La apuesta de BioCubaFarma, por otro camino
Elías Amor Bravo, economista
No me cabe la menor duda que en el mundo en que
vivimos, apostar por la biotecnología, es acertado. Otra cosa es cómo se haga
esa apuesta. Porque al final, lo que se trata es de generar empleo, riqueza,
beneficios y crecimiento económico por medio de la actividad empresarial, y no
dedicarse a “juegos florales” para satisfacer el interés de algún dirigente
político con desfasadas ínfulas estalinistas.
Este enunciado viene a propósito de un reciente
artículo en Granma, de Iris de Armas, en el que se analiza el llamado grupo
empresarial BioCubaFarma, que constituye la apuesta del régimen por la alta
tecnología en el ámbito de la biotecnología. Las cifras del grupo son destacadas: 881 productos del cuadro básico de
medicamentos, de los que 583 son de fabricación nacional y el resto importados,
que se exportan a más de 50
países y con más de 21 mil trabajadores que integran las 38 entidades trabajan
en el Grupo. Bueno, tal vez en otro momento habrá que hablar del “embargo”.
Ahora no toca.
Ni más ni menos que en la llamada “mesa redonda informativa”
se expuso las características de este grupo que, a tenor de las cifras
ofrecidas, parece que tiene el rango de “joya de la corona” ni más ni menos. Yo
así lo creo, y por el bien de los cubanos, y una adecuada gestión de los
escasos recursos económicos que obtiene la Isla, pienso que el modelo por el
que apuestan las autoridades del régimen para este grupo, no es acertado. Y por
ello, expongo mis razones.
Primera. No tiene sentido que un grupo estratégico
para el futuro del país adopte el modelo de funcionamiento de una “empresa
socialista”. Conocido y reconocido el fracaso del modelo imperante en la Isla
desde hace más de medio siglo, existen numerosas técnicas de gestión
empresarial para conseguir la máxima rentabilidad y un uso adecuado de los
recursos en un sector que resulta estratégico para el futuro del país.
Que este tipo de organizaciones tengan que responder de forma obligatoria a los llamados “Lineamientos” no es ni más ni menos, que un
error de graves consecuencias. Si realmente el grupo quiere lanzarse a nivel
internacional, debería pensar en otro tipo de modelos de organización. Los derechos de propiedad que se generan tras
un proceso largo y complejo de investigación y desarrollo tienen que estar
protegidos y garantizados debidamente a sus autores. Ahí reside el motor del
continuo avance.
Segunda. Detrás de este grupo existe un conjunto de
actividades que, bajo ningún concepto, se deben dirigir desde una misma
organización, con los mis criterios. Es un grave error concentrar en este
grupo, como si se tratase de un holding de dudosa inserción en la economía
castrista, todas las actividades de investigación, desarrollo, producción y
exportación. Eso es un error. Es como mezclar agua y aceite.
Cada una de estas complejas actividades exige procesos
de gestión, plazos, recursos, medios, personal distinto, y además, se rigen con
criterios también diferentes. Posiblemente, si en vez de integrar todo el
conjunto organizativo en uno sólo se apostase por pequeñas empresas independientes,
de titularidad privada, que facilitaran además la participación de socios
tecnológicos internacionales, estaríamos ante otro caso bien distinto. No me
cabe duda que, a la larga, este será uno de los más importantes sectores de la
economía cubana para captar inversiones extranjeras. Ello no es óbice para que
los dirigentes políticos que quieran entretenerse utilicen la “marca paraguas”
que se quiera. Pero es importante que la gestión se encuentre diferenciada para
adaptarse a la naturaleza de cada tipo de negocio.
Tercera. No hay que obsesionarse con la competencia
política. En el mundo de los negocios, este tipo de consideraciones son
relevantes, pero pasan a un segundo plano. Que Cuba se haya incorporado a la
biotecnología más o menos en las mismas fechas que Estados Unidos es una buena
noticia, pero a la vista está que los resultados obtenidos por la industria de
ambos países tienen muy poco que ver. Algo se ha hecho, y se está haciendo mal.
Posiblemente, el nacimiento de un sector a partir de
las decisiones de un máximo líder, en este caso Fidel Castro, por muy
estratégicas que sean, no tiene por qué influir en su viabilidad posterior. Los
errores de partida se tienen que corregir. Por tanto, cuanto antes se ponga
solución al asunto, mejor.
Cuarta. Considero que este grupo BioCubafarma no se
gestiona igual que otros grupos empresariales castristas, como Alimport o
Gaviota, vinculados a actividades de consumo o de turismo, que no requieren el
mismo esfuerzo de recursos que la investigación tecnológica, para empezar.
Exige ante todo una continuidad de inversión en modernización, de calidad para
competir a nivel internacional y de marketing si realmente se quiere exportar y
ocupar posiciones en los mercados de otros países. Y eso requiere mucho más que
trabajo o esfuerzo. Requiere know how empresarial, que es posiblemente lo más
costoso.
Si se quiere que este Grupo empresarial BioCubaFarma, contribuya
a la mejora de la salud de los cubanos y al mismo tiempo,” impulsar el tránsito
hacia la economía de alta tecnología, basada en el conocimiento”, hay que
desprenderse cuanto antes de algunos legados del pasado que han mostrado su
inadecuado funcionamiento. La apuesta por la economía cubana del futuro no debe
estar condicionada por decisiones políticas, sino empresariales. Cuanto antes
se percaten de ello, mejor.
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