Transportes y mipymes: la economía cubana no va bien
Elías Amor Bravo economista
Cuando falta poco más de un mes para el cierre del ejercicio económico, la Oficina Nacional de Estadística, superados sus quebrantos en la página web, sigue publicando a cuenta gotas algunos indicadores que pueden servir para realizar una valoración de lo que ya es conocido por todos: en 2023 la economía cubana habrá tenido otro ejercicio muy negativo y van cuatro seguidos desde el comienzo de la pandemia.
Años en los que se ha destruido PIB real, de modo que, con toda seguridad, la cifra de este indicador a finales de 2023 seguirá estando situada por debajo del nivel alcanzado en 2019, lo que significa que los cubanos serán más pobres que entonces. Con ello, la economía cubana confirma su rezago con respecto al resto de los países del mundo. Cuatro años perdidos en los que el balance de la política económica deja mucho que desear.
Y así, junto al dato mensual del IPC que experimenta una cierta moderación a niveles muy elevados, o las entradas de turistas, que no acaban de repuntar al alza, ya conocidos, la ONEI acaba de informar sobre la evolución del sector transporte en el período enero a septiembre de este año, datos que previsiblemente no van a cambiar de forma significativa en el último trimestre del año.
Si se atiende a las informaciones publicadas, los resultados no pueden ser más descorazonadores y 2023 cerrará como uno de los peores ejercicios para el sector transporte de la economía cubana que, no olvidemos, ya concentra el 11% del empleo. La falta de combustible ha condicionado de forma alarmante la actividad en el sector.
Vayamos por partes. El transporte de viajeros ha registrado un práctico estancamiento en sus cifras, con un escaso aumento del 1,3% respecto al mismo período del año anterior. Un dato hasta cierto punto engañoso, ya que si se divide entre el transporte por medios convencionales (ómnibus, taxis, marítimo, cooperativas de transporte o aéreo) se observa que, lejos de crecer, este ha disminuido un 5,9% con respecto a los resultados del año anterior.
Entonces, ¿de dónde viene ese débil aumento del 1,3% antes citado? Pues del transporte de viajeros por medios no convencionales o también denominado “otros medios” en la estadística, que en Cuba son bien conocidos en épocas de escasez de combustible. En esta modalidad el aumento ha sido de un 11,6%. Lo grave es que las cifras de viajeros transportados por ambos medios prácticamente se han igualado, 427,4 millones en transporte de medios convencionales y 348,9 millones en otros medios. La relación entre ambas categorías nunca se había equiparado de este modo en los últimos años lo que indica que la falta de combustible está provocando una segmentación tendente a la desigualdad en la movilidad territorial de los cubanos.
Datos significativos que se extraen de la publicación, permiten constatar el origen de la parálisis de la actividad en la economía cubana. Por ejemplo, el transporte en ómnibus de uso público, 257,7 millones, que concentra casi el 35% del transporte total de viajeros, se desplomó un 14,6% con respecto al mismo período del año anterior. El estado incumple de forma sistemática en sus "servicios" y “bloquea” con su parálisis el funcionamiento económico. Por el contrario, el transporte de viajeros en taxi, aun cuando registra una cifra inferior, 94,6 millones, aumentó un 46,8%. Alguien debería explicar estos resultados que confirman que lo público o estatal no funciona, y sin embargo, el sector privado capea mejor la grave situación. Las desigualdades sociales a la vista, también en transportes.
Y si la información de la movilidad de viajeros apunta a una economía paralizada, el tráfico de mercancías no deja dudas al respecto. Entre enero y noviembre de este año, el transporte de mercancías se hundió un 12,2% con respecto al mismo periodo del año anterior. Y aquí no hay solo una responsabilidad directa del escaso combustible, sino de la grave crisis productiva que atraviesa el país.
Los camiones, por ejemplo, que concentran casi el 80% de la carga transportada, vieron reducidas sus cifras un 12,3% con respecto al año anterior, siendo el desplome más acusado e intenso en el ferrocarril, un 32,6% menos. Este medio, que se reconoce como el más sostenible y con menor consumo energético, es el que más decrece en la economía. Incluso el transporte aéreo se redujo un 11% en tanto que el crecimiento se produjo en el transporte marítimo, caso todo en la modalidad de cabotaje, con un 31,3% más, pero su participación en el total de las mercancías transportadas apenas llega al 8%.
Los datos, no por conocidos, deben estar causando alarma a las autoridades que vuelven a comprobar que la economía sigue sin mostrar signos de recuperación en un sector clave como el de los transportes, que se identifica con la movilidad de factores y de recursos que están en la base del funcionamiento de la economía.
La ONEI también ha ofrecido datos relativos a la evolución de la denominada “entidades de la organización institucional” en la que el régimen sitúa a las nuevas mipymes. Y ciertamente, aquí el dato es significativo por cuanto a finales de septiembre había en Cuba 7.489 mipymes privadas y otras 94 estatales, lo que suma un total de 7.583 mipymes.
Finalmente se han convertido en las entidades más numerosas de la economía, superando las 1.907 empresas estatales o las 5.138 cooperativas (donde se encuentran todas las categorías). Cierto que se reconoce el “triunfo” de la mipyme en la organización institucional, pero conviene no lanzar campanas al vuelo. Hay algo que indica que la fanfarria de las mipymes puede estar tocando a su fin. En septiembre de 2022 había 4.717 mipymes, y un año antes la cifra era de 264 a poco de entrar en vigor la normativa del régimen que las autorizaba.
Conviene retener estos datos, porque el aumento espectacular del primer año, que multiplicó por 17 la cifra inicial, ahora ya no sigue con la misma intensidad, y ese factor multiplicador en el último año se ha reducido a tan solo solo a un 1,6.
¿Qué quiere decir esto? Muy sencillo, el interés del régimen por la mipyme las ha hecho crecer más que el resto de entidades, pero la dinámica evolutiva de las mipymes ha entrado en una fase de menor crecimiento o cierta estabilización, que de continuar en el futuro, habrá dejado un balance muy limitado de estas entidades.
Conviene recordar que en Cuba antes de la ofensiva revolucionaria de 1968 había más de 50.000 entidades que pudieran asemejarse a las actuales mipymes, y ello con la mitad de la población. Visto en perspectiva, y teniendo en cuenta que el régimen ya ha empezado a frenar la expansión de las mipymes, difícilmente se alcanzarán aquellos resultados.
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