¿Por qué la exportación es un fracaso de la economía castrista? (I)
Elías Amor Bravo, economista
Tal y como estaba previsto, Expocuba ha abierto
sus puertas y 25 pabellones a la 35ª edición de la Feria
Internacional de La Habana (siglas, FIHAV 2017). Los datos que ha
facilitado la agencia oficial Prensa Latina indican que 3.000
expositores extranjeros, 37 delegaciones de países socios
comerciales de Cuba y 50 cámaras e instituciones promotoras del
comercio mundial son, entre otros, los participantes en este
encuentro de La Habana, al que se suma más de 300 empresas de todos
los sectores económicos de la Isla.
Las empresas cubanas, todas ellas propiedad del
estado ya que los trabajadores por cuenta propia tienen vetado
participar en este evento, estarán ubicadas en el pabellón central,
ocupando 130 stands, con una superficie de 5.000 metros cuadrados,
con un diseño atractivo y novedoso, sin que, de momento, se hayan
facilitado datos sobre el coste total de estas operaciones destinadas
a proyectar la imagen de la economía al resto del mundo.
A la vista de esta información, y otras que se
han ido divulgando en algunos medios, lo primero que hay que
preguntarse es, ¿dónde quedó el bloqueo? Esta presencia masiva de
compradores e inversionistas interesados en Cuba dice muy poco de
presiones, agresiones y otras majaderías que la doctrina oficial
castrista ha venido denunciando de Estados Unidos.
La agencia de prensa oficial ha dado a conocer que
la Cámara de Comercio de Cuba prevé suscribir varios acuerdos con
asociaciones de otros países. Se esperan rúbricas de colaboración
con las cámaras de Belarús, Barbados y Guyana, con la Agencia de
Promoción del Comercio Exterior de Santa Lucía y la Asociación de
empresas Ecodima, de Angola. Asimismo trascendió que se firmará un
plan de acción para el periodo 2017-2018 con la agencia caribeña
Caribbean Export Development Agency, con la cual ya la Cámara cubana
posee suscrito desde hace varios años un acuerdo de colaboración, a
la vez que se expondrá la cuarta actualización de la cartera de
oportunidades de Cuba, y se realizará el II Foro de Inversiones, el
31 de octubre y el primero de noviembre. Además, entre los países
más representados en Fihav-2017 estarán España, China,
Brasil, Alemania, Rusia, Panamá, Italia y Portugal. Hasta incluso
está prevista la participación de casi una veintena de empresas de
Estados Unidos, pese a la renovada agresividad del gobierno de ese
país contra la Mayor de Las Antillas.
Pero vamos a ver, ¿de qué renovada agresividad
estamos hablando? ¿no habíamos quedado que el embargo o bloqueo
impiden a la economía cubana proyectarse a nivel internacional?
¿dónde queda a la vista de estos datos, el penoso lastre de un
comercio exterior deficitario que amenaza de forma continua la
competitividad y productividad de la economía?
Es evidente que Cuba necesita exportar. No le
queda otro remedio. Se acabó el tiempo del subsidio ideológico y
fácil. Pero, si se quiere exportar, muchas cosas tienen que cambiar.
Una de ellas es la mentalidad de las autoridades.
En una entrevista en Juventud Rebelde, la
directora general de comercio exterior del Mincex señala, respecto
de esta cuestión, lo siguiente “el país ha venido trabajando en
diferentes procesos inversionistas —algunos relacionados con
capital extranjero— para crear nuevas capacidades de producción,
incluidas las que tributan a la exportación. Se han ido comprando
diferentes equipamientos y tecnologías para superar la obsolescencia
tecnológica de alguna de las industrias cubanas, incluidas las
destinadas a la exportación”.
Inversiones, recursos movilizados para superar el atraso y vender en el exterior. Nos vamos entendiendo, pero quién sabe lo que se demanda fuera de Cuba. A lo mejor esas inversiones, aún siendo importantes y tal vez necesarias, sin un adecuado conocimiento del mercado exterior, no dan el fruto apetecido. Desde hacer muchos años, décadas, la economía castrista funciona al margen de la leyes inexorables del mercado. Y además, cuando tratan de aplicarlas y de incorporar alguna racionalidad a los procesos empresariales, van y lo hacen mal.
Si el gran Jean Baptiste Say levantase su cabeza
se sorprendería al comprobar que los comunistas cubanos aplican a "pie juntilla"
su conocida ley, relativa a que “la oferta crea su propia demanda”.
Qué lejos están aquellos principios, enumerados en el siglo XVIII,
de la realidad actual de la globalización y la competitividad en el siglo XXI. Y qué
lástima es que los responsables de la exportación cubana piensen de
esta forma.
Y lo dejamos aquí. En otro post del blog
examinaremos con más detalle por qué no exporta la economía
cubana.
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