Ver la paja en el ojo ajeno

Elías Amor Bravo economista

Un artículo de Cubadebate titulado “Trabas en la ganadería, seis meses después” aborda una cuestión que merece ser analizada en este Blog y para la que el título ha sido elegido con sumo cuidado. Resulta que, al parecer, pese a que desde el mes de abril el régimen comunista anunció la implementación de las famosas “63 medidas” para potenciar la producción de alimentos en Cuba, transcurrido este tiempo desde entonces, los resultados no llegan. Ayer mismo, la ONEI daba a conocer en una publicación, los resultados de las principales producciones agropecuarias en el primer semestre de 2021 comparado con el mismo período de 2020, y el balance era demoledor, con caídas significativas en todos los productos, sobre todo los ganaderos.

Pues bien, no contentos con ello, el ministro de agricultura Ydael Pérez y el viceprimer ministro del ramo, José Luis Tapia, en una “road movie” por Camagüey de tres horas, con los ganaderos, productores, empresarios, dirigentes agropecuarios y las principales autoridades políticas y gubernamentales, han observado que seis meses después “persisten trabas o se crean otras que impiden alcanzar el objetivo de aumento de la oferta”. Y estas trabas son para los dirigentes “violaciones de las normas, falta de comunicación, estatismo y poco dominio de las medidas por parte de todos los actores involucrados”. Casi nada. La culpa siempre es de otros.

Los dirigentes dieron rienda suelta a sus quejas por las trabas.

La primera hizo referencia a un dato que para ellos es incomprensible, pero que tiene mucho sentido. Al parecer solo han negociado contrato directamente con la Empresa Láctea 9.142 productores de leche de los más de 12.600 inscritos en el territorio camagüeyano.

Según los dirigentes, es necesario impulsar este paso porque se eliminan intermediarios y se asegura la relación directa de los campesinos con la industria. La eterna animadversión comunista contra la distribución comercial que, cuando adopta la forma privada y competitiva, genera canales eficientes que aseguran que los productos vayan del campo a la mesa a los mejores precios. El hecho de que en Cuba estas tareas se encarguen a un monopolio estatal, acopio, es el mejor ejemplo de lo contrario.

Mandar a los directivos de las empresas a las casas de los guajiros a negociar, como dijo el ministro, “y si es necesario, contratar gestores para terminar esto en un mes”, es una pérdida de tiempo porque esa función, aunque los comunistas lo nieguen, la puede hacer y la debe hacer, una empresa privada competitiva. Hasta que eso no llegue, la leche seguirá siendo un artículo escaso. El dirigente comunista tiene que entender que el guajiro no debe leche a nadie, y que, si 2.000 millones de litros de leche no llegan “al plan acordado”, la culpa no es del guajiro, sino del plan, cuya calidad debe dejar mucho que desear.

Los dirigentes se quejaron también de lo que denominaron “otro hecho inexplicable”, que es que todavía ningún productor tenga tarjeta para realizar pagos en divisas y MLC. Yo creo que sí, que tiene explicación y que los dos dirigentes agrarios del régimen saben bien lo que ocurre. Otra cosa es que lo quieran decir. Y una vez más, la culpa es de los otros: el atraso de las tarjetas corresponde al sistema bancario, que debería ser el más interesados en la apertura de las nuevas cuentas. Parece que no se han dado cuenta, o no han querido hacerlo, que sistema bancario, ministerio, productores, empresas, etc; todo el sistema depende de una sola mano, la del estado, que es el único responsable del desastre y de que no se hagan las cosas. La magia de la economía de mercado es que, sin necesidad de estado alguno, los acuerdos se cumplen y todo el mundo sale ganando. Que tomen buena nota.

La demagogia oportunista de estos dirigentes es insoportable, cuando dicen que “no podemos pretender que el campesino deje el surco para ir a hacer una cola al banco, no son hombres y mujeres de trámites. El banco tiene que asumir su papel de servidor público y llegar hasta las bases productivas, las delegaciones de la agricultura o la ANAP para buscar todos los datos y que luego solo sea firmar y recoger la tarjeta”.

