Los retos del sindicalismo cubano
Elías Amor Bravo, economista
El secretario general de la Central de
Trabajadores de Cuba, CTS, Ulises Guilarte dijo en Granma que “el movimiento
sindical cubano debe hacerse sentir con mayor fuerza para ayudar a
desencadenar las potencialidades productivas y de eficiencia que
sabemos aún existen en los colectivos laborales”.
No parece que el desencadenamiento de
las potencialidades productivas esté en el ámbito de los objetivos
de organización sindical alguna. En los países democráticos y
libres, en los que el pluralismo es la característica principal de
la sociedad, los sindicatos están para defender a los trabajadores.
Ese es su papel y su función social.
Las declaraciones del dirigente
sindical castrista recuerdan mucho a las que hacían los máximos
representantes del sindicalismo vertical franquista, que en aquella
España de blanco y negro de la dictadura de Franco, planteaban
iniciativas muy similares. Por suerte aquello quedó atrás, muy
lejos en el tiempo, y España cuenta con un moderno sistema de
relaciones laborales equiparable al de los países más avanzados.
La libertad sindical, el pluralismo en
la representación de los intereses de los trabajadores tiene que
luchar por la mejora de los salarios. No es posible que en Cuba se
sigan pagando sueldos medios de 20 o 24 dólares al mes, en el mejor
de los casos. Estos niveles salariales son un auténtico insulto al
papel de las organizaciones sindicales que deberían exigir al
régimen retribuciones dignas que permitieran a las familias cubanas
mejorar sus bajos niveles de consumo y no depender de las regalias y
las canastas normadas del régimen. La CTC tiene mucho que hacer en
este campo, y de buen seguro, no será fácil mejorar la
productividad del trabajo si no se produce una mejora de las
condiciones salariales.
Por otra parte, no se comprende muy
bien lo que pretende decir Guilarte al afirmar que “hay que
reconocer honorablemente que el sindicato tiene que elevar su
protagonismo, convencer y palpitar más; es de esperarse si
pretendemos transformar el escenario laboral del país y llegar a un
estadio superior en todos los frentes de la economía”.
La elevación del protagonismo sindical
es incuestionable. Los sindicatos participan, o deben participar, de
las decisiones de los gobiernos por medio de la creación de un clima
de concertación social democrático, que lleve a iniciativas de
consenso que permitan a las partes conseguir sus objetivos y la
sociedad avanzar. Campos como la formación y cualificación de los
trabajadores, la prevención de riesgos laborales, las normas
recogidas en los convenios colectivos o los mecanismos de
intermediación laboral, entre otros, forman parte del diálogo y la
concertación social. Ese es el verdadero y único sentido del
protagonismo sindical, y lo que justifica su razón de ser. Esa es la
forma que los sindicatos tienen para convencer, promoviendo en
relación con las organizaciones de empresarios, la transformación
del escenario laboral del país, y alcanzar ese “estadio superior”
al que aspira Guilarte.
¿Con qué organizaciones empresariales
va a negociar la CTC en Cuba? ¿Qué tipo de diálogo y concertación
social plantea un régimen político dirigido por un partido que
dice representar a los trabajadores? ¿Cómo es posible que la CTC no
haya levantado su voz contra las agencias de colocación creadas por
el régimen para facilitar empleos en las empresas extranjeras que
inciertan en Cuba? ¿Cómo es posible que un sindicato acepte, no la
dualidad en el mercado laboral, sino una especie de appartheid?
Son muchas las cuestiones que debe
dejar atrás el sindicalismo vertical del régimen castrista. Su
vinculación ideológica al partido que sustenta el sistema político,
lo tiene contra las cuerdas, y le ofrece muy pocas posibilidades de
futuro en una sociedad democrática, libre y plural. En vez de
“racionar” la entrega de banderas de Vanguardia Nacional, Gularte
debería ponerse a pensar en el futuro y a cambiar el discurso y
adoptar una actitud mas reivindicativa contra el patrono único que
existe en la economía castrista: el propio régimen. De no hacerlo,
los resultados que cabe esperar son realmente decepcionantes.
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