Mucho más daño que el huracán: expropiaciones sin compensación
Elías Amor Bravo, economista
Alguien formula
una pregunta naif en Granma hoy, “¿Puede una política ser más
dañina que un huracán?” La respuesta es que sí, que por supuesto
una política puede causar daños irreparables a una sociedad como
consecuencia de su aplicación. El ejemplo más evidente es la
política practicada por el régimen comunista cubano contra su
pueblo. No busquen en “el bloqueo o el embargo de
EEUU”, porque por muchos datos numéricos que se elaboren y se
citen casos concretos de aplicación de la legislación, el daño
provocado por las políticas comunistas es infinitamente mayor.Una de ellas en concreto, la peor de todas: las expropiaciones sin compensación.
En cualquier caso,
como ya se ha señalado en este Blog en varias ocasiones, el asunto
del embargo tiene fácil arreglo: pagar lo que se debe por parte del
régimen cubano. Cuando una de las partes no está dispuesta a asumir
lo que le corresponde en un contencioso, lo normal es que la otra
tampoco mueva ficha. Son casi 60 años, cierto, pero podrían pasar
muchos más, porque insisto, el daño que causa a la economía cubana
el mal llamado bloqueo es minúsculo si se compara con los
despilfarros, gastos faraónicos, boberías e insolvencias
consentidas durante seis décadas al régimen castrista. Cuba ha
comerciado, recibido inversiones, obtenido créditos y préstamos
durante décadas, sin límite alguno, y sin embargo, ello no
significó una mejoría de las condiciones de vida de los cubanos,
sino todo lo contrario. Hora es que la demagogia quede
definitivamente a un lado, y se empiece a asumir responsabilidades
por muchos votos que se obtengan entre los países de Naciones
Unidas.
Incluso, como
saben muy bien los cubanos residentes en el sur de la Florida, un
huracán con toda su fuerza destructora, puede crear oportunidades
económicas para la recuperación que a la larga terminan siendo
positivas. Para ello, está el sector financiero, del ahorro y de los
seguros, cuyo desarrollo en la isla es prácticamente inexistente.
Ese bloqueo castrista a una actividad esencial para el funcionamiento
de una economía, en términos de relación con los siniestros, es un
ejemplo que confirma la pésima calidad de las políticas económicas
implementadas en la isla.
En Cuba, los
ciclones arrasan, entre otras cosas, porque no existe espacio para el
ahorro privado ni público. Básicamente, porque los cubanos malviven
al día con los salarios más bajos del mundo, incapaces de ahorrar
para la vejez y con un notable resquemor y desconfianza hacia unos
bancos propiedad del estado, que en ocasiones han mostrado que, a la
hora de defender intereses, nunca ponen delante los de sus
depositantes, sino los de quién les manda. La economía cubana no
tiene ni el rigor ni la confianza necesaria para que los daños de un
huracán puedan ser corregidos como ocurre en cualquier otro país
del mundo. Por eso, las consecuencias son mayores y se tarda mucho
más tiempo en recuperar los niveles anteriores al desastre
climático.
La historia es la que es. Después de las
confiscaciones de propiedades decretadas por la revolución comunista
a comienzos de los años 60 y hasta la “ofensiva revolucionaria”
de 1968, el capital patrimonial privado de los cubanos pasó a manos
del estado, sin compensación alguna. Un huracán de destrucción masiva. Es posible que el articulista
de Granma no lo sepa, o que el informe que elaboran de forma
parsimoniosa todos los años para Naciones Unidas no lo quieran referir, pero
aquellas expropiaciones sin compensaciones por parte del estado a sus
legítimos propietarios (muchos de ellos ciudadanos de EEUU cuyo
gobierno se ve legitimado para defender sus intereses) supusieron la imposibilidad absoluta de volver a alcanzar los niveles de renta y riqueza anteriores
y por este motivo, terminaron sus días en la más absoluta miseria. A lo mejor a los
comunistas no les importa lo que pudo ocurrir con estas personas y
sus patrimonios y empresas, pero lo que tuvieron que soportar fruto de aquellas
acciones “revolucionarias” fue mucho más destructivo que el peor
de los huracanes: el exilio, la ruptura, la pérdida de vínculos
familiares o simplemente huir al exterior en busca de la libertad.
