Los "llamamientos" no sirven para producir malanga
Elías Amor Bravo, economista
La cosa no puede estar bien. La noticia
ha dado señales de alarma, tras su publicación en el diario oficial
del gobierno. El Sindicato Nacional de Trabajadores Agropecuarios y
Forestales realiza una convocatoria a los afiliados, trabajadores y
cooperativistas a “centrar la atención en el cumplimiento de las
producciones destinadas a la alimentación del pueblo y la
sustitución de importaciones”. Y de paso, al conjunto de los
trabajadores estatales y no estatales, los cooperativistas,
familiares y cuadros de la organización. Más o menos, todo el
mundo.
Un llamado de estas características,
destinado a lograr las producciones destinadas a la alimentación del
pueblo y la sustitución de importaciones, “priorizando la atención
al acopio y la comercialización de nuestras producciones”, pone de
manifiesto las precarias condiciones en que se desarrolla el
funcionamiento de la economía castrista, el escaso alcance de las
reformas contenidas en los “Lineamientos”, por no hablar de su
rotundo fracaso, y la permanente amenaza del régimen castrista al
regreso a una trasnochada ortodoxia económica cuyos resultados son
bien conocidos.
Quienes han redactado este comunicado
confirman una visión totalmente alejada de la realidad del
funcionamiento de los sistemas económicos. ¿Dónde se ha visto que
haya que “trabajar unidos con los demás organismos que intervienen
en los diferentes procesos productivos, para que de conjunto
aportemos todas las reservas que existen, primando el rigor y la
exigencia por el cumplimiento de los compromisos individuales y
colectivos, en cada una de nuestras bases productivas?”
Enunciado grandilocuente, pero
aburrido. Y además, como confirma la experiencia, no sirve. Son
demasiados años de planificación central que nunca cumple los
objetivos, de rígido intervencionismo estatal que todo lo controla y
de frenos a la libre actuación de los poderes económicos y los
derechos de propiedad. Con este tipo de mimbres se ha querido
construir un cesto que, para mal funcionar, exige este tipo de
llamamientos a la unidad, que pertenecen más a los tiempos de la ya
lejana “guerra fría” de mediados de siglo pasado, que a las
corrientes liberalizadoras y globalizantes que sacuden la economía
mundial en nuestro tiempo.
Mal. Muy mal les va a ir a los cubanos
de este modo. Por desgracia, en contra de los redactadores de este
comunicado, pienso que los tiempos “de demostrar con hechos y
partiendo de nuestros propios esfuerzos que la batalla económica
continúa siendo el eje estratégico de la Revolución”, ya pasaron
definitivamente a la historia, y no volverán. La única forma de
“eliminar las tierras ociosas” es poniéndolas a la venta y
facilitando el desarrollo de un mercado de demanda y oferta de
tierras que permita a los guajiros cubanos volver a obtener
beneficios de su trabajo. Ya verán entonces como la ciencia y la
técnica se ponen al lado de esos emprendedores agrícolas, ayudando
a potenciar al máximo el rendimiento de los cultivos.
Y una última observación. Esa
obsesión del régimen con los “intermediarios”. Ya tardan en
reconocer que esta ha sido una de las posiciones más fracasadas en
la gestión de la economía desde las confiscaciones de 1959. Los
intermediarios, la distribución logística, son un elemento esencial
en el funcionamiento de la economía de una nación, porque ponen en
contacto, la producción con las demandas de los consumidores. Cuando pertenecen al sector privado, lo hacen con la máxima eficiencia. No es
eliminando a los intermediarios como se puede luchar contra los
elevados precios de los productos agrícolas o los desabastecimientos, sino justo lo
contrario.
Las insuficiencias que limitan la
eficiencia de la producción agropecuaria castrista se encuentran en
el aparato improductivo de las granjas estatales, las Unidades
Básicas de Producción Cooperativas (UBPC), y las llamadas
Unidades Empresariales de Base (UEB). Esta es la
rémora que se tiene que poner a disposición de los agentes privados para
dinamizar la producción y mejorar el nivel de abastecimiento
interno. Y además, cuando este sector productivo esté completamente
privatizado, ya verán que no harán falta los comunicados ni los
mensajes. Ni tampoco los cubanos tendrán que preocuparse nunca más por los desabastecimientos en las tiendas.
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