Con solo Ferias no se mejora la competitividad de la economía
Elías Amor Bravo, economista
Granma se ha hecho eco de la participación de
empresas de 75 países en la 34 edición de la Feria
Internacional de La Habana (FIHAV 2016) que se celebra entre el 31 de
octubre y el 4 de noviembre próximos. La celebración de este evento
nos permite realizar algunas reflexiones sobre el presunto “bloqueo”
que padece la economía castrista que, sin embargo, no escatima con
su propaganda destacar lo que llaman “la confianza de nuestros
socios comerciales en el mercado cubano”, palabras de Rodrigo
Malmierca Díaz, ministro de Comercio Exterior y la Inversión
Extranjera (Mincex).
Para empezar, la Feria tiene como objetivos
“promover las exportaciones cubanas y a atraer el capital
extranjero, y fortalecer la política del gobierno de diversificar al
máximo las relaciones económicas internacionales”. En ese
sentido, “entre las actividades colaterales se anuncia la
presentación de la tercera edición de la Cartera de Oportunidades”
que al parecer han tenido que ir ampliando ante el fracaso de las dos
primeras desde la aprobación de la Ley de inversión extranjera.
Tal vez alguien tenga que explicar a Malmierca, y
al resto de responsables del comercio exterior y las inversiones
extranjeras en la economía castrista que, para atraer capital de
otros países y aumentar el negocio, no basta con las Ferias, por muy
atractivo que resulte pasar una semana en La Habana disfrutando de
sus placeres.
En la globalización, los negocios van por otro
camino que se llama la competitividad. Los países tienen éxito
cuando son competitivos. Y para ello, no se requieren fórmulas
mágicas, ni tampoco ferias o Carteras de Oportunidades. Para ser
competitivos hay que seguir unas reglas del juego que, por desgracia,
en la economía castrista, simplemente ni se tienen en cuenta. Cito
un ejemplo. El indicador de competitividad de los países elaborado
por el Foro económico mundial que no aporta informaciones relativas
a Cuba.
Muchos se preguntan el por qué. La razón se
descubre rápidamente. Este índice, que es observado y analizado por
los inversores internacionales y los empresarios que hacen negocios a
escala mundial, está integrado por una serie de indicadores que se
presentan a continuación.
a) Instituciones, conceptos relacionados con la
protección de los derechos de propiedad, la eficiencia y
transparencia de la administración pública, la independencia
judicial, la seguridad física, la ética de los negocios y la
gobernanza corporativa. Aquí el régimen apenas puntúa.
b) Innovación, la capacidad para asumir la
innovación tecnológica. Ciertamente muy bajo, salvo empresas
concretas en la biotecnología.
c) Sofisticación de los negocios, medida en
términos de eficiencia de las empresas. Los negocios en Cuba se
realizan en condiciones muy poco eficientes.
d) Dimensión del mercado, combinando el efecto
del mercado interno y externo. Un mercado interno dominado por bajos
salarios con escaso poder de compra.
e) La disposición tecnológica, básicamente el
uso de las tecnologías de la información y comunicación y el
internet. El uso de internet y nuevas tecnologías es muy limitado.
f) El desarrollo del mercado financiero,
representado por la banca y los seguros, su credibilidad, solvencia y
confianza. No existe un mercado financiero al uso-
g) Eficiencia del mercado laboral, medido por la
flexibilidad y el uso adecuado del talento. No existe un mercado
laboral eficiente, y se crean organismos que lo distorsionan.
h) Eficiencia del mercado de bienes, basado en la
competencia y la calidad de las condiciones de la demanda. Con
racionamiento y escasez, y precios políticos que no reflejan oferta
y demanda, el mercado de bienes simplemente no existe.
i) La educación superior y la formación, en
términos de cantidad y calidad, así como de formación en el puesto
de trabajo. Aquí podría subir alguno la puntiación, pero la
formación en el puesto de trabajo es escasa.
j) La sanidad y educación primaria, medido por el
estado de la salud pública y la cantidad de educación primaria.
Otro tanto cabría señalar aquí
k) Entorno macroeconómico, basado en los
indicadores de políticas fiscales y monetarias, tasa de ahorros y
valoración de la deuda soberana. Las políticas económicas no son
homologables al resto del países del mundo. La deuda soberana no
admite cotización tras las condonaciones.
l) Infraestructuras, calidad y disponibilidad de
transportes, electricidad e infraestructuras de comunicaciones.
Pésimo estado de infraestructuras por la baja participación de la
formación bruta de capital fijo en el PIB.
En ese sentido, la competitividad de un país se
mide por el conjunto de instituciones, políticas y factores que
determinan el nivel de productividad de la economía. La
productividad es el elemento fundamental de la competitividad porque
se ve condicionada por los factores antes citados, y a la vez,
influye en los mismos. La productividad es clave para el nivel de
bienestar de un país. Cuando la productividad es muy baja, como
ocurre en la economía castrista, la competitividad y el bienestar
también son bajos.
Ciertamente al contemplar estos indicadores
comparativos, se comprende por qué Cuba no forma parte de este
índice de competitividad (ni siquiera se intenta una estimación del
mismo) y más aún, por qué los mayores niveles de competitividad se
presentan en países como Suiza, Singapor, Estados Unidos, Holanda,
Alemania, Suecia, Reino Unido, Japón, Hong Kong y Finlandia. Cuba ni
siquiera merece la elaboración del índice para el Foro económico
mundial.
Mientras tanto, Malmierca sigue pensando en el
éxito de 34 ferias y de la “Cartera de oportunidades”, sin
pensar en los deberes que se tienen que hacer para que la economía
de Cuba aparezca en el mapa mundial. Mientras eso no sea posible,
poco o nada se puede hacer. Cortar cintas de inauguración e invitar
a empresarios y políticos a visitar la isla. El resultado es de
todos conocidos.
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