Lo que Granma
llama “el bloqueo económico, comercial y
financiero impuesto por Estados Unidos
contra Cuba” es una broma comparado con el daño que provocó
aquella avaricia comunista por cambiar la estructura de propiedad de la economía
cubana. La cifra de las afectaciones seguro que fue muy superior a
los 140.000 millones de dólares. Este, prácticamente, es el valor
de la suma de las viviendas y ahorros que fueron expropiados de golpe
en dos o tres barriadas de La Habana. Si lo que quieren es comparar,
pues habrá que hacerlo.
Insisto una vez
más. El “bloqueo” tiene fácil arreglo. Pagar. Una vez
eliminado, a ver si es cierto que la economía cubana se puede
enderezar. Mucho me temo que no será posible si se tiene en cuenta
el diseño que se está planteando en la denominada “reforma
constitucional”. Un paso adelante, pero dos para atrás. Este es el
verdadero freno para cualquier avance real de la economía de Cuba y
la mejoría de las condiciones de vida de la población.
Para un gobierno
responsable, lanzar la piedra y esconder la mano no es la actuación
más adecuada. Si el régimen comunista quiere normalizar las
relaciones económicas, comerciales y
financieras con Estados Unidos sabe con claridad lo que
tiene que hacer.
No veo al gobierno
de Estados Unidos especialmente interesado en mantener una política
cuya única responsabilidad le resulta ajena. El reciente
endurecimiento de las sanciones por parte del presidente
Donald Trump en 2017 es un buen punto de partida para
intentar poner fin al contencioso de manera definitiva. Sobre todo
porque supone no aceptar un “trágala” castrista a lo que los
ciudadanos y las empresas de EEUU nunca debieron sufrir. Hace bien
EEUU de defender los intereses de sus nacionales. Es un mensaje que
trasladado al resto del mundo tiene un significado muy claro y de
gran valor, posiblemente muy superior al que otros países otorgaron
a sus ciudadanos víctimas de las expropiaciones comunistas.
La historia está
ahí para ser contada. Con frecuencia, el régimen comunista de La
Habana tiende a crear una historia que nunca existió, o parte de
escenarios que ya resultan inviables, como los argumentos ofrecidos
para oponerse al multipartido democrático y plural. Eso es propio de
los autoritarismos, por ello solo quieren una cultura, una economía,
un sistema político basado en una sola ideología: la comunista o
socialista, qué mas da.
Si realmente la
Asamblea General de las Naciones Unidas,
quisiera ayudar en este asunto, lo tendría fácil. Tal vez en La
Habana sigan más interesados en el hostigamiento permanente al
vecino del norte. Igual quieren pasar así otros 60 años.
Muy bueno el articulo. USA solamente ha hecho "pasar un zipper" al bolsillo del ciudadano americano que se ha llamado embargo y ha tragado en seco la perdida de sus inversiones en la isla. Cuba ha podido negociar con el resto del mundo, inclusive con americanos arriezgados. Ahora mismo una gran parte del presupuesto cubano proviene de USA.
ResponderEliminarAdemás del daño que han causado las politicas castrista, según el artículo, lo peor de todo es el atraso tecnológico. Actualmente la economía mundial se mueve a base del ritmo digital, para mantener la eficiencia y crear riquezas. Cuba está a años luz de la economía moderna y no es competitiva. Las remesas y el turismo no alcanzan para adquirir la tecnología digital necesaria.
ResponderEliminarLa educacion en Cuba carece del equipo digital para enseñar a la juventud, como se mueve el mundo actual; capitalista y productivo. No tener comercio con EE.UU. ha privado al pueblo cubano de acceso al pensamiento moderno y las herramientas digitales. La tecnología llega con la libertad individual y colectiva. La revolucion cubana solo trajo pobreza y atraso.