La economía cubana cerca del colapso

Elías Amor Bravo economista

En la última edición de Mesa redonda el ministro de economía Gil reafirmó el modelo “socialista” para sacar a la economía cubana del bache, una combinación de rechazo al mercado y de apuesta decidida por la planificación que son, en definitiva, las causas del círculo vicioso en que se encuentra la economía. No hay mejor forma de morir matando. El castrismo, en fase terminal, todavía puede causar mucho daño a la sociedad cubana.

Porque en contra de lo dicho por el ministro en el programa, la economía de Cuba no se encuentra en “senda alguna de recuperación económica”. Está muy cerca de colapsar. Nadie se debe engañar.

No hay un solo indicador de la economía que mejore. De hecho, en la Mesa redonda se citaron ejemplos de la angustia de corto plazo por sobrevivir, y se citó el caso de la leche para niños, que no está asegurada, o las entregas de café cada vez más dependientes de la importaciones. No hay renglón de la economía cubana que muestre datos positivos y así no se puede continuar.

Incluso la tan renombrada “canasta básica normada” se encuentra en el centro de la preocupación de la ciudadanía porque se han producido atrasos y otros productos no se han podido entregar en el mes correspondiente. La dependencia externa de los alimentos exige disponer de unas divisas que no se tienen. La solución para los comunistas es dejar de importar y reducir los alimentos a la población. Un desastre.

La Mesa redonda se centró en el análisis de la “compleja situación que vive el país en materia de generación eléctrica por déficit de combustible, así como el impacto en otros aspectos prioritarios para el pueblo”, con la participación del ya citado Alejando Gil y del ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy.

Este fue el encargado de empezar el programa y explicó “la estrategia del país para garantizar la estabilidad del servicio eléctrico, sobre todo en los meses de julio y agosto” de alto nivel de consumo. Refirió a un plan de acciones destinado a aumentar las horas de mantenimiento planificado, con la finalidad de recuperar potencia y no tener que trabajar contra afectaciones. En ese sentido, citó la recuperación de la Unidad 6 de la Termoeléctrica del Mariel y los emplazamientos del propio Mariel y Moa, lo que permitió incorporar una potencia de más de 300 megawatts (MW). Sin embargo, siguieron existiendo los apagones.

Habló también de perforación de dos pozos de gas de Energás, que no se encontraban disponibles por falta de combustible y un mantenimiento profundo a Felton. El ministro dijo que todas estas acciones dieron muy buenos frutos, y que, pese a un aumento récord en materia de consumo en julio y agosto, fue posible mantener el servicio con afectaciones mínimas, que solo llegaron a un 2% en relación con el año anterior, manteniéndose los consabidos apagones, siempre presentes en la realidad del país.

El ministro dijo también que ahora existe mayor disponibilidad en materia de potencia que en momentos anteriores, pero sentenció que “el problema está en el combustible” y pese a los esfuerzos realizados con todos los combustibles, el problema se mantiene. En ese punto, dijo que “no hemos llegado a cero, ni vamos a llegar a cero” una frase realmente inquietante que da una idea bastante aproximada de la situación actual.

Respecto de la matriz energética, el consumo sigue altamente concentrado en las energías no renovables. Realmente poco ha cambiado el modelo actual con respecto al que existía en tiempos de Batista, pese a que han pasado 64 años. Es el caso del diésel, del que Cuba consume entre 120.000 y 130.000 toneladas mensuales.

De modo que ante la imposibilidad de adquirir el combustible, la única forma de paliar la escasez es reduciendo el consumo, y aquí el ministro habló de las medidas ahorro energético, tanto en el sector estatal como en el residencial, este último el de mayor consumo de ese servicio. Si, ahorro energético en Cuba. Ver para creer.

El ministro está pidiendo a los cubanos que vivan a oscuras, ya que según dijo, un bombillo de 20 watts, apagado, en cuatro millones de viviendas, significa un ahorro de alrededor de 8 MW, que es lo que consume como promedio un municipio. El ministro quiere una mejor organización y uso racional de equipos de aire acondicionado, pero aunque no lo dijo, eso pasa por apagar todo y volver a las cavernas.

Y llegados a este punto, después de explicar la gravedad del momento, apuntó a que puede producirse a partir de octubre una mejoría, con la entrada de Energás, y de nuevo, la llegada paulatina de combustible. Este argumento sirvió para el envalentonamiento habitual contra el vecino del norte y el embargo/bloqueo, que según dijo el ministro, sigue siendo el principal obstáculo para acceder a piezas de repuesto y a otros recursos necesarios en los mantenimientos de las termoeléctricas. Falso. El principal obstáculo es la falta de crédito de Cuba en los mercados financieros internacionales al no pagar sus deudas. Las cosas se tienen que explicar y decir la  verdad. Siempre.

Dijo después que continua el plan de acción para recuperar las unidades de generación con el uso de combustibles nacionales, que son altamente contaminantes y van en contra de cualquier esfuerzo medioambiental. Dijo también que la Unión Eléctrica, en su desarrollo estratégico, avanza hacia las energías renovables, para lograr independencia de los combustibles de importación, pero no citó porcentajes ni valor inversionista.

En este punto, el ministro de economía Gil dijo que ahorrar no es dejar de hacer, sino consumir menos sin paralizar actividades y añadió “que la máxima dirección del país, en reunión con las autoridades de todas las provincias, analizó de forma detallada las estrategias que se adoptan en cada territorio”. Y aquí llegó la sorpresa de la noche al reconocer el ministro que, entre las decisiones, se encuentran la de “aplazar actividades que no tengan carácter urgente, retomar el teletrabajo donde sea posible, y disminuir el uso de equipos altos consumidores, como los aires acondicionados en oficinas”, medidas que recordaron los tiempos de la pandemia.

Decisiones que aunque el ministro no lo reconozca, suponen disminuir el nivel de actividad en algunos centros de trabajo, lo que acentúa la gravedad del estancamiento económico así recesión en que se encuentra la economía cubana, y con ello las dificultades para salir de la actual crisis. Las soluciones y alternativas que están buscando las autoridades, una vez más se sitúan en contra de la situación económica que se pretende arreglar. 

La decisión de priorizar el combustible a la agricultura en este periodo de déficit para garantizar la producción y el acopio de alimentos a los agromercados, es una acción desesperada que dice muy poco en favor de quién la adopta si luego existen afectaciones por falta de combustible en el transporte público, local, intermunicipal, interprovincial, transporte de los trabajadores y del ferry hacia la Isla de la Juventud.

Lo más grave de todo es que este conjunto de medidas surgen de un ejercicio de planificación central económica, que sigue estando en el adn del régimen comunista cubano. Y que se resume en la frase del ministro Gil, “todos los que reciben designaciones saben de qué combustible disponen para organizarse mejor y buscar las diferentes alternativas; una experiencia de este momento que podemos mantener”. ¿De verdad cree que es así?

El ministro se mostró convencido de que habrá afectaciones palpables, y de que la economía se acerca a un escenario de contracción, pero “no habrá un colapso”. No está tan claro que vaya a ser así ya que Marrero hace unos días, expresó sobre las medidas de ahorro energético que “deben ser extensivas a todos los actores económicos” en clara contradicción con esa discriminación expuesta por el ministro de economía. La economía cubana se encuentra colapsada desde hace tiempo, y lo que es peor, negarlo o no reconocerlo, es una actitud imprudente de las autoridades. Deberían mirárselo.

 

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