Airbnb ¿negocio protegido por el castrismo?
Elías Amor Bravo, economista
La
verdad es que hay gente que no se lo piensa. Es lo ocurrido con
Airbnb y las recientes cifras difundidas sobre la actividad de la operadora en Cuba desde abril de 2015. En cualquier país del mundo,
estos datos serían un motivo de satisfacción y orgullo. Mucho me
temo que la digestión por el régimen castrista de este plato servido frío no va a ser muy
placentera. Hay motivos para pensar que va a ser así.
Nos
podemos preguntar qué se puede esperar de un gobierno y su asamblea
parlamentaria que en los últimos días ha reafirmado la voluntad
política e ideológica de que en Cuba no exista la empresa privada,
ni la concentración de riqueza, ni tampoco el mercado como
instrumento de asignación de recursos. Un gobierno que se autodefine
como socialista y sin el menor deseo de introducir reformas para dar
más flexibilidad a una economía que se encuentra, además, en plena
recesión como algunos indicadores recientes han confirmado.
Pues
no se puede esperar mucho, o casi nada. Y los datos de Airbnb que son hasta cierto punto controvertidos, dicen
justo lo contrario.
La
compañía estadounidense que se dedica a promover el
turismo en domicilios de particulares acaba de confirmar que desde
abril de 2015, mas de 560 mil turistas utilizaron sus servicios
especializados para alojarse en Cuba. No está mal si se tiene en cuenta que el número de turistas que entraron al país se situó por encima de los 3 millones en el mismo período.
El dato debe ser preocupante para los hoteleros que gestionan las
instalaciones propiedad de los grandes grupos económicos vinculados
al ejército y la seguridad del estado.
Pero
conociendo al castrismo, sabemos que incluso, aun cuando depende de
estas empresas que llevan años instaladas en Cuba, para obtener
divisas con las que acudir a comprar lo urgente y prioritario en los
mercados internacionales, su preocupación por los beneficios de los
hoteleros, será muy limitada. Al régimen hay otros datos que, casi
seguramente, le estarán creando un cierto resquemor. En efecto, los
ingresos que alcanzaron unos 40 millones de dólares, son un bocado muy goloso para quién carece de
recursos.
De
ese modo, Airbnb ha mostrado sus cartas demasiado pronto a un jugador
acostumbrado a todo tipo de faroles en la larga partida de póker que
lleva jugando contra el mundo desde 1959. Al régimen le encanta
saber que esos 560.000 turistas procedentes de EEUU, que se alojan en
22.000 domicilios de particulares, están dejando una media de 164
dólares al mes por reserva. Casi nada, si se tiene en cuenta que el
salario medio de un cubano no sobrepasa los 24 dólares. Aparecen así
ante los ojos del régimen unas bases imponibles muy interesantes a
las que va a fiscalizar, para evitar la acumulación de riqueza.
Según datos de Airbnb, son
22.000 cubanos que tienen la posibilidad de rentar sus habitaciones y
que han confirmado lo rápido que las prácticas económicas privadas
ganan terreno en Cuba,
cuando se
liberan los procesos. No es extraño que Airbnb destaque en su
informe que Cuba ha sido, con diferencia,
es el país con
crecimiento más
rápido de la oferta de alojamientos
en el mundo. Incluso,
algunos analistas piensan que las 22 mil habitaciones puestas a
disposición de la operadora, podrían haber sido muchas más, 3 o 4
veces más, si las condiciones se hubieran adaptado a las de otros
países con economía libre de mercado. Lo que Airbnb no debe
desconocer es que para muchos cubanos la puesta en alquiler de sus
habitaciones es un medio de vida imprescindible
que les permite pasar
de una mediocre existencia a un status que, en líneas generales,
garantiza al menos comer de calidad y comprar productos de aseo todos
los meses. Casi nada.
Yo
me alegro, y mucho, que este negocio vaya bien. Como cabría suponer,
la mayor parte de alojamientos, unos 13 mil, se localizan en la
capital, La Habana, curiosamente, mas que ciudades de Estados Unidos
como Austin, Houston, San Francisco, Boston, San Diego y Chicago.
Pero es que otras ciudades populares de la isla, como Trinidad ( con
2 mil alojamientos) y Viñales ( con otros 1 000) también se han
lanzado a propiciar el aumento de la oferta.
En
su informe,
Airbnb señala
que en el
período estudiado,
la operadora
ha pagado un total de 40 millones de dólares
a los arrendadores de alojamientos, con los que ha
firmado
contratos por los servicios prestados. Arrendadores
jóvenes, con una edad media de 43 años, con una destacada
participación de las mujeres, un 58%, que ingresan una media de
2.700 dólares al año en promedio. Estas
prácticas ya se venían realizando en Cuba desde los tiempos del
llamado “período especial”, pero ahora, con operadores como
Airbnb están ocupando un lugar que, ante el previsible incremento
del turismo a la Isla, será cada vez más importante. Con el permiso
de los hoteleros, y por supuesto, de Raúl Castro. Ya veremos.
Comentarios
Publicar un comentario