Cuba y la inflación mundial de precios de alimentos, ¿qué hacer?
Elías Amor Bravo economista
De todos es sabido que
la economía cubana es incapaz de producir alimentos para dar de comer a toda la
población y que, año tras año se tienen que realizar cuantiosas importaciones
de carne de ave o cereales, con origen en países como Brasil o Estados Unidos (¿Dónde
está el embargo?) lo que exige, a su vez, contar con divisas suficientes para
atender el pago. Uno de los hechos que está condicionando el entorno actual en
la Isla es, precisamente, esa escasez de divisas derivada de la ausencia de
turistas extranjeros por motivo de la pandemia del COVID-19. La situación es
insostenible.
Pero lo más grave es que esta situación puede ir a mucho peor. Los efectos de inflación a nivel mundial se han
empezado a sentir en numerosos países desarrollados y aunque algunas estimaciones
indican que se puede producir una cierta pausa en el aumento de los precios, lo
cierto es que los niveles de inflación son altos desde comienzos de año cuando
las economías empezaron a recuperarse de la pandemia del COVID-19.
Esto tiene consecuencias
muy negativas para la economía cubana, y ahora un informe reciente del Fondo Monetario
Internacional (FMI) ha venido a destacar que los precios de los alimentos van a
experimentar un nuevo crecimiento que llegará al consumidor durante este año y
el próximo, afectando al IPC a nivel global.
Los economistas del FMI
tratan de explicar lo que está ocurriendo con los precios de los alimentos y formulan
sus previsiones diciendo al respecto "aunque los precios de los
alimentos se han moderado recientemente, esta situación podría verse
cambiada en los próximos meses. De modo que dicho crecimiento se añadiría a los
altos precios que los consumidores ya han vivido”.
Los expertos del FMI
coinciden en que aun cuando la producción de cereales y otros alimentos está
alcanzando volúmenes muy elevados, lo que debería presionar el precio a la baja,
su utilización también se está incrementando. En ello convergen un mayor
consumo humano la estrategia de acumulación de grano seguida por algunos países
y la demanda creciente para alimentar a animales domésticos y de granja, Estos factores
empujan al alza los precios internacionales de los alimentos. Y en este punto,
los analistas del FMI señalan lo que más debería preocupar al régimen castrista,
y que “esta tendencia en los alimentos internacionales solo está empezando a
trasladarse a los precios domésticos que paga el consumidor".
Lo curioso del informe
del FMI es que los factores que están detrás del aumento de los precios pueden
acabar golpeando con mayor intensidad, si cabe aún, a la maltrecha economía cubana,
si no se toman medidas para intentan compensar sus efectos.
En realidad, no se puede
culpar la inflación de los alimentos actual solamente a las consecuencias de la
pandemia, ya que, desde el verano de 2018 los precios empezaron a aumentar en
todos los países, con epicentro en China, tras detectarse en este país un
peligroso brote de peste porcina africana, que acabó con gran parte de su
ganado porcino, que representaba alrededor del 50% de toda la cabaña del mundo.
A resultas de ello, los precios de la carne de cerdo en China se dispararon a máximos
históricos a mediados de 2019, provocando un efecto dominó en los precios de la
carne y otras proteínas animales en todos los países del mundo. Además, este
proceso se vio afectado por la introducción de aranceles de importación chinos
sobre la carne de cerdo y la soja estadounidenses en medio de la guerra
comercial entre Estados Unidos y Pekín.
No obstante, el informe
señala que es cierto que los primeros confinamientos y las paradas subsiguientes
de las cadenas de suministro globales, unido a los cambios de hábitos de
consumo de las familias y la acumulación de existencias de alimentos en los
hogares, junto a una intensa apreciación del dólar de Estados Unidos, produjeron
un incremento de los precios de los alimentos para el consumidor.
Además, la crisis ha provocado
un aumento de los costes de envío y transporte. Las tarifas de flete
marítimo, medidas por el Baltic Dry Index, un indicador de los costes de envío,
se han incrementado entre 2 y 3 veces en los últimos 12 meses, mientras que el
aumento de los precios de la gasolina y la escasez de chips semiconductores de
camiones en algunas regiones aumentan el coste de los servicios de transporte
por carretera. Si los costes de transporte se incrementan, la inflación de
alimentos para el consumidor también lo hará". Más aun cuando se espera
que algunos de estos factores persistan en el tiempo, como es la subida en los
fletes marítimos o el auge de los precios de la gasolina, lo que podría
prolongar la subida de los precios de la comida.
