En torno a la regresión a la barbarie, ¿a cuál?

Elías Amor Bravo, economista

La ventaja que tienen los enemigos de la libertad, los socialistas y comunistas liberticidas, es que pueden utilizar al “neoliberalismo” para escudarse en cualquier ataque demoledor contra las aspiraciones sociales de ser libres. Desde una supuesta posición de superioridad moral que ya aburre, identifican el “neoliberalismo” como el gran mal de nuestro tiempo, sin tener en cuenta que esta doctrina ya no existe, tal y como ellos la contemplan, y sin embargo no resulta difícil detectar su presencia en los espacios más disímiles.

¿Cómo, si no, entender lo que está pasando en Cuba en estos momentos con la aplicación de la Tarea Ordenamiento? O de igual modo ¿cómo explicar la desaparición de 218 empresas en Cuba desde 2014 hasta 2019? El "ajuste duro" puede estar allí donde menos lo esperan. Ni siquiera en los pocos países que se autoafirman neoliberales en la actualidad, se promueven acciones de política económica de esta índole, que acaban causando malestar, inquietud y desesperanza en amplios sectores sociales, lo mismo que ocurre en Cuba actualmente.

La lucha por la libertad no es fácil cuando el rival no está dispuesto a aliviar espacios para que avancen los cimientos del pluralismo político, la democracia representativa, la división de poderes del estado o las claves del funcionamiento de la economía de mercado con derechos de propiedad privada. A los cubanos, el castrismo les ha impedido disfrutar de este sistema político, económico y social durante 62 años.

Cuba se quedó como colonia de la guerra fría tras el espantoso episodio de aquellos misiles nucleares apuntando de forma amenazadora hacia las  principales ciudades de Estados Unidos, y continúa sin compensar a los titulares de derechos de propiedad que fueron expropiados y nacionalizados, sin pago, por el gobierno revolucionario.

Lo demás, vino después, y es bien conocido. Fracaso de la planificación central, colectivismo asfixiante, empresas estatales ineficientes, ausencia de libre elección, cartilla de racionamiento, propaganda, desfiles obligatorios el 1º de mayo y adoctrinamiento comunista desde la escuela. Si, es cierto que hay servicios de salud y educación, pero en absoluto gratuitos, Se pagan y bien pagados por el ciudadano con los impuestos y detracciones de renta de los salarios más bajos del mundo, solo con Venezuela por detrás.

Si esto supone triunfo de algo, que venga Rosa Luxemburgo y que lo explique porque verá la degradación allí donde fue incapaz de hacerlo. Ah, claro que no. Ni siquiera aunque estuviera viva lo haría. Es muy fácil defender el socialismo, el colectivismo y sus maldades, desde una cómoda y bien pagada poltrona parlamentaria, o desde las moquetas de un gobierno occidental de centro izquierda con sueldos de cinco cifras y chófer oficial. Lo difícil es hacerlo en medio de una cola para un pan de 150 gramos, o para acceder a un autobús repleto en pleno confinamiento, o para resolver la comida del día con precios imposibles tratando de localizar al valiente carretillero que no llega porque ha sido detenido por la policía nacional revolucionaria y le han confiscado su mercancía.

Insisto, esta experiencia vital es el resultado de la creación de Fidel Castro. No pueden culpar a los neoliberales de ningún sitio. El “hombre nuevo” aquel que inspiró al pistolero argentino mientras fusilaba a cubanos libres en La Cabaña, nunca llegó o se quedó por el camino, tal vez, huyendo en alguna de las miles de balsas que escaparon de la isla en busca de la libertad. Cuando los enemigos del neoliberalismo atacan esa ideología para enaltecer el socialismo, me gusta pensar que siempre los que huían eran los berlineses del este hacia el oeste, y nunca ocurrió lo contrario. De la “isla cárcel” han salido más de 2 millones de cubanos, pero esto, para los enemigos de la libertad, no tiene relevancia

Es cierto, los que critican una supuesta “ideología del capital” no pueden reconocer, por vergüenza, que el triunfo de las leyes del mercado, las libertades, las aspiraciones legítimas de millones de personas por no depender del estado, y el entierro del marxismo son el paradigma actual, y que lo otro, por ineficiente, está en retirada.  Por mucho que ataquen el neoliberalismo con descalificaciones inoportunas de charlas de salón perfumado de Viena o París, donde el marxista tiene tiempo para reflexionar sobre el mundo que soñaba y que no fue, la gente lo que quiere es libertad de elegir, derechos de propiedad, capacidad para realizar sus sueños materiales e inmateriales, en definitiva, vivir mejor. Y no pasar 62 años de la miseria más absoluta.

Y Cuba, ¿qué? Pues que en algún momento las cosas deben volver a su sitio como un ejercicio de normalidad. Una nación que antes de 1959 se movía en unas coordenadas que apuntaban a su solvencia económica y social, puede recuperar su tendencia histórica, si es capaz de quitarse de encima las cadenas del colectivismo y el mensaje decadente, trufado de propaganda, de los llamados “logros de la revolución”, cuyos herederos quieren mantener a cualquier precio, comprando tiempo para evitar lo inevitable, y culpando de vez en cuando, por medio de sus voceros, al neoliberalismo de todos los males de Cuba. ¿En qué quedamos?

Lo que sorprende a los enemigos de la libertad es que, a pesar de la aplicación de las políticas neoliberales a escala global, a lo que atribuyen nefastas consecuencias económicas y sociales y precarización a gran escala, es el socialismo/comunismo el que va en claro retroceso, incapaz de reformar sus mensajes para atraer un electorado que desconfía cada vez más de sus mensajes y que, tras haber experimentado durante algún tiempo sus doctrinas, huye como gato escaldado del agua caliente.  

Estos enemigos de la libertad tienen mucho más fácil enrocarse en los ataques a lo que ellos creen que es el neoliberalismo, en vez de construir un nuevo paradigma para su socialismo liberticida, incapaz de afrontar los grandes retos del siglo XXI como la cuarta revolución industrial y las tecnologías emergentes, la profundización de la globalización y la nueva geopolítica mundial. Las experiencias de fracaso se les acumulan, en tanto que los países que siendo “socialistas o comunistas” han apostado por economías de mercado (los del Este de Europa, China, Vietnam, etc) superan las trabas del subdesarrollo e incluso algunos, como Chequia, superan en PIB percápita a países como España, según datos recientes.

Claro que no estamos ante el fin de la historia. Las libertades acabarán ganando esta contienda y abrirán caminos para todos, incluidos los socialistas y comunistas liberticidas, que podrán seguir disfrutando de sus puestos privilegiados para continuar reflexionando sobre ese futuro mejor del que habló Marx, que no llega. El seguro que habría reconocido hace muchos años que se equivocó, pero ya se sabe. La historia me absolverá.


Comentarios

  1. La palabra neoliberalismo es un uso peyorativo surge dentro de la propia corriente liberal, ha sido sustraído por agentes exógenos para su uso distorsionado.

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