Sobre el bajo impacto de los Lineamientos en la economía familiar
Elías Amor Bravo, economista
El Comité Central del
Partido Comunista de Cuba reconoció hace algunos días, en el diario
oficial Granma, que “algunas de las medidas contenidas en los
Lineamientos todavía no tienen un impacto real en la economía
familiar". Esta declaración se realizó tras una evaluación
del grado de implementación de la nueva política raulista,
indicando que solo "se habían puesto en marcha el 21% de los
313 lineamientos y se encuentra en proceso el 77 %" en los
últimos cinco años.
El órgano dirigente
del Partido Comunista igualmente destacó “lo que falta hacer para
dar cumplimiento a lo aprobado en el Sexto Congreso”, en
particular, "la conceptualización del modelo económico social
cubano de desarrollo socialista", que acaparó un total de 600
consideraciones de los miembros del buró central, pero sin concretar
más.
Llegados a este punto,
la pregunta podría ser ¿por que las medidas de los Lineamientos no
tienen impacto real en la economía familiar? Una pregunta que se
puede responder con otra, ¿es que acaso los Lineamientos persiguen
ese objetivo? Haciendo un poco de memoria, conviene tener presente
que esta enumeración de objetivos pretende, en esencia, mantener a
la empresa estatal socialista como el eje del sistema económico en
Cuba, la planificación central de la economía y un marco limitado
para el ejercicio de los derechos de propiedad.
En ningún momento se
presenta objetivo alguno relacionado con la mejora de las condiciones
de vida de los cubanos y sus familias. Por lo que no es conveniente
buscar más de cuatro patas a un gato. Simplemente, no las tiene.
El principal problema
que se deriva de este escaso impacto de los Lineamientos sobre el
nivel de vida de los cubanos es de doble índole. Primero, que puede
suponer un fracaso de expectativas de aquellos que confiaron en esta
nueva política para dar salida a los problemas cotidianos que
afronta el pueblo cubano, lo que genera malestar y pérdida de
legitimidad. Y segundo, más grave, que las autoridades comunistas,
entendiendo que los Lineamientos no sirven, pretendan dar marcha
atrás y volver a un escenario de re centralización de la actividad
económica, como ya hicieron tras el denominado “período
especial”. Cualquiera de los dos escenarios resulta posible.
Incluso una combinación de ambos, lo que podría ser incluso peor.
En cualquier caso,
cuando un gobierno observa que la política económica que implementa
no produce los resultados deseados o esperados, al cabo de un cierto
período de tiempo, lo que debe hacer es cambiarla. Y en el caso de
Cuba, el cambio no debe orientarse hacia un mayor control por parte
del estado, sino en la dirección contraria de más libertad,
flexibilidad y mercado.
Precisamente, si los
Lineamientos han fracasado en sus objetivos es porque no han servido
para conseguir mayor libertad económica. Se han entregado tierras,
pero los precios de los alimentos se han disparado al alza porque no
se ha tenido en cuenta que hace falta promover el rol social del
intermediario y la necesidad de los productores de mejorar su escala
de producción y tener acceso a insumos. Por otra parte, se han
autorizado oficios por cuenta propia y cooperativas no agrícolas,
pero su crecimiento se encuentra condicionado por el aparato y la
presión estatal, así como por el bajo nivel de productividad de las
actividades privatizadas. Se ha autorizado una liberalización de la
venta de autos y viviendas, pero la oferta se mantiene rígida y los
precios alejados de la realidad. Todas las reformas han sido tímidas
en exceso, mostrando un alto componente ideológico que simplemente
no desea para los cubanos un modelo económico similar al de otros
países de América, o del resto del mundo.
Reformar los
Lineamientos es cambiar su curso y darles una nueva orientación. ¿Y
cuál debería ser la línea de cambios?
En primer lugar, habría
que empezar por generalizar un marco estable jurídico para el
ejercicio de los derechos de propiedad, que permitiera a los cubanos
capitalizar sus rentas y generar riqueza con sus actividades
profesionales o empresariales.
En segundo, se tiene
que extender y ampliar la cobertura del mercado como institución
básica de asignación de recursos a toda la economía, eliminando la
acción de los monopolios estatales y permitiendo a los cubanos
elegir libremente.
Tercero, hay que
generalizar el ejercicio de la libre actividad por cuenta propia, no
sólo a un reducido número de oficios, sino a cualquier tipo de
actividad económica y productiva.
Cuarto, se tiene que
promover una ley de emprendedores y empresarios que permita construir
un alto porcentaje del PIB en favor de la actividad privada.
Por último, el estado
debe retroceder a posiciones garantistas y de regulación de la
actividad económica, eliminando de sus cuentas la actividad
monopolista empresarial.
¿Es compatible este
escenario con el socialismo? Hasta cierto punto si. Un socialismo no
intervencionista que permita el funcionamiento de la iniciativa
privada. El estado puede seguir reservando para sí una parte
destacada de la producción de bienes y servicios, fundamentalmente
sanidad y educación, adaptados a los recursos generados en la
economía. De la actual distribución del PIB y la riqueza, que
supone para el estado castrista más del 60% del PIB, hay que cambiar
las cosas para que se sitúe como máximo en un 35% del PIB, pasando
el resto al sector privado.
Con una menor hipoteca
externa, gracias a la re negociación de la deuda externa con el Club
de París, el régimen dispone ahora de un escenario formidable, tal
vez único, para liberalizar la economía. De igual modo, una
eventual cooperación con Estados Unidos podría servir para alcanzar
un nivel de inversiones compatible con la mejora de las
infraestructuras. El consejo y asesoramiento de los organismos
internacionales de financiación, como el FMI o el Banco Mundial,
podría permitir poner el reloj de las expropiaciones en hora, y
devolver el capital confiscado a sus legítimos propietarios y
herederos. Una labor destacada a realizar con los máximos niveles de
transparencia y rigor.
¿A qué se dedica el
régimen, en cambio? Ni más ni menos que a elaborar y discutir el
informe del programa de desarrollo económico y social hasta el
2030!! donde los actuales dirigentes trasladan sus propuesta de
visión de la nación, ejes estratégicos, objetivos y sectores
estratégicos, propuestas que, en ese horizonte temporal, con mucha
seguridad, dejarán de ser operativas, conforme el régimen político
evolucione hacia la democracia y las libertades.
Es asombros que, con
una agenda de problemas tan importantes por resolver, todavía haya
alguien que piense que un plan en el horizonte de 2030 puede resolver
los problemas estructurales de la economía castrista, a partir de
políticas de su actual gobierno, y señalando “enfoques
integrales y sostenibles, que respondan a una visión estratégica y
consensuada de mediano y largo plazos”. Lo importante es que la economía real de las familias cubanas mejore y cuanto antes. Los Lineamientos no han servido para ello, y ya están pensando en modificarlos. Las autoridades del régimen deberían ser conscientes que ese continuo tira y afloja no sirve para sentar las bases de una economía solvente. La credibilidad internacional está en juego. Y eso es muy importante. 2030 está muy lejos y probablemente pocos dirigentes del régimen llegarán a esa fecha. Sin
lugar a dudas, cualquier escenario futuro que se pueda pensar para
ese año no puede basarse en una mera extrapolación de tendencias.
Sería un suicidio.
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