Del surco y el establo a la mesa: la venta de alimentos en Cuba
Elías Amor Bravo, economista
Acaba
de ver la luz, la publicación de la Oficina Nacional de Estadística
e Información (ONEI) titulada, “Ventas de Productos Agropecuarios.
Indicadores Seleccionados, 2015-2016”, cuyo objetivo es presentar
los resultados de las ventas de productos agropecuarios que se
realizan en las diferentes formas de comercialización autorizadas
por el régimen, tanto en valor como en físico.
En
el estudio, se recopilan datos de los mercados agropecuarios
estatales, los mercados de oferta y demanda, los mercados arrendados,
las cooperativas no agropecuarias de mercados agropecuarios, los
puntos de venta y los trabajadores por cuenta propia, carretillero o
“vendedor de productos agrícolas de forma ambulatoria”. Estas
categorías son las únicas que el régimen autoriza para la
comercialización que lleva los productos alimenticios del surco y
los establos a la mesa de los cubanos.
De
acuerdo con la ONEI, en 2016 el valor de las ventas de alimentos
(productos agrícolas, ganaderos y otros) ascendió a un importe de
3.500,9 millones de CUP, que, a título simplemente indicativo,
supone un gasto de 318,2 CUP por habitante y año (alrededor de 13
dólares, con el cambio actual) que ofrece una idea de lo que
destinan, en promedio, los cubanos a alimentarse. Es decir, alrededor
de poco más de 1 dólar por habitante al mes.
Lo
primero que alguien tiene que preguntarse es si estas cifras tienen
alguna credibilidad. Podría ser que estuvieran mal calculadas. La
base de la información se encuentra en documentos administrativos o
“formularios” del sistema estadístico nacional a los que habría,
al menos en principio, que otorgar cierta credibilidad. Pues bien, si
éste fuera el caso, la conclusión es evidente: el mercado de los
alimentos en Cuba se mueve a unos niveles muy bajos, prácticamente
de subsistencia.
En
segundo lugar, la publicación se refiere al ejercicio 2015/2016. Y
si bien es cierto que en estos dos años se ha producido una cierta
recuperación de las ventas de alimentos en los mercados
agropecuarios estatales (un crecimiento del 13% que sitúa la cuota
sobre el total en un 42,8%) lo cierto es que este resultado no admite
la misma valoración si se establece un período más largo de
análisis, por ejemplo, entre 2012 y 2016.
En
2012 los mercados estatales representaban el 51% de las ventas
totales de alimentos en Cuba, un porcentaje que ha disminuido casi 8
puntos porcentuales en el total de la distribución, hasta quedar en
el 42,8% antes citado, lo que confirma algo evidente: los cubanos han
dado la espalda al estado y su red de tiendas a la hora de comprar
los alimentos.
¿Quién
ha ganado? Si se toman datos del período 2012 a 2016 son los
carretilleros los que aumentan de forma muy destacada sus ventas,
pasando de 332,9 millones de CUP a 699,7 millones de CUP en 2016
después de haber registrado en 2015 el valor más alto de la serie,
con 747,2 millones de CUP.Su cuota en la distribución total ha pasado de un 13% a un 21%, ocho puntos porcentuales más.
Los
emprendedores privados que venden sus productos por las calles, como
en los tiempos de la República, los mismos que fueron prohibidos y
vejados por el régimen castrista, son los que experimentan un mayor
crecimiento en sus cifras de ventas en el último lustro. Un signo
muy saludable de los nuevos tiempos que corren y que llevan a Cuba y
a los cubanos a recuperar el tiempo perdido por el absurdo de una
ideología fracasada.
Las
ventas de los carretilleros en los últimos cinco años, según la
ONEI, han experimentado nada más y nada menos que un crecimiento del
110%, frente al 14,7% de los mercados estatales. El motivo es muy
sencillo de explicar: los carretilleros saben atender las necesidades
de los consumidores y se adaptan a ellas para poder obtener sus
ingresos. Los cubanos saben que para poder comer todos los días,
nada mejor que recurrir a estos profesionales que satisfacen sus
necesidades por medio del intercambio, mutuamente beneficioso.
Mientras que las tiendas estatales mantienen sus patrones de
comportamiento indolentes y aburridos que no han supuesto más que
fatigas y resignación para los cubanos, los carretilleros pasan el
tiempo dando servicio a sus clientes y pensando en formas más ágiles
y eficientes de realizar su tarea. Así fue como surgieron los
grandes empresarios cubanos de la distribución a comienzos del siglo
XX. Ellos tenían unas mejores condiciones institucionales para el
desarrollo de sus empresas, pero el castrismo tiene que reconocer su
fracaso como sistema económico y desandar lo andado por la vía
incorrecta.
En
concreto, y si se presta atención solamente al capítulo de
productos agrícolas, los carretilleros han reducido mucho más la
distancia con los mercados estatales. Si en 2012, las ventas de los
primeros alcanzaban 391,6 millones de CUP, en tanto que los segundos
vendían 1.115,9 millones de CUP, y una ratio de 0,35, en 2016 la
ratio había aumentado a 0,76, con un aumento de 41 puntos. Las
ventas de productos agrícolas de los carretilleros, 699,9 millones
de CUP ya están muy cerca de las realizadas en los mercados
estatales, apenas 916,3 millones de CUP. Además, estos, los estatales, se hunden en
el período considerado en sus cifras de facturación, casi un 18%,
en tanto que los carretilleros aumentan sus ventas de productos
agrícolas más de un 300%.
Es evidente que se está produciendo una
rápida especialización del mercado de consumo que puede tener sus
consecuencias en un horizonte no muy lejano. Ahora se comprende por
qué el régimen ha convertido a los carretilleros en blanco de su
acción represiva en los últimos años.
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