El dólar vuelve a campear libremente por la Cuba de Fidel Castro
Elías Amor Bravo, economista
En octubre del año pasado, el
gobierno comunista autorizó tiendas que vendían sus productos en dólares, tras
15 años de prohibición de comercio en la moneda del imperio culpable del
embargo o del bloqueo. En aquel momento, se interpretó la medida como una
reacción del régimen a la crisis energética provocada por la reducción de suministros
de Venezuela y el refuerzo de la presión por las medidas de la administración
de Donald Trump.
A partir de entonces, los equipos
electrodomésticos, televisores de pantalla plana, refrigeradores y aires
acondicionados, ciclomotores eléctricos, partes y piezas de autos, junto a
otras mercancías, se empezaron a vender en dólares en una red de
establecimientos creados ex profeso, a lo largo de la Isla. La medida, justificada
por el gobierno como un instrumento para concentrar las divisas que entraban en
la economía, realmente acabó siendo un duro golpe a la actividad privada en la
economía informal de las mulas que se venían dedicando a estas operaciones en
los últimos años.
En medio de la grave crisis
sanitaria y económica provocada por el COVID19 y sin aviso previo, el gobierno
comunista cubano ha dispuesto, por medio de una Resolución administrativa del
Banco Central de Cuba, la 73/2020, que el dólar, la moneda del imperio, el gran
culpable del embargo o bloqueo que atenaza a la isla, será aceptado en todas
las operaciones relativas a las ventas minoristas en divisas, y también en aquellas
relacionadas con la importación de mercancías al país. Los pagos no se
realizarán en efectivo, sino por medio de tarjetas magnéticas con respaldo en
cuentas previamente abiertas en bancos estatales.
Otra novedad de la Resolución
73/2020 es la eliminación de la residencia permanente de la persona natural,
como condición para realizar ese tipo de operaciones en dólares, como para realizar
la importación de productos a través de entidades autorizadas por el Ministerio
de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera. Es evidente que la medida de recaudación de divisas va dirigida especialmente a cubanos del exterior que en la regulación anterior, quedaron al margen.
A partir de la entrada en vigor de
la norma, todos los comercios que operan en divisas (en concreto la red de
establecimientos previamente autorizados) tendrán la posibilidad de aceptar
pagos realizados por las personas naturales con tarjetas magnéticas en dólares,
sin necesidad de referir el valor de la operación a las monedas nacionales (el
CUP o el CUC). Los establecimientos podrán fijar precios en dólares y realizar
las transacciones en dicha moneda.
Las personas naturales que deseen
realizar estas operaciones deberán tener previamente abiertas, cuentas en
dólares, en una serie de bancos estatales, y podrán disponer del dinero en
cajeros automáticos, los terminales de punto de venta (TPV o POS), así como
otros canales de pago. Las tarjetas magnéticas asociadas a cuentas bancarias en
divisas extranjeras (dólares, euros, dólares canadienses, libras
esterlinas, pesos mexicanos, coronas danesas, coronas noruegas, coronas suecas
y yenes japoneses y otras) podrán ser utilizadas en la red de las tiendas
autorizadas que ya empezaron la comercialización en octubre del pasado año.
Nada se establece sobre la eventual extensión a otros establecimientos.
Transcurrido un período de tiempo
desde la aplicación de la Resolución 275/2019, que autorizaba la creación de
las cuentas bancarias en moneda convertible, para realizar compras en las
tiendas en moneda libremente convertible por medio de tarjetas magnéticas en el
Banco de Crédito y Comercio, el Banco popular de Ahorro y el Banco
Metropolitano, el gobierno comunista ha considerado que el experimento debe
aplicarse de forma generalizada, de modo que la nueva Resolución 73/2020
aprovecha lo que ya se había puesto en marcha y extiende el número de
operaciones a realizar con las tarjetas magnéticas, a todo tipo de las que se
realizan normalmente para los usuarios de las mismas que previamente estaban
respaldadas en CUP y CUC, las monedas nacionales.
En la actualidad, las cuentas en moneda
libremente convertible se nutren de transferencias bancarias procedentes del
exterior en distintas monedas. También pueden recibir transferencias internas
desde otras cuentas similares, radicadas en las entidades bancarias de la isla,
o de FINCIMEX S.A, en este caso por concepto de remesas. Otra opción que tiene
menos preferencia entre los ciudadanos para incrementar el saldo de las cuentas
es el depósito directo que, como ocurre solo en el caso de los dólares
estadounidenses debe sufrir un impuesto del 10% del importe depositado, lo que
no ocurre con otras divisas, como euros, libras esterlinas, dólares
canadienses, francos suizos, pesos mexicanos, coronas danesas, coronas
noruegas, coronas suecas y yenes japoneses.
