La educación comunista 2.0: otro fracaso a la vista

Elías Amor Bravo economista

No engañan. Los comunistas cubanos no se andan por las ramas cuando les interesa. Y no pierden la menor ocasión que tienen para mostrar las cartas del régimen tiránico en que se ha convertido Cuba, de la mano de los llamados “revolucionarios”. Me refiero a las palabras de Díaz Canel a los profesores en Cuba. 

Mi madre fue profesora en Cuba. Estudió en los años 40 en la Escuela normal de La Habana y luego en los 50 concluyó, mientras trabajaba, el doctorado en pedagogía. Se bien de qué hablo. Siempre me contaba sus peripecias, con sus compañeras de promoción, y cómo se empleaban a fondo en la educación de los niños cubanos con las técnicas más avanzadas de la época. Aunque ella trabajó siempre en la escuela pública, recibió ofertas para el sector privado que tenía en Cuba colegios de un nivel de calidad excelente. Me supo trasmitir su vocación por la enseñanza y yo estuve casi 30 años de mi vida impartiendo lecciones de economía en varias universidades españolas.

Nunca nadie le dijo a ella, ni tampoco a mí en este largo período en España, lo que se tenía que decir a los alumnos en clase. La libertad de cátedra es una máxima de los sistemas educativos modernos que, en Cuba, a tenor de lo que dice Díaz Canel y recoge Granma en una nota titulada, “Que quienes educan estén conectados con el espíritu de la sociedad”, está totalmente abolida. Y, además, no lo niegan. Díaz Canel dijo abierta y claramente en una reunión con el claustro de la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona” que “el profesor en Cuba como ciudadano de una sociedad socialista, como ciudadano revolucionario, como protagonista esencial en los procesos formativos de sus estudiantes; maestro que adquiere sus herramientas en una escuela de pedagogía -de larga tradición emancipadora, forma a generaciones donde habita el futuro del país”, Casi nada.

Para el régimen comunista cubano, antes que ser maestro y enseñar, hay que ser socialista, revolucionario, etc., etc., de modo que está claro que, si un docente no comulga con esos principios, malo, muy malo. En cualquier país del mundo existen profesores de distintas ideologías que las dejan en la puerta de la clase cuando comienzan su actividad por la mañana. Los padres eligen con libertad a qué colegios quieren enviar a sus hijos en función del tipo de educación que desean. La libertad es el factor dominante en el proceso educativo. Nadie puede ser excluido por pensar diferente. Si se trata de confundir, al situar a los profesores al nivel de ciudadanos, el concepto de ciudadanía para los comunistas cubanos debe estar basado en las “condiciones nuestras”, porque si no es así, se concluye de lo dicho por Díaz Canel, lo mejor que puede hacer ese docente es marcharse.

Según Díaz Canel, el maestro, antes de impartir conocimientos o habilidades a los alumnos, tiene un papel fundamental en el fortalecimiento de “conceptos como poder popular, democracia o participación”. No tiene que mencionar, ni de paso, otros conceptos como libertad de elección, derechos de propiedad, pluralismo democrático, derechos humanos, ética y responsabilidad. Todo esto se encuentra proscrito y si sale a flote, malo, muy malo para el profesor. 

Se tiene la sensación de que, los comunistas cubanos, cada vez más preocupados por un estallido social, que puede ocurrir en cualquier momento, quieren dar una vuelta más a la tuerca del sistema educativo, que controlan y hacen suyo, para, como dice Díaz Canel, “perfeccionar la formación de quienes tendrán, desde las aulas, la responsabilidad de preparar al ciudadano de la Cuba futura”. Y ya se sabe, cuando en Cuba hablan de perfeccionar algo, no dicen otra cosa que hacerlo más comunista, más servil. Aunque de momento, según Granma, se trata de una propuesta, es evidente que el régimen quiere que los estudiantes, profesores, coordinadores de carreras universitarias, y otros actores, se pongan en fila a obedecer las consignas, y para ello implementará las medidas que sean para lograr sus objetivos. Una especie de escuela al campo 2.0 que no se sabe bien en qué puede acabar.

Y así, en el debate que se abrió entre los participantes del coloquio, se abordaron temas como la formación integral de los maestros “por parte de la revolución”; la vinculación de quien se forma con la “cultura, con los anhelos y contradicciones de su país”; el  desarrollo de la pedagogía social, para que los alumnos comprendan “la vulnerabilidad de un barrio”; el enriquecimiento de la cultura psicopedagógica para poder enfrentar los problemas y desafíos que el profesor tiene en su práctica educativa; el desarrollo de una cultura de la ciencia desde edades muy tempranas, y una serie de temas que no hacían otra cosa que reforzar el papel del estado, ya de por sí elevado, en el sistema educativo. No conviene olvidar que en Cuba la provisión de educación es 100% con cargo al presupuesto estatal.

Díaz Canel no quiso perder la oportunidad para volver a sacar su tesis doctoral del cajón, al referirse a la necesidad de “potenciar el método científico para toda la labor pedagógica”, según él una cuestión planteada por profesores en encuentros anteriores. Para esta labor, Díaz Canel dijo, cómo no, que “las categorías del pensamiento marxista, el método científico que usó Marx, que es hacer abstracciones, sacar los elementos fundamentales, encontrar lo casual, después integrar, trabajar sobre las causas (…), todo eso lo tenemos que incorporar”. Realmente si esto es lo que quieren imponer en el Varona, que es el lugar donde se forman los maestros cubanos del presente y futuro, es que algo están tramando, y no pinta bien.

Y aquí llega el punto que justificó esta entrada del blog. En el encuentro se habló de la importancia de estudiar “economía política para entender los procesos que acontecen en la sociedad y tomar las decisiones más útiles a cada momento”. Tal vez, lo único relevante que se dijo en la reunión. Pero más que economía política, mi sugerencia modesta es que sea Economía, y con mayúscula, con sus leyes micro y macro económicas que permiten explicar el comportamiento de los individuos y las sociedades con relación a la actividad económica independiente del estado. Algo de lo que Cuba está carente y necesita cada día más. El desarrollo del sector privado, por ejemplo, se podría ver muy beneficiado si en los programas educativos y desde edades tempranas, se introdujeran los conceptos económicos básicos a los niños cubanos, sin manipulaciones y tergiversaciones comunistas.

Solo me queda una reflexión. Si el gran Enrique José Varona, que tuvo un final a su larga trayectoria de servicio público, inmerecido, viera que han hecho los comunistas de Díaz Canel con su nombre y su personalidad, no podría sentirse feliz. Su pensamiento pedagógico iba dirigido a crear personas libres, capaces de influir en el desarrollo de la nación, y no autómatas al servicio de una ideología viscosa y obsoleta. Y cierto, Varona dejó escrito: “es necesario que (quien educa) esté en comunión con el espíritu de la sociedad, que es en el fondo y sobre todo quien educa”, pero Varona nunca pensó en una sociedad monocolor y exclusivista de los que no piensan igual. Su idea de la sociedad de seres humanos libres y con capacidad para pensar de forma diferente, rompe con el paradigma comunista de la uniformidad. Los dirigentes cubanos deberían tener mucho cuidado cuando citen la historia, deberían hacerlo de forma correcta.

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