Otro aspecto es el
aumento de los precios de los productores de alimentos a nivel mundial, que se
sitúan en máximos. Desde los mínimos en abril de 2020, los precios
internacionales de los alimentos (desde el punto de vista de los productores)
han crecido un 47,2%, recuperando sus niveles reales, es decir, descontando la
inflación, de los últimos siete años, en tanto que, si no se descuenta la
inflación y se miden en dólares corrientes, están en el nivel más alto de su
historia. Entre mayo de 2020 y mayo de 2021, por citar un ejemplo, los precios
de la soja y el maíz aumentaron en más del 86 y 111%, respectivamente.
En este comportamiento
expansivo influye que la demanda de alimentos, tanto para el consumo humano
como para la alimentación animal se ha mantenido alta, especialmente en China,
así como el aumento de las reservas de alimentos por las preocupaciones
relacionadas con la pandemia sobre la seguridad alimentaria en numerosos países.
A ello cabe añadir, el evento meteorológico de La Niña de 2020-2021, que ocurre
cada pocos años, generando un clima seco en los principales países exportadores
de alimentos, como Argentina, Brasil, Rusia, Ucrania y Estados Unidos, lo que ha
provocado, en algunos casos, que las cosechas y las perspectivas de cosecha no
estén a la altura de las expectativas.
Por último, el informe
destaca la fuerte demanda de biocombustibles como otro factor que mantendrá
altos los precios, aportando un nuevo componente a la demanda especulativa por
parte de los traders y otros agentes, a la vez que influyen también
las restricciones a la exportación en algunos países.
El panorama descrito por
el FMI debería preocupar a los dirigentes comunistas cubanos. Teniendo en
cuenta los hechos es muy probable que la inflación de alimentos repunte en lo
que queda de 2021 y sobre todo, deje sentir con mayor impacto sus efectos en
2022. Esto significa que comprar en los mercados mundiales se hará más caro y
difícil. O se dispone de financiación o no habrá posibilidades. Para el régimen
comunista, esto significa que la experiencia de la inflación generada por la
Tarea Ordenamiento se puede quedar como un episodio intrascendente si los
efectos descritos condicionan la política alimentaria del régimen cubano. Conclusión,
al no poder trasladar los aumentos de precios a los consumidores finales no
tendrán otro remedio que aumentar los gastos en subsidios del presupuesto
estatal, generando más déficit.
Más aun cuando desde el
FMI se afirma que esta tendencia irá a más, ya que los precios internacionales
de los alimentos aumentarán aproximadamente un 25% 2021 y aunque se
estabilicen, este incremento se irá filtrando a los precios finales entre los 6
y 12 meses siguientes, llegando a influir también en el IPC de 2022.
Los cálculos realizados
son preocupantes. “Un traspaso del 20% (13% en el primer año y 7% en el
segundo) implicaría, por tanto, un aumento en la inflación de los precios de
los alimentos al consumidor de aproximadamente 3,2 puntos porcentuales y 1,75
puntos porcentuales en promedio en 2021 y 2022, respectivamente. No obstante,
se podría sumar un punto porcentual adicional a la inflación mundial de
alimentos este 2021 por el encarecimiento del transporte”.
Y aquí vienen las
recomendaciones del FMI, al señalar que, aun cuando el impacto sobre el IPC
general puede ser notable, “no será igual en todos los países”. En concreto, “las
naciones menos desarrolladas presentan una mayor vulnerabilidad al incremento
de precios en los alimentos frescos, además de contar con el riesgo de tipo de
cambio de sus divisas respecto al dólar. Una depreciación de las divisas
emergentes frente al dólar junto a un aumento de la inflación de los alimentos
puede generar un fuerte aumento de todos los precios. Dado que la mayoría de
los productos alimenticios se comercializan en dólares estadounidenses, los
países con monedas más débiles han visto aumentar su factura en la importación
de alimentos"
¿Tendrá algo que ver
todo esto con las “bóvedas de los bancos llenas de dólares en papel moneda y
las dificultades de acceso a los mercados internacionales, o es solo una
casualidad? Cuba es una economía de bajo desarrollo y su relación tormentosa
con el dólar es bien conocida, ¿podrá asumir el régimen los pagos de los alimentos
cuyos precios van a ser mucho más elevados? ¿lo podrá hacer sin uso al crédito
comercial? La respuesta a todas estas preguntas conduce a un escenario de
crisis alimentaria que puede ser mucho más grave que el actual si no se estimulan las fuerzas productivas agropecuarias internas de una vez por todas, con políticas eficientes y bien orientadas a ello. El FMI avisa,
que luego no le echen la culpa al embargo o bloqueo.
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