Cuba y el Club de París, ¿Qué nos podemos creer?

Elías Amor Bravo, economista

Nos temíamos lo peor, y ha acabado ocurriendo. Tan solo una breve nota en el Minrex y su réplica en la prensa estatal comunista se limitan a informar que “Cuba y el Club de París ajustan plazos de la deuda” tras la reunión anual celebrada en Paris entre Cabrisas y los directivos de este grupo inversor que mantiene una importante cifra de deuda externa con Cuba. Tampoco el Club de París ha ofrecido información de detalle en su breve nota sobre el acuerdo con Cuba.

En esencia, se ha informado que “Cuba y sus acreedores del Club de París acordaron enmendar el acuerdo firmado en 2015 para el reordenamiento de la deuda de mediano y largo plazos de la Isla ante su compleja situación económica”. Y nada más.

Y nosotros, ¿nos lo tenemos que creer?

¿De veras alguien puede creer que Cabrisas acudió a París solo para un aplazamiento de los pagos? ¿Tan solo Cuba pretende mantener los términos del generoso acuerdo firmado en 2015 del que ahora ni siquiera pueden pagar los intereses? ¿De veras que todo este esfuerzo se ha realizado para reordenar la deuda de mediano y largo plazos de la Isla ante su compleja situación económica?.  

Yo creo que no, y en la cartera de Cabrisas iba otro tipo de acuerdos, como nuevas condonaciones o cancelaciones y aplazamientos muy generosos. Todo eso se ha quedado en la cartera. El Club ha aceptado aplazamiento, pero mantiene la exigencia de la deuda e inteteses.

De modo que lo que han dado a conocer las autoridades comunistas y el Club de París, con su discreción habitual, no permite realizar una valoración de los acuerdos. Este es un contencioso oscuro, poco transparente, que dice muy poco de la política informativa del régimen. Quizás nunca se sabrá, pero estos días en París han debido ser todo menos ese espacio de “clima constructivo y de comprensión mutua” al que se refiere Prensa Latina. Solo con ver la fotografía que se ha divulgado de los asistentes, y las caras, se refleja que la procesión va por dentro.

A pesar de la oscuridad (no se ha dado a conocer el importe actual de la deuda remanente, tampoco en qué consiste el “reordenamiento” que se ha acordado, ni hasta qué punto han aumentado los pagos de intereses a resultas de echar al futuro una deuda que no podrá ser pagada tampoco por las generaciones futuras) es posible obtener algunas conclusiones de esta reunión que nos indican la gravedad de la situación de la economía cubana.

La primera sorpresa llegó cuando la delegación cubana, presidida por el vice primer ministro Ricardo Cabrisas, anunció de forma sorpresiva hace unos días que viajaba a la capital del Sena para mantener la reunión anual con el Club de París  Esto sorprendió ya que la fecha para esta reunión suele ser a finales de año y no a mediados, y por tanto el “adelanto” supone una anormalidad, ya que los directivos del Club suelen ser gente de agenda bastante cargada, y rara vez alteran las fechas de sus reuniones, más aún cuanto tienen carácter anual.

La prensa oficial dio cuenta de que a finales del mes de mayo hubo un encuentro en La Habana de una misión técnica encabezada por el copresidente del Grupo de Acreedores de Cuba, William Roos, y las autoridades económicas del régimen. De esta reunión no se supo nada, en su momento, y vuelta a la falta de transparencia, y ha salido ahora para justificar el adelanto. Lo más probable es que en esa reunión se encendieran las alarmas, dado el estado en que se encuentra la economía cubana, y ello precipitó el adelanto.

Desde esta perspectiva, cabe concluir que la solicitud de adelanto procedió de Cuba, donde la agonía financiera es de tal magnitud después de un año y medio sin entradas de turismo y escasos suministros de petróleo de Venezuela, y lo que se espera de este  año 2021, urgía la necesidad de encontrar alguna vía de obtención de recursos para llegar a fin de mes, ganar tiempo, el eterno dilema de un régimen que nunca se ha sentido seguro.

De modo que la urgencia de la reunión, y su adelanto en seis meses, dice mucho de la grave situación de la economía que, según indican las notas informativas, llevó a los representantes del régimen a presentar el escenario crítico en la nación caribeña, achacando el desastre al “recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero de EE. UU.,  así como  por el impacto del cambio climático y de la pandemia de la COVID-19”. Un diagnóstico más político que económico, que para los directivos del Club de París debió de sonar a coco vacío y pérdida de tiempo, porque ellos entienden más de capacidad financiera, productividad y competitividad para salir de una crisis, que del tipo de monsergas de Cabrisas y acompañantes.

