La propuesta de que la economía funcione para la mayoría

Elías Amor Bravo economista

El régimen se está preparando por lo que puedan acarrear las recientes medidas de subidas de precios y tarifas que recuerdan, y mucho, al desastre que se pretendió, en su día, cometer con la aplicación de la tarea ordenamiento. Haciendo un poco de memoria, uno de los ejes de aquel programa que ahora todos critican, pero que, en su momento, se planteó como la única solución a los problemas de la economía, fue precisamente el aumento de precios y tarifas, una medida que se tuvo que aparcar enseguida como consecuencia de las protestas que se detectaron en amplios sectores sociales que acabaron con el estallido social del 15-J.

Cierto que aquellas subidas afectaron a la población, empujando la tasa de inflación a niveles desconocidos en la economía cubana, pero más grave fue el resto de las medidas que iban en el paquete del ordenamiento, como, por ejemplo, el tipo de cambio fijo irreal e insostenible que ha llevado al peso a cotizar en los mercados informales cerca de 1X275 con el dólar, frente al 1X24 inicial, que aún se mantiene para determinadas transacciones.

Dice Díaz Canel que “las nuevas medidas buscan corregir profundas distorsiones y desviaciones estructurales que lastran el desempeño económico, con el objetivo de superar la complejísima situación que enfrentamos hoy”. Lo mismo que dijeron él y Raúl Castro a finales de 2020 cuando presentaron la tarea ordenamiento como el gran proyecto que iba a salvar a la economía cubana. Suena a disco rayado.

Y, como lo que viene puede ser incluso peor, parece que el régimen está revisando el argumentario de la prensa estatal para escapar del agujero en que cayeron las primeras declaraciones, al defender las medidas adoptadas como contrarias al modelo neoliberal. Han hecho bien, seguir por ese camino tendría pocos réditos, sobre todo cuando en breve, la economía argentina empezará a funcionar como un cañón, dejando atrás las rigideces del pasado peronista.

De modo que Díaz Canel, en un mensaje en la red “X” que ha sido amplificado por la prensa estatal ha dicho que “una economía no funciona a la medida de los deseos y necesidades de todos, pero el socialismo se propone que funcione para la mayoría”. Un enunciado que deja clara una vez más la apuesta del régimen por el modelo económico de la constitución de 2019, un modelo obsoleto y fracasado que se intenta mantener a toda costa, pese a que ha mostrado sus profundos defectos.

Si Díaz Canel leyera algún manual de economía, el que quiera, los más sencillos, básicos y simples, podría concluir que su argumento no tiene razón, y que la economía funciona cuando se satisfacen los deseos y necesidades individuales, y que es precisamente ese logro que incorpora motivaciones individuales y elementos de libertad de elección, el que permite que la economía funcione para todos, satisfaciendo las necesidades. Apartarse de este principio es entrar en aguas turbulentas e inexploradas que hacen zozobrar a los aventureros imprudentes que siguen creyendo en las bondades del socialismo/comunismo, porque en realidad nadie sabe bien de qué está hablando Díaz Canel.

De modo que el dirigente comunista cubano cree que medidas como las aprobadas por el régimen para las tarifas y los precios del gas, la electricidad y el combustible, en un país devastado por una elevada inflación y una notable pérdida del poder de compra de las rentas percibidas en pesos cubanos, pueden ser justas y responder a los intereses de la mayoría. Que venga alguien y lo explique porque no se entiende esta posición. Los aumentos de precios y tarifas energéticos repercuten en servicios como el transporte público, pero también se tendrán que trasladar a los precios de los productos manufacturados y a toda la economía en general, incluso los turistas cuando observen lo que cuesta llenar el depósito. Se trata de costes en aumento que se tienen que calcular de forma correcta para que no generen más distorsiones en los márgenes de las empresas, y mantengan a la economía inerte, encerrada en un círculo vicioso del que no sabe salir. 

Díaz Canel, lo mismo que hizo con la tarea ordenamiento, dijo en la asamblea nacional que estas nuevas medidas “buscan corregir profundas distorsiones y desviaciones estructurales que lastran el desempeño económico”. Pues se equivoca otra vez, porque esas distorsiones son mucho más complejas y requieren un tratamiento que su régimen no sabe o no quiere aplicar. Digamos, para que se pueda entender lo que va a venir en Cuba con estas medidas, es que al enfermo diagnosticado de fiebre alta se le está aplicando un tratamiento que hará que esa fiebre en vez bajar se disparará y lo acabe matando.  

Mientras que el dirigente comunista cubano siga pensando de forma errónea que los problemas de la economía se deben a los “impactos combinados del cerco estadounidense o la crisis en las relaciones económicas internacionales”, anda perdido y no muestra capacidades para dar un giro de 180º en la situación que es lo que verdaderamente hace falta. Cierto que Díaz Canel alegó también el escenario de la crisis a “nuestros propios errores” pero lo dijo con la boca pequeña y sin la necesaria sinceridad para remangarse y poner remedio al desastre.

Al igual que ocurrió con la tarea ordenamiento, Díaz Canel dice en su mensaje en X que “estos ajustes, en cuya concepción y diseño han participado directivos y funcionarios del partido y del gobierno, apoyados por estudiosos, académicos, expertos, profesores universitarios, y para los que se ha tomado en cuenta la opinión popular respecto a todo lo que debe ser cambiado, permitirán un necesario y mejor aprovechamiento de los magros recursos financieros disponibles”.

Una vez más se equivoca. La solución del problema estructural de la economía no es distribuir lo poco que se tiene o aprovechar mejor los escasos recursos disponibles, sino promover vías para hacer crecer la tarta de la producción nacional. Sin sectores motores capaces de tirar de la demanda nacional y el gasto, consumo e inversiones, la economía cubana permanecerá inerte. Las subidas de precios y tarifas, que van a aumentar artificialmente la recaudación de los monopolios estatales de servicios, van en contra de la capacidad sectorial para crecer y actúan de forma negativa sobre una oferta de mipymes, pequeños agricultores, cooperativas, y lo que llaman los comunistas actores no estatales, cada vez más debilitados, incapaces de atender las necesidades de la demanda. De modo que, dentro de un año, con la inflación fuera de control, el peso cubano sin valor y la economía paralizada, volverán a culpar al embargo de la situación. Salvo que cambien las cosas.

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