La seguridad alimentaria con la ley SSAN se irá a bolina

Elías Amor Bravo economista 

En su edición de hoy, Granma anuncia con bombo y platillo que entra en vigor, este 28 de octubre, la Ley de Soberanía y Seguridad alimentaria y nutricional, la Ley SSAN por sus siglas, que fue aprobada por el régimen el pasado mes de mayo, con los objetivos, de “alcanzar la soberanía alimentaria, fortalecer la soberanía alimentaria y nutricional, y garantizar progresivamente el derecho a la alimentación en Cuba”. Y la experiencia de los meses transcurridos desde mayo no ofrece motivo alguno para la esperanza, o para creer que la ley vaya a servir para resolver el problema principal de los cubanos, que no es otro que comer todos los días.

Una vez más, el régimen comunista cubano confía a la Gaceta oficial la solución de los problemas del país, cuando en realidad deberían hacer lo contrario, es decir, atender de forma urgente la situación crítica de la economía y la sociedad y después, una vez encendida la luz al final del túnel, proceder a regular, si es que se considera necesario.

Esa perversión ideológica comunista por dirigir, intervenir y controlar todos los procesos humanos está en el ADN de la quiebra del modelo económico marxista de la constitución de 2019. Ahora con la citada Ley SSAN y su reglamento, va a ocurrir lo mismo de siempre. Ya les anuncio que en unos meses la situación alimentaria de los cubanos no sólo no habrá mejorado, sino que irá a peor. Y claro, como siempre, la culpa volverá a ser del embargo/bloqueo y vuelta a empezar. Total son seis décadas de ida y vuelta, con experimentos fracasados que ahora, cuando el régimen entra en crisis estructural, afloran por todas partes.

Pero inasequibles al desaliento, ¿qué han preparado los comunistas en los distintos ministerios para resolver la seguridad alimentaria? ¿quizás hayan estado pensando en liberalizar las fuerzas productivas y cambiar la estructura de derechos de propiedad en la tierra? ¿tal vez que se encadenen la producción y distribución agropecuaria con empresas privadas orientadas por el móvil del beneficio? Nada de eso. Granma explica en su nota que están en otro tipo de cosas, todas ellas muy burocráticas, comunistas e improductivas.

Pasen y vean. Por ejemplo, quieren actualizar el cumplimiento de la guía metodológica y el cronograma de implementación de la Ley SSAN, y claro, como no podría ser de otro modo, en vez de ponerse a sembrar papa y yuca para matar el hambre vieja, resulta que han conformado varios grupos de trabajo en una primera etapa, para dedicarse, nada más y nada menos que a “la comunicación social,… la producción y puesta en parrilla regular de cápsulas y spots”. Ojo que de anuncios en la televisión no vive el hombre, y la gente puede acabar pensando que se les está tomando el pelo.

En fin, en una segunda etapa, nada de sembrar boniato o malanga, sino que se van a realizar, imaginen ustedes, “talleres provinciales y municipales de formación de agentes dinamizadores y de elaboración de metodologías y herramientas, además de intercambio con los Organismos de la Administración Central del Estado y entidades nacionales”. Ni una papa salió de esos encuentros y talleres. Consecuencia, dos fases de la ley perdidas para el objetivo principal que es comer.

Granma dice, quizás en el tono de burla más socarrona, que todavía “quedan pendientes de esta etapa algunas actividades como los talleres de Mecanismos de Control, de Herramientas, y de Indicadores, así como un intercambio con las Agencias de Colaboración Internacional y un curso online en plataforma digital para las Comisiones".

En fin, ¿qué quieren que les diga? Eso sí para los comunistas se considera un éxito haber movilizado en estas dos etapas a “650 agentes dinamizadores de 143 municipios, 8.642 personas capacitadas (580 a nivel nacional, 1.652 provinciales y 6.410 municipales), y 22 talleres nacionales, 21 provinciales y 115 municipales”. Que sí, que todo esto está muy bien, cuántos kilogramos de boniato, papa o carne de puerco salieron de aquí. Cero, cero patatero. La soberanía alimentaria, cada vez más imposible.

Pero, por si acaso ustedes no han salido del asombro, y creen tener alguna confianza en las capacidades de los dirigentes comunistas cubanos, no se pierdan la tercera etapa de Implementación de la Ley SSAN. Para entonces, se ha establecido como objetivo elaborar los cronogramas de acciones provinciales y municipales, y realizar el levantamiento de actores miembros de las Comisiones en todos sus niveles, y la constitución de las Comisiones SSAN en sus tres niveles”. Cuán importante tarea, desde luego, ya está asegurada la comida diaria después de todo esto.

¿Qué quieren que les diga? Pues lo mismo de siempre. Otro fracaso a la vista que hará que la situación alimentaria de los cubanos sea cada vez peor. Los dirigentes dicen a Granma que “en los próximos meses, están previstas acciones por temas estratégicos como realizar diagnósticos y planes orientados a la satisfacción de las necesidades alimentarias de la población; elaborar, implementar y evaluar estrategias para prevenir las pérdidas y desperdicios de alimentos en las cadenas de valor a nivel local; y coordinar la implementación de los sistemas de gestión de la calidad e inocuidad de forma sostenible, con análisis de riesgos y enfoque de cadenas de valor; entre otras”. Más divertimento burocrático, más áreas improductivas y, desde luego, cero de producción de tomate, ají o papa.

¿Cómo se puede confiar en esta gente y pensar que, en el obsoleto modelo comunista que rige la economía, las cosas pueden ir a mejor? Sería una creencia absurda que, en este caso de la soberanía alimentaria, por su especial incidencia en el bienestar de la población, no debería ser objeto de tanta burocracia y estulticia. El pueblo cubano sabe que todo esto es inútil, y que pasará dificultades para comer, si la organización económica no cambia. Una forma triste de conformarse con algo que, simplemente, no funciona. Es el momento de cambiar.

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