Pero, ¿de verdad sirven para algo los "Lineamientos"? El caso de Puerto Boquerón

Un ejemplo más de que los “Lineamientos” no sirven para superar los graves problemas de la economía castrista. No lo digo yo. Lo dice un artículo publicado en Granma, titulado “Reparado, pero sin suficientes mercancías” en el que se analiza la inversión en mejora del Puerto de Boquerón en Guantánamo, y su escaso aprovechamiento por la economía local.

En la economía castrista, incluso disponiendo de infraestructura portuaria, lo que facilitaría el desarrollo del tráfico de cabotaje, la mayor parte de la producción se traslada por carretera, “con gasto elevado de combustible, neumáticos, lubricantes y otros motorrecursos”, cito textualmente a Granma.

En este caso, la gestión del Puerto de Boquerón, como otras muchas infraestructuras de la economía castrista, se aleja de lo establecido por el propio régimen en los “Lineamientos” 270 y 274, aprobados en el Sexto Congreso del Partido.

En ellos se proponía “el aprovechamiento de los medios más eficientes para cada tipo de transporte, en este caso aprovechando las ventajas del cabotaje, y por la elevación de la eficacia de las operaciones marítimo-portuarias, mediante sistemas de trabajo que posibiliten alcanzar ritmos superiores en la manipulación de las mercancías”.

Sin embargo, la situación del Puerto de Boquerón, como se señala en el artículo de Granma, deja mucho que desear.

Y, ¿por qué no funciona este puerto? En el artículo se enumeran algunas causas que están directamente relacionadas con la estructura de la economía creada por los hermanos Castro después de 1959.

Primero, por la falta de patanas con suficiente capacidad de carga, según alega la Empresa de Navegación Caribe, también estatal como la mayor parte de la economía castrista. Como se señala en el artículo, desde el 17 de julio pasado y hasta el 23 de agosto el colectivo no había recibido ningún tipo de embarcación. Magnífico indicador de eficiencia de una economía a la que no le sobran los recursos.

Exceso de capacidad instalada, bajo nivel de utilización de recursos (casi el 70% de los trabajadores del puerto se encuentran “interruptos”), descoordinación, improductividad e ineficacia, cierran el “círculo vicioso” de una economía que se resiste a restituir derechos de propiedad y mercado libre como mecanismo de asignación, y que por motivo de las autoridades, aspira a una “actualización del socialismo”.

No sólo llegan pocas patanas al puerto, sino que la mercancía transportada es escasa, con una importante reducción de los alimentos, o el cemento que serían productos de fácil transporte. Se multiplica así el número de embarcaciones, pero cada vez con menor capacidad de carga, y sin una adecuada organización de los envíos.

Cómo se nota la ausencia de un sector privado de transitarios y consignatarios, pieza fundamental de la actividad portuaria en las economías de mercado. Porque como subrayan los expertos de este sector, lo importante no es contar con barcos que transporten la mercancía, sino con ésta, con productos, bienes fabricados intermedios y de consumo que tengan demanda en el mercado y que la lógica de la demanda exija su traslado a los mercados de consumidores. En la economía castrista, esto es impensable.

¿Qué más da? La despreocupación absoluta por los costes, las necesidades de los consumidores, y la ineficiencia de las decisiones de los planificadores de las empresas estatales, despreocupados hacia la realidad del funcionamiento económico, provocan que en vez del puerto, se recurra al transporte por carretera que, por otra parte, en Cuba, tampoco es un modelo de eficiencia y eleva ostensiblemente los costes. No conviene olvidar que los que gestionan de este modo la economía castrista, no han hecho otra cosa que obedecer y seguir al pie de la letra las consignas recibidas del poder durante más de medio siglo. Cambiar todo esto, no es fácil, si se hace con pequeños apaños de escasa viabilidad, como en los "Lineamientos".

De ese modo, un puerto que en principio reúne condiciones para la actividad, y en el que se ha inmovilizado cuantiosos recursos de inversiones de las que escasea la economía castrista, deja de obtener ingresos y permanece inerte por la incompetencia de los múltiples gestores de propiedades estatales y de empresas, que carecen de cualquier conocimiento básico sobre cómo funciona una economía y cuyas retribuciones tampoco reflejan la recompensa por hacer mejor las cosas.

La llegada de la iniciativa privada a la gestión de los puertos en la Isla podría estimularse por el régimen utilizando un sistema de concertación similar al que se utiliza en otros renglones que se benefician de la actividad empresarial extranjera, como el turismo y la hostelería.

Cuba, por su situación geográfica en América Latina y la proximidad a grandes mercados, posee extraordinarias potencialidades para desarrollar una intensa y competitiva actividad portuaria, tanto para el comercio y transporte interior, como al internacional. Mucho me temo que la visión parcial y asimétrica contenida en los “Lineamientos” de la economía castrista no va a servir de mucho para dar solución a problemas como el expuesto en Puerto Boquerón.

Tomado de: Miscelanea de Cuba

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