La depuración de responsabilidades por los incendios de Matanzas

Elías Amor Bravo economista

La prensa estatal comunista recoge unas declaraciones de Díaz Canel en las que, con relación a los incendios de Matanzas, apuesta por una nueva línea de comunicación, según la cual “tenemos confianza en que nos vamos a recuperar”. Y eso es lo que en este momento más necesita Cuba: confianza. A todos los niveles. Por mucho que Díaz Canel aproveche para cambiar el foco, este infierno que se vive en la base de super tanqueros de Matanzas está siendo un duro golpe que erosiona la confianza que reclama Díaz Canel al pueblo cubano, y que ya está en mínimos.

No es momento de mensajes grandilocuentes sino de mostrar que el estado comunista puede actuar y hacerlo con eficiencia, cuando ocurre un suceso de este tipo. Las referencias a los valores revolucionarios y a la “obra revolucionaria” sobran, no vienen a cuento. La gente lo que quiere son respuestas. Una buena forma de empezar, porque tienen todas las cartas encima de la mesa, es depurando responsabilidades.

Y cierto que dirán que no se puede atribuir este incendio a nadie en particular, viendo lo que se está viendo, pero es hora de que alguien en el poderoso sector estatal creado por los comunistas cubanos asuma el fracaso de lo que ocurre. Incluso mientras se produce el enfrentamiento de los abnegados bomberos, el ejército y la protección civil, hay que empezar a identificar a los culpables y sentar un precedente.

En Cuba, se mete en prisión a cualquier disidente por mucho menos de lo que está ocurriendo en Matanzas. Llegada es la hora de comenzar con las detenciones de los funcionarios públicos o los dirigentes que han sido incapaces de prever un escenario como el que se trasmite al mundo por las televisiones, e incluso, a los que andan mirando mientras otros se dejan la vida, mostrando lo poco que tienen que hacer ante un suceso de estas características. Me refiero a los representantes del partido en la provincia, que andan buscando sus espacios mediáticos para sacar algo de esta ocasión.

Las referencias de Díaz Canel a la confianza solo tienen sentido si se depuran las responsabilidades y el pueblo ve que el estado actúa no solo contra indefensos disidentes y opositores, sino contra aquellos que, por indolencia, no están a la altura de las necesidades de los empleos que ocupan, sin duda bien pagados y con numerosas prebendas. Por aquí es por donde hay que empezar si Díaz Canel quiere recuperar la confianza que dice tener en el pueblo.

A los responsables los tiene cerca: empezando por él mismo, seguido de Marrero, de Morales Ojeda en el partido, del titular de Transporte, Rodríguez Dávila, de la ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Elba Rosa Pérez Montoya, del titular de Salud, Portal Miranda, incluso la recordada Susely Morfa que es ahora delegada provincial del partido, o el gobernador del territorio, Mario Sabines. Hay suficiente donde elegir. 

Porque luego está la confianza internacional, y esta es más difícil de gestionar. Los ciudadanos de todos los países del mundo están viendo en los informativos, varias veces al día, las escenas de los incendios consecutivos en la base de Matanzas, la entrega de los que luchan contra el incendio, los temores de la población, las nubes tóxicas que se esparraman en todas direcciones, el colapso económico y social, pero lo que nadie entiende es que, todavía, a estas alturas y a pesar del ofrecimiento realizado desde el primer momento, el régimen comunista cubano siga sin concretar una petición de ayuda al vecino del norte.

Y así, mientras Díaz Canel afirma que lo que se tiene que hacer es corregir el fuego en el menor tiempo posible, los días van pasando y ya son varios los contenedores que han ardido, sin que la acción de los servicios antiincendios haya conseguido frenar el desastre. Tal vez porque haga falta una experiencia más adecuada a los hechos y, sobre todo, medios, instrumentos más eficaces y modernos para luchar contra el fuego y que pongan fin a la sensación de incertidumbre y de pérdida de confianza que, a nivel mundial, se empieza a constatar hacia Cuba.

Y por todo ello, hay cierta contradicción en la estrategia de comunicación que se percibe fácilmente.

De un lado, se tiene la impresión de que el régimen quiere apostar porque el suceso quede encuadrado en un incendio más, que puede ocurrir en cualquier momento, por un fenómeno natural del que nadie escapa. La explicación del rayo ha sido cuestionada con los indicadores estadísticos del pasado viernes cuando todo comenzó, pero lo más grave es esa sensación de tranquilidad que están trasladando a la población cuando los medios trasmiten una densa capa de humo proyectada a más de 100 kilómetros de distancia, que no puede ser de efectos benéficos por lo que contiene. Pero el régimen no quiere “alarmar” a la población y alarga en el tiempo decisiones, por ejemplo, de evacuación masiva, que ya se deberían haber adoptado.  Los comunicados insisten en que se tiene el control de la zona en la cual se está desarrollando el incendio, pero los hechos evidencian justo lo contrario.

Y, de otro lado, la segunda línea de la comunicación oficial es presentar el incendio como “un siniestro realmente intenso y complejo”, “un desastre natural y ecológico con una alta repercusión social y también económica” señalando que este criterio es compartido con los especialistas “amigos” que han llegado desde México y Venezuela a trabajar de conjunto con los cubanos. Los “enemigos” ni están ni se les espera. Gran error, porque probablemente son los que saben más de todo esto. Si es tan grave, entonces, por qué se minimizan los efectos sobre la población, luego se quejan de la confianza.

Mientras el fuego sigue sin control, otros asuntos de la agenda están a la espera de soluciones concretas, como la evacuación y al movimiento de insumos necesarios, la situación electroenergética del país con referencia al suministro de agua a la Central Termoeléctrica “Antonio Guiteras”. Está, además, la cuestión de la contaminación del aire por la nube tóxica que recorre el territorio occidental que todavía no se ha empezado a medir, o las 125 personas atendidas a raíz del incendio, incluyendo un fallecido y 24 hospitalizados (de los cuales 5 se encuentran en estado crítico; 2, en estado grave; y 17, de cuidado.

No van bien las cosas. La frase que nos deja la inefable Sucely Morfa, de triste recuerdo en aquella cumbre latinoamericana, dice así, “aquí agotados podemos estar, lo que no podemos es estar vencidos” para acabar con ese combinado que tanto gusta a Raúl Castro: "orden y disciplina para enfrentar toda manifestación de desespero en la población". Esto es lo que más preocupa y llevan razón.

Comentarios

  1. Ahí está el resultado y las consecuencias de la construcción masiva de Hoteles , los cuales nunca podrán tener a toda capacidad, es la consecuencia de la ineficiencia del sistema.

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