¿Por qué no crece el empleo asalariado en la economía castrista?
Elías Amor Bravo, economista
¿Inquieta al régimen castrista la baja contratación de trabajadores asalariados por los cuenta propistas? ¿Por qué, a pesar de que existen ya 471.085 trabajadores por cuenta propia con licencia, según datos oficiales, tan solo han contratado a 99.395 asalariados?
La ratio de empleados por empleador en cualquier economía se sitúa en una media de 1 a 5, desvelando con ello el predominio natural de las pequeñas y medianas empresas, en general. Si en Cuba se mantuviera esa ratio, el número de trabajadores contratados debería ascender, con la cifra de cuenta propistas que existe, a 2.355.465, casi ell 50% del empleo total que existe en la economía. Uno de los objetivos de los llamados "Lineamientos" es reducir el empleo estatal y favorecer el aumento de las actividades privadas. No parece que ésta sea la tónica que ofrecen los datos, tal y como va el ritmo de aumento del número de trabajadores contratados.
¿Qué ocurre en la economía castrista para que no se aproximen las cifras de contratación? Dar respuesta a esta pregunta obliga a examinar algunas cuestiones fundamentales.
Primero, la naturaleza de las actividades autorizadas por el régimen, básicamente en el sector servicios y en oficios que tienen una limitada capacidad de creación de puestos de trabajo, como son la elaboración y venta de alimentos y el transporte de cargas y de pasajeros. Incluso en aquellos como la restauración, donde existe potencial de crecimiento del empleo, las autoridades han fijado límites a la dimensión de las paladares (en número de mesas y de sillas, etc), para que no alcancen economías de escala. Sin aumento de las dimensiones de los pequeños negocios, por muy positiva que sea la pequeña y mediana empresa para la economía de un país, los bajos niveles de productividad alcanzados impedirán a los emprendedores contratar más gente. No hay más vuelta de hoja en esta cuestión.
Segundo, la limitada productividad del capital. Las restricciones financieras operan no sólo como consecuencia de un sistema bancario controlado por el estado, sino por las limitaciones para financiar el crecimiento de los pequeños negocios, lo que unido a una presión fiscal y de seguridad social elevada, hace inviable el coste de la contratación de más empleados. Se ha sabido que buena parte de la financiación existente detrás de muchos pequeños negocios en la economía castrista tiene su origen en las remesas procedentes del exterior. Sin capital productivo, una economía no puede crecer. La participación de la formación bruta de capital fijo en el PIB de la economía castrista, apenas un 9%, es de las más bajas del mundo y poco estimulante para el desarrollo emprendedor.
Tercero, por si lo expuesto no fuera suficiente, las normas del "Código de trabajo castrista", aprobado en el mes de diciembre pasado después de larga maduración, han mostrado que no sirven para mejorar el marco de las relaciones laborales en la economía de base estalinista que sigue operando en la Isla. Sin libertad ni pluralismo sindical, y siendo las organizaciones de pequeños emprendedores políticamente ausentes, no existe espacio para el desarrollo del diálogo social, que es clave para la evolución sostenible de la economía. El Código de trabajo, con sus burocráticas restricciones y exigencias de control por el aparato político del país, está siendo un obstáculo para el desarrollo de la contratación. Su desarrollo normativo debería tener en cuenta esta situación y apostar por una mayor flexibilidad que aporte oxígeno a la economía de base privada.
Además de los aspectos mencionados, los desmanes de los inspectores comunistas contra los trabajadores por cuenta propia provocan el sonrojo de los observadores, analistas y en general de cualquiera que siga con interés el proceso de nacimiento de los pequeños negocios en Cuba. Como ocurrió días atrás en Santiago de Cuba, cuando una ola de chequeos ocupó las primeras páginas de los medios, pese a la escasa relevancia de los problemas detectados, por otra parte, consustanciales al nacimiento de cualquier sector emprendedor y fácilmente subsanables sin necesidad de penalizaciones o castigos desmedidos..
En tales circunstancias, se confirma una vez más que las bases institucionales y jurídicas de la economía castrista tienen poco margen para dar oportunidad a la empresa privada a mejorar sus perspectivas de desarrollo. No es posible el desarrollo de la economía de mercado en Cuba sin un cambio de 180º en las bases de funcionamiento del sistema. Estas se resisten a abandonar las prioridades del centralismo burocrático, la planificación, la ausencia de derechos de propiedad y mercado, la falta de estímulos e incentivos económicos, la óptica de la rentabilidad y del beneficio, manteniendo a los trabajadores por cuenta propia como un “mal menor” que se tiene que aceptar para que el conjunto del sistema no sucumba. Malos presagios. Las cosas ni van ni irán bien.
"las autoridades han fijado límites a la dimensión de las paladares (en número de mesas y de sillas, etc)". Eso FUE cierto, ya NO lo es, esos límites ya no existen. Sin embargo el autor no menciona (o no conoce) otro problema, a mi modo de ver decisivo: crear puestos de trabajo se sanciona. Me explico: por los cinco primeros contratados no hay que pagar impuesto por contratación pero a partir de ahí sí, por los próximos 5 se fija una cantidad, por entre 11 y 15 hay que pagar más todavía, y así sucesivamente. O sea, es intención declarada desincentivar la contratación de personas, con el fin de evitar (y aquí cito a las autoridades) "el crecimiento desmedido".
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