Sobre Iberia y el fin de sus vuelos a La Habana

Elías Amor Bravo, economista

Iberia ha anunciado que deja de operar con La Habana. Un destino clásico de la compañía que ha suprimido, sin dar demasiadas explicaciones. Si la línea es deficitaria, la empresa está en su perfecto derecho a hacer lo que crea conveniente.

En los años 60, los vuelos de Iberia que salían de Madrid rumbo a Cuba iban prácticamente vacíos. ¿Quién podría aventurarse a visitar un país que se cerraba frente al exterior y que no admitía más inmigrantes, como había ocurrido en los años 50? Sin embargo, aquellos aviones se convertían en una de las salidas naturales para el exilio. La conclusión es que volvían a la península, repletos de pasajeros que pagaban sus billetes con los pocos recursos que disponían o el dinero que enviaba la familia ya exiliada. España, tal vez Madrid, aparecían como una etapa intermedia en un largo camino, no exento de dificultades, para aquellos que no deseaban compartir su existencia en un sistema político totalitario, que cercenaba las libertades políticas y económicas.

Los vuelos de Iberia, su personal siempre atento y complaciente, se convertían en una antesala hacia un mundo nuevo, muy distinto al que se dejaba atrás. Los aviones de Iberia, con su calefacción, sus menús ciertamente abundantes y su tenue luz, unido a la entrega de zapatillas nocturnas, almohadas o mantas, aparecían ante los ojos de los cubanos exiliados como un paraíso que nos había sido prohibido antes. Un nuevo mundo hacia el que podíamos encaminarnos con la seguridad que podríamos llegar, sin que un comité de defensa de la revolución o un miembro del partido único se metieran por medio para acabar con la existencia personal. Iberia era mucho más que todo eso. Los cubanos que abandonaron la Isla en aquellos años, y me honra conocer a bastantes, llegaron incluso a guardar los billetes de la compañía y otros enseres como reliquias de una transición hacia un mundo mejor.

55 años más tarde, esta historia nada tiene que ver con las sensaciones descritas. Han ocurrido muchas cosas por medio. Desde el período especial, los vuelos de Iberia se llenaron en dirección a la Isla, de todo tipo de viajeros de diversa calaña. Una experiencia bien conocida por todos. Los vuelos que regresaban a la península, en cambio iban vacíos. Una situación distinta a la descrita anteriormente. La competencia en los cielos permitió a otras compañías ofrecer servicios a una demanda en aumento. Y así hasta el presente.

Las reformas recientes de Raúl Castro para liberalizar la salida del país no han dado los resultados previstos. Por otra parte, España en medio de una grave crisis ha experimentando una importante reducción de sus turistas al extranjero, mientras que se alcanzan records en la recepción de los procedentes de otros países.

Y en La Habana, todo esto se vive con la eterna parsimonia de un régimen que ya aspira a institucionalizarse para siempre como si el paso del tiempo hubiera quedado estancado, y en el que los plazos de tiempo tienden a ser mucho más largos que en cualquier otro país del mundo. Muchos pensarán para sus adentros: ¡Ya volverán! Y a mi no me extraña que ocurra. Pero no será a corto plazo. Algunos indicadores apuntan a que el ritmo de viajeros a Cuba no sigue las pautas que a otros destinos turísticos de América. En el mes de julio, los datos de ONE han vuelto a presentar una caída de las cifras, y ahora, a partir de agosto, con la temporada ciclónica y el regreso laboral en Europa tras las vacaciones, no conviene esperar mucho más. Ya veremos qué dicen los hoteleros.
 

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