¿Billetes de 1.000 CUP?¿Imitando a Estados Unidos?
Elías Amor Bravo, economista
Una nota en la edición de Granma de
hoy anuncia la emisión de nuevos billetes de alta denominación por
importe de 200, 500 y 1.000 pesos cubanos (CUP) el primero de febrero.
Esta medida, iniciativa del Banco
central, con respaldo en la Resolución No. 4 del 15 de enero del
2015 publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria No. 3, pretende
según fuentes oficiales “facilitar las operaciones con CUP que
actualmente se realizan en las tiendas que venden en CUC”.
Una decisión sin duda importante,
sobre la que Granma conversó con Francisco Mayobre Lence y Ariel
Torres Collazo, vicepresidente y director de Emisión y Valores del
BCC, respectivamente, así como con Bárbara Soto Sánchez,
vicepresidenta comercial de CIMEX.
Del contenido de la entrevista se pueden
obtener algunas conclusiones de interés. La que anticipo
al lector es que creo que esta decisión, como otras muchas, es poco
adecuada, va a generar más problemas aún de los que pretende resolver y desde luego, no sirve
para afrontar un proceso de unificación de dos monedas de
configuración e historia tan diferente. Estas son mis razones.
Al parecer, la decisión se adopta
porque durante los últimos meses se ha ido incrementando la
utilización del CUP en las tiendas que venden en CUC, fijando los
precios después de aplicar el tipo de cambio de CADECA. Un tipo de
cambio situado en la actualidad en 1-24, lo que exige la utilizar
gran cantidad de dinero, no solamente por las personas, sino también
los comercios, los transportistas, entre otros. Detrás de este
fenómeno, nos encontramos con uno de los aspectos fundamentales de
la economía castrista, que es su atraso. El que la mayor parte, por
no decir todas, las transacciones se sigan realizando en moneda
corriente, y el bajo uso de las tarjetas o los talones bancarios
confirma que la tarea a desarrollar es ingente.
Creer que emitiendo billetes de alta
denominación puede disminuir el problema del manejo de ingente
cantidad de dinero en las transacciones diarias, es una equivocación.
El problema no se resuelve como piensan los altos funcionarios
utilizando billetes más grandes para las transacciones, sino
propiciando una rápida modernización del sistema monetario y
bancario que existe en la Isla, uno de los más atrasados de
Occidente. Pero eso es muy difícil, y desde luego no parece que esté
en las prioridades de los llamados “Lineamientos”.
En segundo lugar, no parece, además,
que sea muy razonable recurrir a denominaciones como las planteadas.
¿Por qué 200, 500 y 1.000, y no otras cantidades distintas? ¿Qué
tipo de estudios, si es que se ha realizado alguno, han llevado al
Banco a tomar esta decisión? El punto de partida es realmente
dramático, si se piensa que el billete de 100 CUP es el más grande
que circula en la economía, cuando la mayoría de las ventas se
realizan con billetes de 20 y 50 CUP. A ello se tienen que añadir
los problemas derivados de los productos con precios más
elevados, como los electrodomésticos y los muebles. Realmente, para
poder acceder a este tipo de bienes los clientes se ven obligados a
transportar mucha cantidad de dinero en condiciones que a veces no
son óptimas al no existir tarjetas o cheques. Imágenes de un atraso insorportable que nos transportan a los períodos de
hiperinflación de la Alemania de Weimar a comienzos del siglo
pasado. ¿Temor a robos tal vez?
Imagino a los dependientes cubanos
contando el dinero a toda prisa, y cuidando para evitar cualquier
pérdida de los auténticos fajos de billetes, que lo único que van
a provocar es el consabido malestar derivado de las demoras en la
atención a los clientes, la capacidad de las cajas para guardar el
dinero, las colas, al fin y al cabo, lo que siempre ha ocurrido en la
economía castrista. Ello sin tener en cuenta las equivocaciones que
se pueden producir en determinados sectores de la población por el
uso de los nuevos billetes, que según las autoridades, poseen el
mismo formato y características que los antiguos. Al parecer lo declaran los responsables, y cito textualmente, “las características
de los nuevos billetes son similares a los que hoy circulan, por
tanto, tienen iguales dimensiones, formato y ubicación de los
elementos identificativos y de seguridad. Esto permitirá un mejor
reconocimiento de los billetes por parte de la población, así las
personas no tienen que aprenderse nuevas características. Entre los
principales elementos comunes están el patriota (en el anverso) de
cada una de estas denominaciones y la composición gráfica (en el
reverso) que son únicas”. Salvando las referencias al “patriota”,
creo que es un error lanzar billetes de denominación elevada con el
mismo formato que los antiguos. La confusión puede estar servida, y
si no, tiempo al tiempo.
Lo realmente sorprendente es lo rápido
que van esta vez. Acostumbrados al ritmo y la cadencia de la
aplicación de políticas económicas en el castrismo, llama la
atención que ya el 1 de febrero, estén los nuevos billetes en la
calle, distribuidos a la población por los brazos armados de la
seguridad del estado que son los Bancos Metropolitano, el
Popular de Ahorro, el de Crédito y Comercio y las Casas de
Cambio.
Por mucho que quieran que este proceso
se realice de forma paulatina, si los cubanos que tienen moneda
fuerte acuden en masa a realizar sus cambios en los nuevos billetes,
cabe la posibilidad de que no resulte posible la operación. ¿Se han
detenido a pensar en las consecuencias que ello puede suponer para
los clientes? Es verdad que van a dar prioridad a La Habana, las
capitales de provincia y algunos municipios importantes, pero qué
puede ocurrir si la gente se plantea realizar sus operaciones en
otros lugares. ¿Tendrá capacidad de respuesta el sistema?
Finalmente, se introducen elementos de
seguridad, como las marcas de agua, el hilo de seguridad, marcas
perceptibles al tacto y microimpresiones, lo que supone un despliegue
realmente importante que hace pensar que el régimen teme a los
falsificadores de la nueva moneda. ¿Habrá falsificación en la Isla
con la moneda que va a desaparecer? Es al menos una cuestión
inquietante. Imaginemos que aparecen más CUC en circulación que los
estimados por el gobierno. ¿Habrá suficiente CUP para realizar los
cambios?¿Se alterará el actual cambio de 1-24 a otro menor? ¿Puede producirse una auténtica avalancha si la gente percibe alguna acción en ese sentido?
Conclusión. Creo que se ha perdido una
valiosa ocasión para poner en orden el sistema financiero
y crediticio de la Isla, avanzando hacia su modernización y
adaptación al que existe en otros países.Y sobre todo se ha perdido una oportunidad para ordenar el sistema económico en su conjunto. Con esta decisión de billetes de alto valor nominal, el régimen asume que los precios que los cubanos van a tener que pagar por los bienes y servicios son los que figuran en CUC, sin que se apueste por una profunda liberalización de la economía que facilite su descenso y adaptación al nivel de vida. Y ello, con salarios medios de 230 CUP al mes. No me salen las cuentas.
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