Tiene razón el gobierno al señalar
que, con este tipo de medidas, no se dolariza la economía nacional. Sin
embargo, se observan efectos mucho más negativos, sobre todo para un gobierno
que declara la justicia social y la igualdad como las referencias de su
legitimidad.
En primer lugar, la amplia mayoría
de los cubanos van a quedar al margen de estas operaciones como ocurrió cuando
no se les autorizaba entrar en los hoteles o restaurantes del turismo internacional.
Estamos en ciernes ante un nuevo apartheid económico del régimen castrista a
ciudadanos cubanos si no reciben remesas del exterior, o no tienen acceso al
sector externo de la economía, donde circulan las monedas convertibles. Consecuencia,
la amplia mayoría de la población no va a poder acceder a las tiendas en moneda
libremente convertible, abriendo una considerable brecha social.
En segundo lugar, el creciente
protagonismo del dólar de Estados Unidos llega en un momento especialmente
complejo en el que se pretendía conseguir una cierta estabilidad entre el CUC y
el CUP para proceder a la tan necesaria unificación monetaria. El CUC puede
acabar siendo perjudicado y los tenedores de stocks en esta moneda experimentar
pérdidas muy notables si no proceden a su rápida cancelación. Perderán valor al
cambiar a dólares, pero igualmente perderán cuando tengan que formalizar el
depósito de un 10%. La salida de capitales al exterior por métodos informales
está servida. Para un cubano con stock de dólares puede resultar mucho más
interesante transferir dinero desde una cuenta en un banco en Madrid, que
depositar el dinero en una cuenta en un banco estatal. Un excesivo auge del
dólar puede igualmente acabar siendo una pesada losa para el CUP, como ocurrió
en los años del período especial. El dólar acaba siendo la moneda de los “ricos”
y el CUP la moneda de la canasta normada y la libreta de racionamiento.
En tercer lugar, por mucho que el
gobierno pretenda concentrar divisas por medio de estas medidas se puede acabar
encontrando con un efecto justamente contrario, si los receptores de remesas
perciben que pueden comprar más barato en la economía informal sin tener que
soportar el gravamen del 10%. Es más, este tipo de medidas del gobierno lejos
de alcanzar sus objetivos “políticos”, como la bancarización de la economía,
acaban provocando un mayor auge de las prácticas informales, lo que llevará a más
represión y control.
En cuarto, y tal vez el más
importante, el gobierno comunista de Cuba no se da cuenta que una economía no
puede funcionar a golpe de resoluciones y majaderías administrativas intervencionistas,
sino del libre comportamiento de los agentes económicos como oferta y demanda. ¿Se
creen de verdad que estas medidas van a estimular a la producción nacional?
Falso, una rápida revisión de lo que se vende en estas tiendas autorizadas
muestra que se trata de productos extranjeros, y lo que es peor, a precios internacionales,
que para muchos cubanos son prohibitivos. En vez de promover un mercado nacional
amplio para todos los cubanos, adecuado los precios a la realidad interna,
apuestan por lo exclusivo una vez más. En el paraíso del proletariado. Y encima
con la moneda del enemigo, el dólar. Visto lo visto, ¿qué más nos queda ya?
Cuba’s many experiments with its floundering currency is enough to make a person’s head spin.
ResponderEliminarNo progressive country in the world has three currencies in operation concurrently within the borders of their nation. Cuba now has the American dollar, the CUC and the lowly peso which ordinary Cubans receive in their pockets if they work for the government or any other Cuban ordained establishment.
How are ordinary Cubans suppose to operate in such a dysfunctional economic situation when from day to day the Cuban citizen does not know how long the dollar in their pocket will in fact be a currency within their country or what its true value is.
How are ordinary potential business entrepreneurs suppose to negotiate their way in such a mixed up monetary system?
I am sure all economist worldwide will agree for economic stability and progress within the country ONE national currency for all commerce is critical for successful economic exchange.
One currency transfers into trust and more importantly confidence in the fiat value of the dollar in a worker’s pocket. Until Cuba begins to understand that in order to be taken seriously economically it needs to fix its currency crisis. Introducing more monetary variety into the economy only confuses and regresses potential progress which the country desperately needs.