Entorno al discurso económico del 26 de Julio

El diario oficial Granma se ha hecho eco de los discursos del 26 de Julio, en el acto que se ha celebrado en Ciego de Ávila, para conmemorar el asalto al cuartel Moncada, lo que se ha convertido, por obra y gracia de la imaginería castrista, en “una fecha de jubiloso entusiasmo revolucionario y de firme compromiso patriótico”.

En estos términos se ha explicado Jorge Luis Tapia, el dirigente del partido único en la provincia, uno de los que han intervenido en el acto, y que hecha esta pequeña salvedad al significado del mismo, se ha centrado en el análisis de la situación económica, utilizando un guión que ya empieza a ser un clásico en el castrismo.

La tesis principal trata de justificar la actualización y el perfeccionamiento del socialismo, lo que se considera “única alternativa de justicia social”. Falso. Se puede alcanzar una justicia social muy superior a la existente en Cuba con un modelo de economía de mercado y derechos de propiedad, similar a la existente en el resto de países del mundo. Llegada es la hora de que la Isla deje de ser, por obra y gracia de los comunistas, una excepción a nivel internacional con un modelo que ha mostrado, en numerosas ocasiones, su incapacidad para alcanzar los objetivos planteados.

Tal vez por ello el discurso nos ha dejado un sabor agridulce. Posiblemente se esperaba más de una exposición de nivel político. Pero nos hemos equivocado. En lo que previsiblemente sea el modelo aplicado a Ciego de Ávila del Informe que los miembros de la Asamblea Nacional van a conocer el próximo fin de semana, Tapia alude a un pretendido “éxito alcanzado por el pueblo” en el año del VI Congreso del Partido, “cuyo centro de análisis fue la batalla por la eficiencia económica, el uso racional de los recursos, la reducción de importaciones y el aumento de nuestras exportaciones, para lograr la soberanía alimentaria, preservar las conquistas alcanzadas y garantizar la continuidad histórica de la Revolución”. Evidentemente, ninguno de estos objetivos se ha alcanzado, ni se conseguirán con los Lineamientos.

Y formulado este enunciado general, el discurso, que parte de una idea equivocada, se convierte en una enumeración más o menos desordenada y poco conexa de datos relativos a la provincia, muchos de ellos asombrosos para ser citados en un evento como el que se celebra y pertenecientes más al ámbito de la propaganda y la demagogia que al análisis político. Conceptos difusos en la economía castrista, como la productividad de trabajo, que se asume que “creció con respecto al año anterior y permitió una positiva correlación con el salario medio” sin que existan informaciones macroeconómicas que permitan contrastar este aserto.

Es lo mismo que la alusión a un “superávit de más de 60 millones en la gestión económica, condicionado por el incremento de los ingresos y la disminución de los gastos, pero existen potencialidades para el uso más eficiente del presupuesto y la prestación de un mejor servicio”, cuando la realidad cierta es que el déficit fiscal ha vuelto a aumentar su porcentaje sobre el PIB, a pesar de la reducción de gastos corrientes, gratuidades e inversiones públicas, como consecuencia de las necesidades financieras de las empresas estatales en pérdidas.

Incluso, se presenta la cifra de “13 mil trabajadores por cuenta propia” como un hito para la provincia, y “parte del perfeccionamiento de nuestro modelo económico”.

Para el dirigente comunista, el escenario de la provincia, en un alarde de imaginación, no puede ser más favorable. Menciono algunos datos porque llaman la atención, “la agricultura ha mejorado sus planes de siembra y de producción, entregando tierra a más de 8 mil usufructuarios, lo que ha permitido convertir 87 mil hectáreas de tierras ociosas en productivas, ello representa el 58 % de este fondo”. Y, sin embargo, la realidad es que en 2010 la producción agrícola ha vuelto a experimentar un nuevo descenso obligando a las importaciones de alimentos para atender las necesidades de la población. Como asombroso es citar en un discurso como éste la producción de huevos, situada en “117 millones de unidades y la producción de leche”.

La receta para los comunistas cubanos está muy clara: “orden, la disciplina y la exigencia” premisas para cumplir los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.

Y en este punto aparece la tesis subyacente principal: "la batalla económica constituye hoy, más que nunca, la tarea principal y el centro del trabajo político ideológico de los cuadros, porque de ella depende la sostenibilidad y preservación de nuestro sistema social".

¿Por qué pensar en la economía como una batalla cuando es mucho más sencillo? ¿Por qué no querer asumir que la planificación central sin propiedad privada es la combinación que ha llevado a la economía castrista al desastre? Sin una ruptura con el modelo precedente, todo será un fracaso anticipado.

La industria azucarera seguirá estancada, incapaz de atender las necesidades de consumo interno, en la que fue gran potencia mundial a mediados de los años 50 del siglo pasado.

El sector turístico seguirá inmerso en una deficiencia crónica para retener y mantener los antiguos clientes, sin una oferta complementaria a la de sol y playa controlada por multinacionales que no son capaces de sacar el máximo provecho de los aspectos culturales y sociológicos del turismo como industria.

La sanidad pública o la educación continuarán experimentando descensos en los niveles de prestación y en la calidad, en tanto que se mantiene el flujo al exterior de estos profesionales obligado por la necesidad de obtener ingresos del petróleo de Venezuela.

Nada nuevo en materia de gestión económica. Ninguna renuncia a principios absurdos que han supuesto el desmantelamiento de una economía, su ineficacia e improductividad. El balance del proceso de “actualización del socialismo” deja mucho que desear, como se ha encargo de confirmar una fuente autorizada que es CEPAL en su último Estudio Económico de América Latina y el Caribe, donde el único motor de la economía cubana es el consumo privado incentivado por las remesas enviadas por los exiliados a sus familias en la Isla. Triste final para un modelo económico insostenible, al que se aferran los comunistas castristas por razones ideológicas y por un espíritu reaccionario y conservador alejado de la realidad de los tiempos que corren. Ni siquiera sus socios, los chinos o vietnamitas, son fieles a una ideología superada por su incapacidad para generar la sociedad justa que se describe en términos teóricos.

Por eso, el discurso de Tapia no es interesante. ¿Cabría haber ido más lejos? Por supuesto que sí. ¿Se podría haber afirmado una estrategia alternativa? Es absolutamente necesaria. ¿Cuándo llegará ese momento? No lo sabemos. Lo que si conocemos es que la cúpula castrista se encuentra instalada en un escenario inamovible en el que cualquier cosa puede suceder. Sin el bálsamo de Fidel Castro, cada vez más apartado de la circulación, pero envenenado al ver cómo se desmonta en vida su patrimonio, es difícil interpretar la continuidad del castrismo. Ya nadie se cree nada.

Engañan los comunistas castristas cuando abiertamente dicen que “los nuevos retos son complejos, pero no imposibles de vencer”. Estos retos, que nadie acaba de comprender porque la perfección del socialismo es imposible, acabará por destruir definitivamente a la economía castrista e una fosa de ineficiencia e improductividad. Y créanme, no hay nada de heroicidad en ello.

Tomado de: (www.miscelaneasdecuba.net).-

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