Este discurso que culpa a Estados Unidos de todos los males de la economía cubana es tan repetitivo, que agota y muchos acreedores ya han perdido cualquier interés en escuchar quejas, y lo que quieren es más sentido práctico, responsabilidad y credibilidad de los deudores para cumplir con sus obligaciones. No en vano, Cabrisas tuvo que comprometerse ante los 14 Estados miembros del Club de París, del compromiso  de Cuba de cumplir las obligaciones contraídas. Nada de descuentos o condonaciones. Un compromiso que nadie cree, pero si no lo llega a pronunciar en la reunión, lo más probable es que los acreedores se hubieran levantado de la mesa.

Y en tercer lugar, los dirigentes castristas han querido desinformar sobre el contenido de la reunión al señalar que al frente de los miembros del Club de París se encontraba Emmanuel Moulin, director general del Tesoro de la República Francesa. Por supuesto que sí, Moulin es un alto cargo de Macron pero en la reunión no estuvo en calidad de tal, sino como presidente del Club de París un selecto grupo de países donde tendrá que dar respuesta de los acuerdos que adopte a los otros integrantes de nivel político similar e incluso superior.

La nota del Minrex cubano destacó como parte de la visita a Paris, la reunión de Cabrisas con el ministro francés de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, para “pasar revista a la marcha de las relaciones bilaterales, con énfasis en los sectores comerciales, financieros y de cooperación”. Tampoco trascendió de qué temas se habló en esta reunión, de la misma forma que no trascendió el contenido de la celebrada con Remy Rioux, director general de la Agencia Francesa de Desarrollo AFD.

Sin embargo, a diferencia de la reunión con el Club de París, la prensa oficial ha dado a conocer los contenidos de esta otra, en la que se valoraron los resultados del trabajo desarrollado por la AFD en Cuba desde la apertura de la oficina de representación en La Habana en octubre de 2016. Cabrisas destacó la importancia de los proyectos que, en sectores vitales para la economía cubana como la agricultura, transporte, salud e infraestructura hidráulica, se desarrollan con fondos aprobados por la Agencia, y el director de la misma  trasladó el interés de la Agencia por fortalecer su accionar en Cuba. Esta voluntad se plasmó en la firma de dos nuevos Convenios de financiación orientados a proyectos en los sectores de la salud e infraestructura hidráulica de la isla. Un ejemplo más de que el embargo o bloqueo al que aluden las autoridades comunistas cubanas no existe.

De hecho, en la misma jornada, Cabrisas celebró más reuniones con representantes de empresas francesas que desarrollan negocios en Cuba, tanto en el ámbito comercial como el de la inversión, entre ellas con el Presidente Director General del Grupo Pernod Ricard, Alexandre Ricard, y con el Director General del importante Grupo agrícola INVIVO, Thierry Blandinières. Evidentemente, el bloqueo ni se planteó.

Conclusión: adelantar en seis meses de la reunión anual de Cuba con el Club de Paris y acordar solo un “simbólico” reordenamiento de la deuda de medio y largo plazo cuando probablemente se iba en busca de otro tipo de resultados (como nuevas cancelaciones o condonaciones como en 2015) han puesto de manifiesto la agónica situación del régimen comunista que carece de financiación para atender sus compromisos internacionales a corto plazo. Aunque la prensa oficial habla de la “enmienda” del acuerdo generoso de 2015, incorporando las adaptaciones para afrontar la compleja situación económica, la sensación general es que el Club de París ha dicho a Cuba “basta y paga”, sin más regalías ni situaciones ventajosas.

Con este mensaje ha vuelto a Cuba la delegación cubana, encabezada por Cabrisas, que muy probablemente sea desplazado de su cargo en los próximos meses por el “fracaso” que ha cosechado en esta reunión. En La Habana le estaban esperando con la Resolución 176/2021 que, ante el fracaso de París, fue preparada desde hace tiempo para rebañar hasta el último dólar en papel que circula por la economía para que pase a las arcas del estado y con ello empezar a pagar deudas. Los dirigentes habían estado esperando el momento propicio para lanzar la resolución. En vez de actuar de forma responsable, como le habrán exigido en el Club de París, el régimen vuelve a las andadas, bloquear y obstaculizar el desarrollo de la economía cubana. Y así van 63 años.

 

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