¿Por qué fracasan los pequeños proyectos emprendedores en Cuba?
Elías Amor Bravo, economista
Comienza a ser
frecuente que se hable de "carrera de obstáculos para los cuenta
propistas cubanos".
La transformación de la economía que se propone
en los llamados “Lineamientos” es insuficiente e inadecuada para atender las
necesidades de unos profesionales que tratan de ofrecer sus servicios a
una sociedad hastiada del racionamiento, la falta de variedad y calidad en los
suministros, y los elevados precios. En contra de lo que algunos
analistas afirman, no es cierto que sobren los cubanos que apuestan
por la iniciativa privada y se distancian del empleo estatal o de
unas pensiones insuficientes, para montar pequeños restaurantes y
proporcionar otros servicios limitados a un catálogo oficial de
actividades.
Nadie sobra en la
economía de mercado. Esta se encarga de decir quién debe estar
y quién no. Y además, también en contra de lo que se viene
afirmando, las trabas oficiales, la presión fiscal, la escasez de
materias primas o la politización en la gestión, la impericia,
las coacciones y las mordidas de los inspectores, o la carga
tributaria (los cuenta propistas afrontan tasas de un 50% de los
ingresos superiores a los 2.000 dólares anuales: una presión fiscal
que supera la media de los países de América Latina, que se sitúan
en torno al 27%, como señala Lorenzo Pérez en Palabra Nueva,
publicación de la Archidiócesis de La Habana) no son los
factores que lastran el nacimiento y la consolidación de medio
millón de cuenta propistas, sino la naturaleza del modelo jurídico
de derechos de propiedad y la presión asfixiante del estado, que se
resisten a ceder parcelas de poder. No en vano, en este proceso de
tira y afloja, también han desaparecido 407.000 cuenta propistas.
En concreto a estas cuestiones se presta atención en un documental, de reciente publicación, titulado
“Emprendedores en Cuba", filmado en 2013 y 2014 por Matraka
Producciones, una organización cultural sin fines de lucro con sede
en la isla, que acaba de lanzar el primer curso para emprendedores
impartido por el Centro Diocesano de Formación Dra Felicia Pérez,
en la ciudad de Santa Clara. En este documental se denuncia, entre otros, el carácter errático de los reglamentos, la desautorización
de las autorizaciones, las arbitrariedades de los inspectores, la
ausencia de mercados mayoristas y el auge del mercado negro, para
explicar la mortalidad de los valientes cuenta propistas que se
lanzan a la aventura. Los promotores del documental se hacen una
pregunta relevante: “¿realmente quiere el gobierno castrista crear
una verdadera sociedad de exitosos empresarios pequeños y
medianos?”.
¿Por qué fracasan los
pequeños proyectos emprendedores en Cuba? En el documental se
presentan algunos casos a modo de historias de vida, que muestran lo
difícil que resulta desarrollar en la economía castrista un trabajo
por cuenta propia. Porque ni siquiera se habla de pequeña empresa.
Lo que está naciendo en Cuba a la luz de los Lineamientos son
iniciativas de trabajo independiente del estado, pero sometido a sus
decisiones y veleidades. No existen mercados mayoristas para el
acopio libre de productos, las reglas del juego siguen basadas en la
planificación central comunista, la propiedad privada y la
acumulación de renta y riqueza continúan penalizadas por el
ordenamiento jurídico castrista.
El régimen va de un
lado a otro aprobado y prohibiendo una serie de actividades u
“oficios” algunos realmente sorprendentes, que no permiten la
construcción de una economía productiva fuerte, independiente del
estado, capaz de generar renta y empleo. Los análisis confirman que
el nivel de puestos de trabajo creados en la economía de los cuenta
propistas sigue siendo escaso. La disponibilidad de recursos
financieros para lanzar los proyectos es nula. Los bancos siguen
siendo oficinas dependientes del estado con una política crediticia
errática, que no genera confianza en los clientes potenciales. En
tales condiciones, muchos proyectos dependen de financiación
externa, generalmente fondos procedentes de remesas del exterior,
cuyo origen se somete a escrutinio por las autoridades.
No existe un mercado de
compra y venta de negocios, traspaso de las pequeñas iniciativas
emprendedoras. En la economía libre, aquello en lo que alguien
fracasa puede ser una vía de salida para otra persona. Esa
transferencia de recursos y know how es improbable en estas
condiciones en que se desarrolla la actividad emprendedora en la
Isla. Quien fracasa en un pequeño negocio, desaparece. No encuentra
salida por medio de la venta.
Las fusiones y los acuerdos para
cooperar con el ánimo de alcanzar escala y rentabilidad en la
prestación de servicios, son nulos y se encuentran, en buena medida,
proscritos. La actividad emprendedora ha quedado limitada al sector
de servicios, donde se mueve el dinero procedente del exterior, pero
el régimen sigue sin autorizar la pequeña empresa en las
actividades industriales, la construcción o la agricultura. Por
último, los cuenta propistas quedan al margen de cualquier
iniciativa de inversión extranjera, ya que sus negocios no entran a
formar parte de la famosa “cartera de proyectos” que el régimen
ofrece a los empresarios internacionales para invertir.
Lo que hace fracasar a los cuenta propistas es
el modelo de la economía castrista, que es incompatible con la
libertad de empresa, la economía de mercado y los derechos de
propiedad privados. Y lo peor, es que se resiste a cambiar.
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