La unificación monetaria de 1914: otros tiempos, sin duda mejores
Elías Amor Bravo, economista
La historia de Cuba, mucho más rica que lo que algunos suponen, en ocasiones nos permite analizar y comparar distintos momentos en el tiempo, y determinar sus repercusiones posteriores.
Un debate que en este momento está abierto se refiere a la eventual supresión de la dualidad monetaria existente en el país. Un punto en el que existe un amplio acuerdo, si bien, es cierto que las políticas y los instrumentos para conseguir este objetivo, difieren. De momento, el régimen piensa que con los actuales "lineamientos" puede plantearse la unificación en 2016. Aventurado.
Pues bien, si de referencias históricas se trata, los anales muestran que en octubre de 1914, hace casi 100 años, en Cuba se adoptó una decisión similar por el entonces gobierno de la República. El 29 de octubre de aquel año, se emitía por primera vez moneda nacional, el peso, inspirada por el secretario de Hacienda, Leopoldo Cancio Luna, un gran cubano de Sancti Spiritus que el castrismo, como a tantos otros grandes de nuestra Historia, ha hecho desaparecer. Cancio, de formación abogado y economista, tuvo un extraordinario protagonismo en las reformas monetarias que vieron la luz durante los gobiernos de García Menocal en este período. Tal vez sería conveniente empezar a pensar el próximo año, ante la inminente celebración del centenario del peso, en otorgar a Cancio el reconocimiento que merece por sus notables contribuciones a la economía y al sistema monetario en Cuba, durante su tiempo.
El peso cubano veía la luz en el marco de una profunda reforma del sistema monetario, con la Ley de Defensa Económica y de Acuñación de la moneda de 20 de octubre de 1914. Casi de forma simultánea, se ponía fin a la libre circulación de otras monedas como el dólar de Estados Unidos o la peseta española de entonces.
Conviene recordar que la unidad monetaria cubana se estableció con una paridad oro, del mismo peso y finura que el dólar de Estados Unidos, y señaló para la acuñación del oro cubano, plata y níquel distintos tipo de moneda fraccionada, autorizándose la acuñación limitada de las monedas de oro establecidas en la Ley (Alvarez Diaz el al, pág. 267). Al peso cubano oro se le otorgó poder liberatorio absoluto, así como a la moneda estadounidense, excepto la fraccionaria con un poder liberatorio restringido a las acuñaciones de plata y níquel.
La Ley monetaria de la República de Cuba se promulgó poco después que el presidente Wilson de Estados Unidos aprobase la creación del sistema de Reserva Federal. Cuba tendría que esperar a la década de los años 50 para que apareciera el Banco Central, pero ya en aquella época empezaron a ponerse de manifiesto demandas concretas para su creación.
En definitiva, Cuba ya vivió un escenario de unificación monetaria, suprimiendo la circulación de otras que no fueran el peso cubano, y con una valiente equiparación del sistema monetario cubano con el de Estados Unidos. Ello permitió en aquellos años afianzar una moneda respetable y segura. Un sistema monetario solvente, moderno y bien construido sobre bases sólidas. Una moneda que pronto se convirtió en reserva de valor y que permitió un notable despliegue de las transacciones y las operaciones comerciales y financieras.
Aquella reforma monetaria, con el nacimiento del peso, trajo consigo un período de expansión de la economía de la República que se vio especialmente estimulado por los efectos devastadores en los campos europeos de la primera guerra mundial. La escala del sistema económico cubano registró un incremento cuantitativo y cualitativo espectacular hasta que a finales de 1920 la recuperación de las cosechas de remolacha en los campos europeos, tras el fin de la guerra, precipitó a la baja los precios del azúcar.
Pero aquel ciclo fue fundamental para la consolidación de la economía de la República, para mostrar su notable dinamismo y crecimiento posterior.
Ante una decisión muy similar, en la que habrá que poner fin a la circulación de una de las monedas existentes en la Isla, y la consolidación de un sistema monetario que otorgue confianza a los agentes internos y externos, me pregunto si las autoridades del régimen están a la altura de aquella experiencia de hace casi 100 años, y si esa pretendida unificación que anuncian para 2016 no va a suponer más problemas que oportunidades.
Referencia: Alvarez Díaz, J. et al Cuba, geopolítica y pensamiento, Colegio de Economistas de Cuba en el exilio, Miami 1964
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