Bienvenido sea el pago por rendimientos
Elías Amor Bravo, economista
Una breve nota publicada en la edición de Granma de hoy se hace eco de una noticia. Al parecer, a pocos meses de la entrada en vigor de la Resolución No. 6 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), relativa a las formas y sistemas de pagos en la empresa estatal cubana, que introducen la remuneración por rendimiento, se observan resultados económicos favorables.
Según la fuente de Granma, más de 1.100 empresas han podido aplicar esta nueva medida, obteniéndose unos incrementos muy importantes en las ventas totales y las utilidades. Y lo más importante, la aplicación del pago por rendimiento produjo un “incremento de la productividad del trabajo en un 25%, y el salario medio mensual por trabajador fue un 15% superior a lo planificado, alcanzando los 824 pesos mensuales” para añadir, finalmente que en el 55% de las empresas se comportó igual o inferior a esa suma.
La pregunta inmediata que se tiene que hacer es clara: si tan beneficioso resulta el pago por rendimientos a los trabajadores, ¿por qué no se extiende al conjunto de la economía? ¿cuáles son las restricciones institucionales, políticas o ideológicas que constriñen y bloquean la obtención de ingresos en la economía castrista?
Es evidente que la Resolución No. 6 no está en el ADN de la llamada “revolución castrista”. El proceso de expropiaciones desatado contra los titulares de los derechos de propiedad y el igualitarismo económico forzoso, practicado en materia salarial, no se correspondían con los llamamientos de Fidel Castro en numerosos discursos en los años 60, a trabajar más y mejor. No tenía sentido. El sistema había destruido la motivación que tienen los agentes económicos para esforzarse y dedicarse con mayor interés a la producción. Con el nuevo paradigma económico, la historia de la República en sus primeros 50 años de existencia, que supuso más que duplicar la riqueza nacional en ese período, quedó en un segundo plano ante la presión totalitaria del estalinismo más rancio.
El progresivo desmantelamiento del sistema no será fácil. Las resistencias larvadas durante décadas de consignas totalitarias pueden actuar como una rémora y un bloqueo interno a la puesta en valor del trabajo de los cubanos. Una medida que, por otra parte, se considera necesaria por cuanto los bajos niveles salariales existentes en la economía castrista frenan y obstaculizan cualquier proceso de modernización de la economía.
Además, en la nota de Granma se insiste en que la práctica de retribuir en función de rendimientos no se está promoviendo aún de forma adecuada. Así “91 empresas realizaron pagos sin respaldo productivo, por un monto superior a los 29 millones de pesos, si bien se mantiene la tendencia a la disminución del número de entidades en esta situación”. En este caso, habría que preguntarse cómo una empresa puede realizar pagos por rendimiento sin que estos existan previamente. Un ejemplo más de la absoluta desconexión que existe entre las variables micro y macro de la economía castrista, sin duda uno de los aspectos que realmente bloquean su capacidad para evolucionar.
Las autoridades del régimen, al parecer, continúan evaluando mensualmente la puesta en marcha de la Resolución No. 6, a fin “de ir detectando las dificultades que se puedan dar en su implementación”¿Dificultades? La realidad es que el desconocimiento de cómo funciona una economía y, en concreto, el mercado laboral, es palmario. No pueden producirse dificultades cuando al trabajo se le retribuye en función de su productividad. Este es un principio económico que permite mejorar la eficiencia de una economía y asignar los recursos escasos de la forma más adecuada. Cuando se rompe la relación entre trabajo y retribución salarial, es cuando empiezan realmente las dificultades. Las que han frenado y bloqueado a la economía castrista durante más de 5 décadas. Regresar a la ortodoxia económica no sólo es necesario, sino urgente.
Pero tampoco será suficiente esta medida para poner las cosas en su sitio y enmendar el desaguisado que existe en la economía castrista. Es un paso importante en la dirección correcta, y no lo vamos a negar, pero aún hace falta continuar avanzando, por ejemplo, en la misma y justa retribución del capital, otro factor productivo que se debe emplear de manera eficiente y cuyo reconocimiento en un marco estable de derechos de propiedad debe producirse cuanto antes.
Las fuerzas del mercado, compradores y vendedores, tienen que deshacerse del bloqueo interno que impide su libre funcionamiento y empezar a actuar sin trabas ni restricciones, tan solo movidas por la información transparente y objetiva de los precios. No existe modelo alternativo. El sistema ideado por los Castro carece de soporte técnico y material para su mantenimiento a la fuerza, solo garantizado por las consignas ideológicas y la propaganda vacía de contenido. Ese sistema ya está muerto. Los cubanos que empiezan a ganar su salario en función de la productividad son los auténticos pioneros de un cambio de sistema que tiene que llegar y dar resultados positivos. La presión social del resto de trabajadores debería ir en esa dirección. Más salarios permiten vivir mejor, pero antes hay que ser más productivos y eficientes. Ese es nuestro mejor deseo.
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