De la planificación central al mercado como instrumento de asignación eficiente de recursos
Elías Amor Bravo, economista
Murillo
dice*:
“La
planificación sigue siendo el método fundamental de conducción de
nuestra economía, principalmente en la busca de los equilibrios
macroeconómicos. Una economía sin tales equilibrios frena el
desarrollo de las fuerzas productivas.
-
Hay que buscar una media donde la planificación sea el principal
instrumento de dirección de la economía, pero también tiene que
haber espacio a relaciones mercantiles y a la existencia del propio
mercado. El reconocimiento de fórmulas no estatales implica que
tiene que haber un espacio para la redistribución por la vía del
mercado.
-El
compañero Raúl
ha dicho:
Vamos a construir una sociedad socialista, próspera y sostenible.
Socialismo es propiedad social sobre los medios fundamentales de
producción. Prosperidad se refiere al estado de satisfacción de las
personas. Sostenible es la capacidad de mantenerse esa sociedad por
sí misma en lo económico y también en lo social, medioambiental, y
equivale además a desarrollo, porque lo que no se desarrolla, no se
sostiene.
-
En la actualización del modelo económico cubano el papel
preponderante lo va a tener la empresa estatal socialista, pero no en
un ambiente como el de hoy, sino en otro en el que de verdad juegue
el rol que le corresponde en la economía, siendo más eficiente, con
otros métodos de distribución de los ingresos”
Observaciones:
La
planificación central de la economía adolece de numerosas
deficiencias para asignar los recursos de forma eficiente. Nada
indica que la actualización prevista en los "Lineamientos" vaya a funcionar mejor que en el pasado.
La planificación central y coercitiva de la economía limita la actuación libre de los agentes privados
y elimina la información neutral y transparente del sistema de
precios, haciendo que las decisiones queden distorsionadas. La
planificación castrista ha sido incapaz de afrontar y resolver los
profundos y graves desequilibrios internos y externos de la economía, a saber, el déficit comercial con el exterior y el
déficit público.
La
combinación de la planificación central con el comportamiento de los
agentes económicos en libertad, y regidos por el mercado como
instrumento de asignación, puede ser una decisión adecuada, pero se
requiere una participación mayoritaria de los segundos, lo que no
parece estar de acuerdo con los “Lineamientos”. Mercado y
planificación pueden convivir y de hecho lo hacen cuando el primero
es el núcleo de las decisiones, y la segunda tiene un carácter
indicativo y accesorio, ejerciendo una influencia indirecta sobre el
comportamiento de los agentes, básicamente para contribuir a definir un
horizonte estable y predecible, creible y de rigor. Lo que
evidentemente no se consigue con el modelo de planificación central
estalinista de la economía castrista.
A
Raúl Castro hay que decirle por enésima vez que socialismo,
prosperidad y sostenibilidad son incompatibles, y que no existe forma
alguna de alcanzar un equilibrio a la vista de lo que ha sido la
experiencia histórica de los principales fracasos de la humanidad a
lo largo de la historia. El comunismo, con su acción obsesiva por igualar a la baja a todos
los sectores sociales, priva a los más dinámicos del deseo legítimo
de vivir mejor, lo que genera frustración y marginación. No es repartiendo pobreza como se consigue la sostenibilidad a largo plazo de una economía, sino asignando más y mejor los recursos, liberalizando las fuerzas productivas para crecer en equilibrio con el entorno. En los sistemas que apuestan por la intervención,, el potencial productivo de los sectores
insatisfechos no aporta a la sociedad y se pierde sostenibilidad en
la medida que se desaprovechan recursos, o en el peor de los casos,
se despilfarran o se malgastan.
De
la empresa estatal socialista, foco de ineficiencia y de corrupción
política, poco más se puede decir que recurrir a las evidencias históricas de su funcionamiento.* http://www.eleconomista.cubaweb.cu/
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