Decisiones económicas en China y expectación castrista
Elías Amor Bravo,
economista
Sorprendente. El diario
oficial del régimen castrista, Granma, hace referencia hoy al comienzo del
análisis de un proyecto para transformar las funciones del gobierno y su
intervención en temas sociales y de mercado por la XII Asamblea Popular
Nacional de China, el máximo órgano legislativo.
Hasta ahora, resultaba
difícil descubrir en este portavoz de los Castro, alguna referencia al proceso
de transformación emprendido por la economía china. Más bien, todo lo
contrario. Distancia y percepción de fracaso desde La Habana. Un cierto
sentimiento de superioridad. Es evidente que algo ha cambiado. Posiblemente, la
necesidad de contar con apoyo financiero ante la eventual pérdida de los
petrodólares chavistas.
En cualquier caso, la
aplicación de estas reformas, con el mismo ímpetu que en China, podría servir
para que la economía castrista enderezara su rumbo, ampliase su base productiva
y permitiera, por primera vez en 55 años, satisfacer las necesidades básicas de
los cubanos, sin el temido recurso al racionamiento y las colas. Cuando no lo
hacen, es por algo.
Vayamos por partes. Los
chinos anuncian un “amplio programa de reestructuración estatal, cuyo objetivo
es mejorar la eficiencia del gobierno”. Se trata de alcanzar una distribución
razonable del trabajo y responsabilidades bien definidas. Curioso. No hace
mucho tiempo, en los “Lineamientos” castristas se planteaba algo parecido, la
reducción del empleo del sector presupuestado de la economía castrista. Pero
todo aquello quedó en el olvido, y desde entonces, no se ha vuelto a hablar del
asunto.
Los chinos lo tienen más
claro. Plantean, por ejemplo, la integración en un solo departamento de
funciones institucionales similares o idénticas, que en la actualidad se
encuentren dispersas en diferentes organismos gubernamentales. En el régimen
castrista, este sería un objetivo encomiable, si se tiene en cuenta la notable
dispersión de entidades del sector presupuestado que prácticamente cumplen los
mismos fines que las organizaciones de masas. Esa identificación entre poder
del estado y poder político, porque no conviene olvidar que en ambos países
existe un monopolio comunista, tiene un valor adicional en China, por cuanto,
se ha decidido reducir ese ámbito de discrecionalidad y liberalidades,
apostando por una sola entidad que supervise las distintas áreas
gubernamentales a atender.
Los aparatos estatales de
los países que, como Cuba, apuestan por el estalinismo, se caracterizan por esa
notable confusión entre gestiones públicas y políticas. Algo de eso se ha
planteado en los llamados “Lineamientos”, pero al igual que en la reducción del
empleo estatal, parece que ha quedado en el olvido, después de alguna actuación
en el ministerio del Azúcar, y poco más. El régimen castrista debería imitar a
China y promover una profunda renovación de la organización burocrática
estatal, que separe las distintas fuentes de poder económico que surgen del propio
sistema. Por supuesto que los chinos pueden hacer este tipo de cosas porque han
avanzado realmente mucho más que los castristas en el proceso de transformación
de la ineficiente economía, pero sería positivo que el régimen de La Habana
dejase entrar algo de aire fresco en sus asfixiantes estructuras. No lo harán.
Que China intente “poner fin al poder de
los monopolios industriales y eliminar los obstáculos administrativos que
dificultan la circulación de productos y servicios en la economía, para
estimular la libre competencia, justa y ordenada”, dice mucho de los gestores
de ese país. Han comprendido que no pueden seguir como van, o acabarán muriendo
por sus propias estructuras. China ha definido, con valor, una vía para
evolucionar desde el rancio estalinismo totalitario a la economía de mercado
competitiva que está siendo objeto de análisis continuo, y que le va a permitir
convertirse en este siglo en una gran potencia mundial, si consigue avanzar en
los derechos políticos, sociales y democráticos de la población. Los Castro
continúan mirando en otra dirección.
Tejen y destejen como una moderna
Penélope. Bueno, al menos autorizan a que Granma publique estas informaciones
aunque tengo para mí que de poco puede servir si no existe una clara voluntad
política por llevarlas a término. Y de momento, nada de eso.
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