¿Quién puede hacer turismo en Cuba?
Elías Amor Bravo, economista
Un ejemplo más de la falta de respeto del régimen
castrista por los cubanos es el turismo.
Cierto es que, por vez primera en años, las cifras
del sector están mostrando una mejor evolución en los primeros meses de 2015. Es
incuestionable. El eventual restablecimiento de relaciones con EEUU o la
eliminación del régimen castrista de la lista de países que cooperan con el
terrorismo, son señales poderosas sobre los viajeros internacionales que, en
general, pueden haber supuesto la pérdida de parte del temor asociado a
disfrutar de vacaciones en la Isla caribeña.
Descontado este efecto, que se traduce en titulares
mediáticos que sirven a la prensa oficial para atraer la atención de los
turistas internacionales, cabe preguntarse qué opciones quedan para el pueblo
cubano. Sí, estoy pensando ahora mismo en los 5 millones de cubanos que reciben
un sueldo medio inferior a 20 euros, y que contemplan esa oferta turística para
extranjeros como un universo prohibido alejado de la miseria y el racionamiento
cotidiano.
Porque si bien es cierto que, en buena medida, el
régimen ha suprimido los obstáculos legales y penales que recaían sobre los
cubanos para disfrutar de las infraestructuras al servicio del turismo
internacional, subsisten barreras, tal vez insalvables, en los precios que se
tienen que pagar por el disfrute de estos servicios, completamente alejados de
la realidad cotidiana de los cubanos.
Comer en un paladar o en un restaurante de los que
se abren al amparo de las reformas raulistas, disfrutar de un fin de semana en
un resort de Puerto Pesquero o María la Gorda, viajar en un pequeño yate por
los cayos para practicar la pesca deportiva del marlín, disfrutar de un fin de
semana en alguno de los hoteles de Varadero o La Habana, alquilar un automóvil
para viajar por la isla sin rumbo fijo,…. Son actividades vedadas para los
cubanos, que permanecen impasibles observando cómo los turistas procedentes de
Canadá, Italia, Francia o España, hacen uso de sus tarjetas de crédito para
disfrutar de esas maravillas de la isla grande.
Sinceramente, esta no es una apuesta correcta del
régimen con el turismo y en algún momento, podrá estallar. Los expertos
internacionales sostienen que los países que han transitado con éxito hacia
modelos turísticos sostenibles, de calidad y capaces de atraer millones de
extranjeros año tras año, no excluyen, sino todo lo contrario, facilitan el
acceso de los nacionales a ese sector. Es el caso de España, país en que los 65
millones de turistas que lo visitan cada año se consolidan junto a un
importante mercado nacional que no renuncia a sus vacaciones, destinando un
gasto medio por estancia, incluso superior al de los extranjeros. Incluso en
los años más difíciles de la reciente crisis económica, los españoles no han
renunciado a su descanso y han mantenido su poder de compra “turístico” a costa
de otras partidas de la cesta de consumo.
La lección que cabe extraer es que no es bueno
practicar el “appartheid” social con el turismo. Con el tiempo acaba siendo una
fuente de agravio, que lastra y elimina las opciones más atractivas para el
sector. Sin embargo, el régimen castrista no ha pensado en ello, ni tiene la
menor idea al respecto. Contento con ir divulgando todos los meses unos datos
de turismo internacional que, previsiblemente irán en aumento porque parten
realmente de niveles muy bajos, no se han dado cuenta que abandonar a los
cubanos al campismo popular o a los alojamientos de bajo precio existentes en
zonas menos favorecidas, no hacen otra cosa que limitar el crecimiento del
turismo en su conjunto.
Y la realidad es mucho más simple de lo que se
piensa, si se practica la racionalidad económica. Los precios que se pagan en
el sector turístico de la Isla se corresponden con los niveles internacionales,
y no con los que podrían establecerse del libre juego de oferta y demanda en la
Isla. Con salarios de 20 euros al mes, los costes de prestación de los
servicios turísticos (que son intensivos en trabajo) tienen que ser claramente
inferiores a los que se producen en otros países del Caribe. Sin embargo, no es
así. El pack turístico vacacional en Cuba en los catálogos de las agencias de
viajes europeas establece unos precios similares a los de Dominicana, Barbados,
Puerto Rico o Caribe Mexicano, entre otros. ¿A qué obedece ese desajuste de
precios con costes? Recuerdo que durante el período especial y algunos años
después, los turistas españoles que viajaban a Cuba se encontraban a la salida
de los hoteles con “guías” no oficiales que les proporcionaban referencias de paladares
en La Habana donde podían comer o cenar, de forma espléndida auténtica comida
cubana, por precios claramente inferiores a los que tenían los hoteles, donde
se les servía un catering internacional ajeno a la realidad gastronómica de
Cuba. El régimen hizo desaparecer a estos “guías” en poco tiempo, penalizando
sus actividades. La pregunta es ¿Por qué unos pueden operar a precios muy bajos
y otros no?
Al final subsiste un problema no menos grave. Los cinco
millones de cubanos que siguen cobrando del estado castrista reciben sus
remuneraciones en CUP, y cuando trasladan a CUC su poder adquisitivo, se
encuentran con una dura realidad, que necesitan 24 CUP para conseguir un solo
CUC. La dualidad monetaria, que se mantiene artificialmente en el tiempo, es
otro castigo para los cubanos que observan cómo con su moneda tradicional
apenas pueden acceder a comprar unos productos escasos, subvencionados por el
régimen y que aparecen y desaparecen sin más, mientras que con CUC se puede
conseguir prácticamente de todo. Si eso no es desigualdad social, que venga
alguien y lo explique.
Comentarios
Publicar un comentario