El gran lío de las tarifas energéticas
Elías Amor Bravo economista
Los anuncios de los nuevos precios de los derivados del petróleo y productos energéticos en la economía castrista en 2024 han causado preocupación por varios motivos.
En primer lugar, el impacto cuantitativo. Las subidas de las
gasolinas y diésel minoristas son espectaculares, un 500%, tanto en términos
cuantitativos como cualitativos. Aunque los cubanos no tienen automóvil privado
y la tasa de motorización es de las más bajas del mundo, no cabe duda de que,
un aumento de los precios de los combustibles, gas licuado y electricidad de la
magnitud propuesta va a trastocar el sistema productivo y los costes de producción
de la atribulada y maltrecha economía.
Esto significa que los comunistas cubanos apuestan por un shock
de precios energéticos que va a encarecer las tarifas en una medida que tendrá
unos efectos difíciles de prever.
En segundo lugar, esta subida de los precios de la energía
se enmarca en un conjunto de medidas del régimen comunista para, según dicen, “rectificar
un grupo de distorsiones presentes en la economía y crear condiciones para
reanimar el desempeño económico de la nación”. A nadie en su sano juicio se le
ocurre corregir distorsiones, creando otras.
Quien crea que aumentando los precios del motor económico y
productivo de un país va a conseguir efectos positivos o es ignorante de cómo
funciona una economía, o quiere causar más daño a los cubanos, que todavía sufren
un proceso inflacionista desde comienzos de 2021 cuando entró en vigor la tarea
ordenamiento.
En tercer lugar, será a partir del 1 de febrero que los
nuevos precios de la energía entrarán en vigor, tanto en el comercio minorista
como el mayorista, lo que obligará a subir otros precios de la economía para mantener
los márgenes. La inflación, actualmente en un 33% en tasa interanual, va a subir
a más del doble con este shock petrolero. Luego corregirla será más difícil. El
empobrecimiento de los cubanos se acentuará, recayendo de forma especial en los
más vulnerables.
En cuarto, el impacto de la subida de precios afectará de
forma directa a los servicios de transporte de pasajeros y cargas, lo que va a
exigir una actualización de las tarifas que están establecidas para estos
servicios públicos. Nadie tiene ni idea de cuál puede ser ese impacto, pero los
temores no son infundados. Los costes de transporte se tendrán que trasladar a
los precios, y ello acarreará más inflación.
De lo anterior cabe preguntarse ¿por qué esta subida?, ¿por
qué ahora? Y, sobre todo, ¿qué pretenden los comunistas con este tipo de
actuaciones que pueden derramar el vaso porque la gota ya es insoportable?
La subida va a obligar al sector empresarial a asimilar el
incremento de los precios mayoristas de los combustibles para evitar consecuencias
directas sobre la rentabilidad y supervivencia de las empresas. Si el régimen
topa o controla los precios, lo que tendría poco sentido, previsiblemente tendrá
que gastar más en subsidios para evitar quebrantos. El déficit se
descontrolará.
El turismo pagará un alto precio por la gasolina, por
ejemplo, de modo que, a partir del 1 de febrero, el combustible cubano dejará
de ser el más barato de la región. Los turistas dejarán de alquilar autos y con
ello, perderán buena parte del interés en la Isla. Pero esto es solo el
comienzo. En marzo, la llegada de turistas bajará conforme se aleje la temporada
alta. A nadie le gusta pagar de más por unos servicios que no llegan a niveles
básicos de calidad.
Y, por tanto, ¿qué pretenden los comunistas? Aquí cabe todo.
Es difícil entender al ministro de energía y minas, Vicente de la O cuando, en
referencia a la subida de los combustibles insiste en que va a suponer ahorro.
¿Ahorro de qué, o más bien de quién? Por ejemplo, el ministro dice que los
visitantes extranjeros que, si cambian su moneda según la tasa oficial vigente
de 1 x 120, estarían recibiendo un subsidio, dado que el combustible se regía
hasta ahora por la tasa de 1 x 24. ¿Es que el ministro no sabe que pueden
conseguir un cambio incluso mejor a 250 en el mercado informal? ¿Le parece al
ministro que esto es ahorro? ¿No sería más adecuada una regulación del sistema
cambiario que eliminase este tipo de situaciones?
Los dirigentes han ideado una cadena de servicentros cuyas
ventas de gasolina serán solo en divisas, otro instrumento más para recaudar
los fondos que entran al país por los diversos mecanismos. Un paso más a la
dolarización de la economía.
El ministro cree que esta es una fórmula, permitirá al país
el reaprovisionamiento de combustibles, ya que el petróleo se adquiere en el
mercado internacional, en moneda libremente convertible, y hasta ahora se
vendía solo en moneda nacional, pero se equivoca. Utilizar dólares en la
economía nacional, sin el paso previo por el tipo de cambio, no es solución
para reaprovisionamiento, como han confirmado buena parte de las tiendas que
venden en MLC. Sortear la economía de mercado por vías inexplicables, no lleva
a ningún sitio.
Ni siquiera a esa bancarización forzosa de las transacciones
que se pretende apoyar con estas medidas. A partir del 1 de febrero, Cimex
establecerá el empleo de varios medios de pago electrónico para la adquisición
de estos combustibles en los servicentros.
En marzo, comenzará a aplicarse, la nueva tarifa del consumo
de energía eléctrica residencial, a partir de los 500 kilowatts hora, que en
este caso se pagaría en abril. Según el ministro, otra medida dirigida a
incentivar el ahorro. A los 4.078.909 clientes del sector residencial, con un consumo
mensual promedio por vivienda es de 174 kilowatts hora; la medida de aplicar un
incremento del 25% de la tarifa a aquellos consumidores que gastan por encima
de 500 kilowatts, afectaría a unos 217.000 núcleos. El ajuste de tarifas recae sobre
el 17% del consumo del sector residencial, casi la quinta parte de los cubanos,
donde se busca el ahorro.
En este nuevo escenario, la electricidad sigue estando
subsidiada y el régimen destina a la tarifa eléctrica más 36.000 millones de
pesos una de las principales partidas del presupuesto. Con estas disposiciones,
no se logra la reducción del subsidio, porque el combustible destinado a la
generación eléctrica se mantiene con un precio que no trasciende la actualización
general de la de la tarifa; pero sí se estimula el ahorro a través de los
mecanismos financieros.
Finalmente, desde el 1 de marzo, la comercialización del gas
licuado tendrá un valor actualizado de 225 pesos, con un impacto en 1.700.000
clientes, estando previsto evaluar después qué personas o núcleos vulnerables
necesitan de la protección social frente a los 45 pesos de incremento.
Regueiro, ministro de finanzas y precios, señaló que en el
caso del consumo del gas licuado del petróleo (GLP), no es el ahorro
precisamente lo que se incentiva, pero se logra recuperar en esa cadena de
valor la reducción de los subsidios, porque ya la empresa puede reconocer, con
ese precio, todos los costos y gastos en los que viene incurriendo, logrando descargar
el presupuesto de más de 280 millones de pesos que se transferirían a la
Empresa Cupet para financiar esa diferencia entre los costos de gastos y el
precio de la balita. Otro enredo más.
Comentarios
Publicar un comentario