Lo que deberían saber es que el campesino está harto de que no le dejen trabajar con tantas medidas (63), el exceso de burocracia, las arbitrariedades de los comunistas locales, y tanta injerencia directa en su actividad, en vez de liberar el marco intervencionista actual y facilitar la toma de decisiones libres con los ingresos que se obtienen de las cosechas por su venta al mejor postor. La economía de mercado hace a los actores económicos prosperar.

El tema de las tarjetas es acuciante, porque los agricultores necesitan disponer de la MLC que obtienen por sus exportaciones, y que el régimen les retira en una parte, para poder comprar en las tiendas del estado Gelma y las tiendas en MLC todo tipo de insumos, maquinaria, fertilizantes, fitosanitarios, alambre, semillas, etc que necesitan para producir. Desde hace tiempo, el régimen decidió que el sector agropecuario no pueda comprar en pesos cubanos, la moneda nacional, lo que necesita como bienes intermedios. Esto es inaudito y no se presenta en ningún país del mundo. La excepcionalidad castrista es vergonzosa.

En tales condiciones, y con trabas de este tipo, que el ministro exhorte a los campesinos a acudir a empresas importadoras para encargar lo que falta para el desarrollo de su actividad, no deja de ser una recomendación imprudente, que carece de toda lógica si no existen marcos de colaboración entre proveedores de una misma cadena de suministro, cosa que en Cuba es harto difícil, incluso con las 63 medidas. Si lo que andan buscando los dirigentes comunistas son pequeñas fábricas de queso o hamburguesas, difícilmente van a conseguir el aumento general de la oferta que necesita la economía.

Los dirigentes también hablaron de un paquete de cinco resoluciones que equiparan a los colectivos laborales de las Unidades Empresariales de Base, las Unidades Básicas de Producción Cooperativa y las Cooperativas de Producción Agropecuaria con el resto de los campesinos y cooperativistas. A partir de ahora, los obreros de esas bases podrán manejar directamente presupuestos y créditos y contratar usufructuarios y fuerzas laborales, entre otras prerrogativas. Las disposiciones fortalecen la empresa estatal socialista del sector y la hacen más competitiva. En absoluto van dirigidas a potenciar el marco en que se ejercen los derechos de propiedad privada. Como si la solución a los problemas de oferta de productos agropecuarias estuviera en la empresa estatal.

Los representantes del sector agropecuario camagüeyano que asistieron al evento calificaron, como no podría ser de otro modo, “de revolucionarias y muy necesarias para robustecer el trabajo del campesinado” las 63 medidas y las cinco resoluciones citadas, pero mostraron su vergüenza, a modo de juicio popular castrista, por “no marchar al ritmo de implementación que necesita el pueblo”.

El juicio popular a los ganaderos lo dirigió el primer secretario del partido único en la provincia, Ariel Santana, que participó en el evento y que dijo “no podemos permitir que los empresarios y dirigentes hagan lo que entiendan más fácil y no se trabaje en equipo para cumplir lo que establecen las disposiciones. Hay que estudiar mejor cada medida e implementarla con urgencia para honrar cada compromiso con los productores y que ellos a su vez honren sus planes”. Lo que viene ya está aquí: controles, vigilancia, delaciones, sanciones, castigos y represión a la vista. Aviso a navegantes. Y más caída de la producción.

Nadie va a negar que las trabas impiden a los campesinos producir más y hacer crecer la oferta a los niveles que exige la economía nacional. Pero esas trabas se encuentran relacionadas con los aspectos jurídicos y estructurales del modelo social comunista que rige la economía cubana, y que impone por la fuerza el partido comunista. A los dirigentes comunistas les cuesta ver la paja en el ojo ajeno, porque las trabas no dependen de los excesos de burocracia o de los impedimentos legales que por todas partes actúan como freno el desarrollo de la ganadería y la agricultura. Lo que realmente impide a los actores económicos funcionar mejor es el modelo, que está obsoleto y pide a gritos un cambio de 180º.

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