Ahora son las normas de contabilidad

Un día es una cosa, y al siguiente otra. Y así llevamos casi medio año desde que empezaron las discusiones de los llamados “lineamientos” y la urgencia de la actualización del socialismo. La capacidad de las autoridades castristas para sorprendernos y asombrarnos en materia de asuntos económicos, no tiene límite.

Un artículo publicado en Granma con el título “Ratifican necesidad de resolver problemas de la contabilidad” cuyo autor es Fidel Rendón, nos pone de manifiesto en qué medida el castrismo ha resultado una lacra para la sociedad cubana, y cómo, el paso inexorable de la historia, termina poniendo a cada uno en el lugar que le corresponde. El artículo analiza unas declaraciones de Lina Pedraza Rodríguez, ministra de Finanzas y Precios, en las que muestra todo su interés y “voluntad política y una necesidad para el país resolver los problemas de la contabilidad y que esta desempeñe su verdadero papel”.

Hasta en la materia contable, el castrismo se encuentra alejado de la realidad. No me extraña. Hay que construir prácticamente todo. Hasta unas denominadas “Normas Cubanas de Contabilidad”, como si esta ciencia, prácticamente extendida por todo el mundo con procedimientos mecánicos y rigurosos, tuviera que tener una “aplicación cubana”. Más lamentable no puede ser.

Acaso, los responsables del régimen quieren crear una “contabilidad específica” para convertir la economía castrista en un espacio de ausencia de credibilidad internacional, carente de cualquier contraste y referencia al resto de países ¿O es que la situación actual es realmente tan dramática que es necesario hacer algo, por absurdo que parezca?

Y de todo lo expuesto, sólo se pueden obtener conclusiones. O que el castrismo como doctrina económica no ha tenido el menor interés en las cuentas de las empresas, y de ahí el desastre actual de ineficiencia y descontrol, o es que realmente este tipo de cuestiones pertenecen al común de los mortales, algo de escasa relevancia para una “revolución” que hasta 2002, si, hasta el año 2002, no se planteó la importancia de prestar atención a “la normación, armonización, implementación y evaluación de la práctica contable en Cuba”. Por increíble que pueda parecer, es cierto.

Entonces me viene a la memoria que no siempre ha sido así. Recuerdo que siendo niño, cuando mi familia decidió abandonar el régimen castrista, allá a finales de los años 60, y establecerse en España, muchos de aquellos profesionales que habían dirigido empresas en la Isla, antes de la denominada “revolución”, pudieron establecerse en la economía española como expertos contables, fiscales, analistas financieros e incluso, una profesión que en España era desconocida entonces, la auditoría de cuentas, y que para muchos profesionales cubanos había sido su práctica durante décadas en la Isla.

Casi 42 años después, la titular de Finanzas y Precios castrista anda enredada en la compleja organización institucional del régimen para asegurar que en la Isla se cumplan las normas de contabilidad explicando lo que es evidente. Sin unas normas contables adecuadas, no se pueden tomar decisiones adecuadas en el ámbito de la gestión empresarial, y la información es inútil.

Nadie tiene ni idea de por dónde empezar, pero aquellos profesionales cubanos que tuvieron que exiliarse en España, fueron grandes expertos y desarrollaron sus competencias y oficios aportando su saber hacer a la economía española, creando una nueva generación de expertos formados muchos ellos en sus despachos. Tuve la suerte de conocer a algunos de aquellos cubanos que admiro profundamente. Cabría imaginar que en ausencia de castrismo, posiblemente Lina Pedraza no tendría los problemas actuales con la contabilidad. Posiblemente ninguno.

Con sus conocimientos a cuestas, desprovistos de todo capital físico, aquellos cubanos siempre me trasladaron una lección que no he olvidado jamás. La riqueza patrimonial la puede robar cualquier gobernante impresentable, pero la intelectual, el capital humano, solo puede ser destruido con la muerte física, y eso son palabras mayores.

Una lección que no debemos olvidar y que conviene trasladar a las generaciones de jóvenes.

Tomado de: www.miscelaneasdecuba.net

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