en el extranjero, debido a los precios que tiene el gas, la gente tiene que ahorrar obligatoriamente, pero en Cuba las quejas de la población relativas a quienes tienen mayor consumo; incluso, en determinadas actividades económicas del sector no estatal que son altos consumidores de energía, frenan estas medidas de ahorro. ¿Y qué son los apagones, ministro? ¿Y cómo interpretar esas colas kilométricas en las gasolineras? ¿De qué ahorro está hablando el ministro y qué más quiere que los cubanos dejen de consumir? ¿Tal vez que vuelvan a la era de las cavernas?

El ministro quiere que las personas que más energía o combustible consumen, paguen un precio superior e incorporen medidas de ahorro a su sistema de vida. Ahora, si no lo pueden ahorrar, tienen que pagar un costo más elevado. El ministro sabe quienes son esos despilfarradores y solo tiene que mirar las oficinas del estado o los poderes locales, organizaciones, y demás entidades públicas para ver donde se puede ahorrar. Ahí es donde reside el despilfarro, pero vaya usted a pedir autoajuste a la oficina del intendente o a un edificio público.

Y en este punto, sin aportar soluciones prácticas al tema de los subsidios, el ministro abordó, en sexto lugar, la situación del mercado cambiario del que dijo que “es hoy por hoy una de las distorsiones principales que está enfrentando la economía, y no es de diseño”. 

Reconoció lo evidente, que el no había diseñado ese mercado cambiario informal o ilegal que está operando en el país. Por supuesto, afortunadamente, los comunistas no tuvieron nada que ver con un mercado regido por oferta y demanda que funciona de manera eficiente dando solución y atención a las operaciones en divisas de los cubanos, ante la dejación por parte de las entidades del régimen.

El ministro culpó a las mipymes de ser las únicas que tienen productos porque sí pueden importar y vender, tienen flexibilidad para los precios, mientras que la empresa estatal está con las manos amarradas. ¿A qué espera el ministro para soltarlas? La solución está clara y el camino a seguir también. Ha convertido la compra y venta de la divisa en una actividad económica regular. Y entonces, llega la alarma cuando Gil dice que “eso lo tenemos que ordenar”.

Al respecto señala que “entre las medidas planteadas está recuperar la gestión de las divisas por el Estado, porque parte de lo que nos está pasando hoy, el hecho de que hay menos oferta estatal y más oferta del sector privado, es porque el sector privado, de alguna manera, está adquiriendo esas divisas en el mercado informal, el mercado ilegal, y esas divisas no están entrando al sistema financiero nacional. Por lo tanto, las empresas estatales se están quedando prácticamente sin fuentes de asignación de divisas y ya hay divisa que se está moviendo en ese circuito”. 

Conviene recordar al ministro que en su día el sistema de tipo de cambio fijo previsto en la tarea ordenamiento al cambio oficial de 1X24 duró menos de tres meses cuando el Banco Central reconoció su incapacidad para asumir los cambios. ¿Quiere acaso que  vuelva a ocurrir otro tanto? Se le recuerda al ministro que la situación de escasez de divisas es ahora peor que a comienzos de 2021. Cuidado con los experimentos.

Gil reconoce que el Estado en ocasiones no está en condiciones de ser oferente de bienes y servicios como debería ser porque parte de esas divisas se mueven en otro circuito, el informal. Y no es así, si esas divisas no están en el ámbito del estado, es porque este es ineficiente o incapaz, y claro que los dos pueden funcionar, pero lo normal en todos los países es que solo exista un mercado, operado por agentes privados, con las leyes de la oferta y demanda, y regulado, que no intervenido por el estado. Ese modelo en Cuba es posible si el estado comunista reconoce el mercado informal como el que debe operar y dar el servicio. Eso no sería neoliberal, sino eficiente. Hacer bien las cosas.

De modo que la intervención del estado, apuesta de Gil para afrontar las distorsiones, no va a servir para asegurar la sostenibilidad económica del país y una conducción responsable de la economía y de la actividad económica y social que sea efectiva. Gil lo sabe y por ello, cuando dice lo contrario, miente. 

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