Cebar pollos con confidencialidad: ¡qué cosas!

Elías Amor Bravo, economista

Parece una guasa cubana, pero no lo es. Asombroso. Es una información publicada en Juventud Rebelde que anuncia, a bombo y platillo, que “las posibilidades de reanudar la ceba de pollo en Cuba están cercanas gracias a acuerdos de confidencialidad con firmas extranjeras”, según fuentes del Departamento de Producción de la Dirección Avícola del Grupo Ganadero, adscrito al Ministerio de la Agricultura.

Nada más y nada menos que “cebar pollos” con uno de los proyectos incluidos en la famosa “cartera de oportunidades para la inversión extranjera” que más de uno sigue intentando comprender, dada la complejidad de los asuntos que se plantean en la misma. Al parecer, el proyecto tiene como objetivo “un módulo de 10.000 toneladas de carne de pollo o un poco más anualmente”, que más da la cifra definitiva (tal vez lo menos importante sea la cantidad exacta) y “que puede replicarse en nueve empresas del país”. Según se afirma en JR, y perdonen mi ignorancia, “el pollo se ceba con una tecnología moderna a nivel mundial, por lo que para que Cuba pueda competir con grandes productores, como Estados Unidos y Brasil, tiene que hacerlo con eficiencia; de lo contrario no sería viable desde el punto de vista económico”. Sorprendente. Cuba compitiendo a nivel internacional en ceba de pollos.

La pregunta que surge, de forma inmediata, es: ¿pero acaso en Cuba no ha existido un interés hasta ahora por la ganadería avina? La respuesta la saben los cubanos. Con el racionamiento, el cuarto de pollo al mes, daba para estirarlo en varias comidas, y cuando se acababa, que era pronto, había que resolver. Ahora, el régimen quiere superar el absurdo racionamiento con un proyecto de inversión extranjera. Es como asumir que en Cuba es imposible producir carne de ave para alimentar a la población y lo que sobre, exportarlo. No. Es justo lo contrario. El régimen comunista no creó incentivo alguno para promover la producción de alimentos y la libre elección de los cubanos. Antes de 1959 había pollo en Cuba para dar de comer a toda la población y sobraba. Después se agotó. Pregúntense por qué. El régimen castrista estaba en otras cosas. Ustedes ya saben, pero ahora, en 2017, y con la situación económica en el límite, ya no se puede jugar más al bueno y al malo. A ver cómo sale la operación.

De momento se lo están tomando con interés, a tenor de la información de JR. Parece que “se han firmado acuerdos de confidencialidad y trabajo con varias empresas extranjeras, pues estos emprendimientos se acometerán en sociedades mixtas”. Perdonen mi ignorancia, pero no sabía que para producir cebo para aves se necesitara “confidencialidad”. No son células madre, ni tecnología disruptiva de la 4ª revolución industrial: es cebar pollos para producir carne suficiente para que la gente coma lo que quiera y cuando quiera, a precios competitivos. ¿Es tan difícil hacer las cosas con normalidad en la economía castrista?

A mi no me cabe la menor duda que Cuba cuenta, como se señala en JR, con técnicos y profesionales de gran experiencia en esta actividad; así como instituciones especializadas en Investigaciones Avícolas con más de 40 años de experiencia; además, una Empresa (estatal) de Genética Avícola, surgida como parte del Combinado Avícola Nacional, en 1964; y áreas con infraestructura logística como viales, electricidad, pozos, cisternas y otras garantías. Además, “aunque todas las provincias tienen experiencia para realizar la referida actividad, pues en la década de los 80 del pasado siglo en el país se producían cerca de 120.000 toneladas de carne de ave anualmente” existe más concentración en unas que en otras, en función de las plantas de incubación disponibles. Sin embargo, lo que le falta a la economía cubana es espíritu de empresa, libertad económica, derechos de propiedad privada y, por lo mismo, menos injerencia del gobierno en la economía. En definitiva, para que un sector cualquiera de la economía cubana pueda funcionar hace falta asumir que ese es el modelo que funciona como en el resto del mundo, y no esa maraña de burocracia ineficiente que es el castrismo.

¿Cuándo se darán cuenta y despertarán de la pesadilla? No hay alternativa. La economía tiene unas reglas que se tienen que se deben conocer y cumplir. Las empresas mixtas que quieren crear con el objetivo de sustituir las importaciones de más de 1.000 toneladas anuales de ese producto que actualmente realiza el país son solo una pequeña gota que no derrama el vaso. Hay que ir a más.

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