Previsiones de la economía castrista (según Murillo)
Elías Amor Bravo, economista
La verdad es que el interés por el
comportamiento de la economía castrista a corto plazo, es algo que
se tiene que llevar en la sangre. En ausencia de indicadores de
coyuntura como en otros países, hay que recurrir a lo que se tiene.
Asombroso se puede calificar el titular
de Granma, “Economía cubana crece en torno a lo previsto”, que
da cuenta de una reunión del Consejo de Ministros del pasado
viernes, presidida por Raúl Castro, dedicada al análisis “del
desempeño de la economía cubana durante los primeros meses del 2015
y sus pronósticos para el cierre del año”. Casi nada.
Según Granma, el Producto Interno
Bruto (PIB) de Cuba crecerá poco más del 4 % en el primer semestre
del 2015, dato confirmado por Marino Murillo, titular de Economía y
Planificación. Cifra sorprendente si se tiene en cuenta que América Latina lo hace a mucho menos. En ausencia de referencias objetivas, aun estamos esperando a ver en qué se basa esta
previsión de quienes llevan décadas planificando e interviniendo en
una economía, donde todos los medios de producción son de propiedad
estatal, y que, sin embargo, de forma sistemática yerra una y otra
vez los cálculos.
La nota de Granma se limita a señalar
que “comparadas con el 2014, todas las actividades crecen y las
cifras más altas se concentran en la industria azucarera y la
manufacturera, la construcción y el comercio”. Sinceramente, los
últimos datos sobre producciones agrarias distribuidos por la ONE recientemente, no
ofrecen motivos para ser optimistas. Además el propio Murillo se descalifica al denunciar más adelante escaseces en los mercados.
Por otra parte, la industria
azucarera sigue moviéndose a niveles muy bajos de cumplimiento de
los planes y en la fecha actual un elevado número de ingenios se mantienen cerrados o con problemas
para organizar la producción.
Finalmente, la construcción de
vivienda, por ejemplo, sigue siendo un agujero negro en lo que se refiere a la construcción estatal, y la que se construye por "esfuerzo propio" es una actividad de coraje cuya viabilidad depende de mercados negros, poco transparentes en los que
priman unos costes muy elevados que desincentivan cualquier
actividad.
Sorprende que en este balance aventurado por Murillo de los sectores
que mejor funcionan en la economía castrista no se hayan referido,
por ejemplo, al turismo, al que no se puede negar su dinámica más
favorable en el primer trimestre, o a las telecomunicaciones, donde
cabe hablar de un auténtico revulsivo en la sociedad cubana ansiosa
de comunicar y conectar con el resto del mundo. Al parecer estas
actividades no mejoran para el analista Murillo.
Por el contrario, las actividades o
sectores donde se registran los habituales “incumplimientos” de
la planificación intervencionista de la economía, según Murillo, se localizan,
sobre todo, “en transporte, almacenamiento y comunicaciones”. El
primero ha experimentado un auge muy importante de la iniciativa
privada, sobre todo en la actividad con mayor peso en el total, el
transporte de mercancías por carretera. Es evidente que algo no
funciona. El almacenamiento, como es sabido, continúa siendo un
monopolio absoluto del estado castrista, que sigue manteniendo una
adversidad manifiesta hacia el rol social de los intermediarios
privados. Así les va.
La nota de Granma insiste que “la
balanza comercial muestra un comportamiento positivo durante el año”.
Habrá que ver si eso realmente es así, y sobre todo cómo se ha conseguido. Dada la dependencia que tiene la economía castrista del exterior, ese posible saldo positivo puede estar apuntando a una baja demanda interna, ya que el potencial exportador no parece que haya mejorado en algo.
Sin embargo, Murillo no dejó perder la ocasión para señalar que
continúan “presentes tensiones en las finanzas externas”. Dicho
de otro modo, a pesar de los acuerdos con el Club de París y algunos
países, como Uruguay, para la condonación de la deuda castrista
acumulada desde 1986, no parece que el régimen tenga facilidades
para acceder a los mercados mundiales de financiación, y ahora, si
me lo permiten, echarle la culpa al "embargo" puede estar fuera de
contexto.
Murillo informó que “se ha mantenido
inestable la presencia de varios productos alimenticios en la red de
tiendas en divisas, debido a que no se cumplen las producciones
nacionales y las importaciones para ese mercado interno en surtidos
como queso, pollo, embutidos, picadillos y salchichas”, o dicho de
otro modo, subsisten los problemas básicos de alimentación y comida
de los cubanos, con el agravante de que las reformas impulsadas desde
2006 por los “Lineamientos” no están dando los resultados
esperados y ahora, la amenaza es la inflación, con unos precios
desorbitados.
La situación es grave pero puede complicarse mucho más. En un comercio Spar en La Habana, una botella de litro
de aceite ya se paga a 14 CUC, conviene tener en cuenta que el
salario medio mensual en Cuba no supera los 18 CUC. El problema,
además, es que las soluciones que plantea Murillo al problema son
inadecuadas, como por ejemplo “destinar adicionalmente 40 millones
de dólares para la adquisición de dichas mercancías”. Si en vez
de recurrir a las prácticas de la libreta de racionamiento se
liberalizase plenamente la estructura económica, verían como los
precios bajarían y los mercados se inundarían de productos de
consumo.
El recuento de dificultades de Murillo
describe un cuadro que, en términos macroeconómicos, se puede
calificar de alarmante y que, en cualquier país democrático,
debería suponer dimisiones de los gestores. Problemas en el
“transporte de cargas que han provocado afectaciones en el
comportamiento de la economía, pagos excesivos por concepto de
estadía de contenedores y buques lo que se relaciona igualmente con
las dificultades con la transportación, además la no
materialización de las inversiones previstas para el 2014 y el 2015
por falta de partes, piezas y agregados o problemas en los talleres
para brindar servicios, así como la persistencia de problemas
organizativos y baja disponibilidad técnica del sistema ferroviario
y automotor”. De esta descripción, se puede concluir fácilmente
que la economía castrista no puede estar creciendo al 4%.
El ministro terminó exponiendo algunos
indicadores relativos a los incumplimientos en la construcción de
viviendas, la necesidad de ahorro de agua por los bajos porcentajes
de embalse de las mismas, la dinámica de la ocupación laboral que
se mantiene prácticamente estable, o el comportamiento del déficit
fiscal, anclado en el 4,2% del PIB, eso si, inferior al previsto, del
6,2%.
Con estos mimbres, el ministro anuncio
que la proyección para 2016 comentó tendrá “metas cuyo alcance
depende de acciones que deben ejecutarse desde ahora, dirigidas a
crear infraestructura, incrementar capacidades constructivas y de
transportación, suministrar recursos que contribuyan al desarrollo,
a las energías renovables, al sector exportador y a la sustitución
de importaciones, para lo cual se aprobaron un conjunto de medidas”.
Más de lo mismo.
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