¿Por qué no puede funcionar el sector de la construcción en la economía castrista?
Elías Amor Bravo, economista
Tengo la impresión que en la economía castrista hay quiénes
piensan que los hechos y fenómenos económicos responden a las decisiones
políticas, las leyes y disposiciones administrativas que emanan del estado. No es asunto baladí. El sistema económico ideado por los Castro en 1959 suprimía los
derechos de propiedad privada, la libertad económica de elección y supeditaba todo el
proceso productivo a la intervención directa del estado. Una combinación mortífera para cualquier economía. Y así llevan 57 años.
El tema que nos ocupa se suscitó ante una información publicada en el
diario oficial Granma sobre la venta de materiales de la construcción en la red
de tiendas destinadas a la comercialización de los mismos en Villa Clara.
Según, la ministra de Comercio Interior,
Mary Blanca Ortega Barredo, se habían vendido más de 2.300 millones de pesos el
pasado año, una cifra muy superior a los 760 de 2011 cuando se inició el
programa en el país.
En declaraciones a la prensa, la ministra reconoció que a
pesar del crecimiento experimentado en la actividad en todas las provincias, la
producción aún no cubre toda la demanda, en especial la de productos como el
acero y el cemento, y señaló que su departamento estaba buscando alternativas
viables que puedan paliar la situación.
Nada más y nada menos que todo un ministerio organizando la producción y venta de
materiales de construcción. Quién sea capaz de poner puertas al campo, que lo
haga. Si no, que se retire. El modelo de intervención estatal en la economía no
sirve para organizar una actividad como la construcción de vivienda. Esta es
una actividad de naturaleza privada que responde al deseo de las familias de
acceder a una residencia en condiciones de calidad, para la cuál el trabajo,
los ingresos y el ahorro son el motor que impulsa la apuesta individual por lo
que supone la mayor inversión en la vida de las personas. Conceptos de
racionalidad económica sencillos que se deberían tener muy en cuenta por los
responsables de la economía castrista.
¿Cómo se puede pretender que algo tan importante para la
vida de las personas sea intervenido integralmente por el estado con un ministerio?
El estado ruinoso del parque de la vivienda en Cuba, su escasez y antigüedad,
son el ejemplo más evidente de esta política equivocada que quiere combinar
decisiones desde el ámbito de la producción de los materiales, la construcción
posterior de las viviendas, hasta los supuestos subsidios entregados a las
familias para la adquisición las mismas, en su caso.
En cualquier economía privada o mixta, el estado puede
llegar a intervenir en el mercado de la vivienda. Y lo puede hacer facilitando
el acceso de las nuevas construidas o la rehabilitación de las antiguas y
deterioradas.
En ultima instancia, hasta puede asumir una determinada
regulación. Pero el estado, un ministerio, no puede ni debe, dedicarse a
construir nada. Quien debe asumir ese papel es la empresa privada que contrata
libremente trabajadores, paga sueldos, fija condiciones de producción y de
precios, y finalmente atiende a una demanda que tiene unas determinadas
preferencias e ingresos.
Un ejemplo de esa falta de sintonía entre las condiciones de
la oferta y la demanda se muestra en el artículo de Granma. ¿Cómo se puede
explicar que la venta de barras de acero, elemento fundamental para la
construcción, alcanzó 39.000 toneladas, por encima de las 900 vendidas
anteriormente? ¿Cuál es el nivel básico
a atender y cómo se puede dar respuesta eficiente?
Si en vez de centralizar todas las decisiones de producción
en un sólo órgano ministerial se permitiera la aparición de empresas privadas
que se dedicaran, a nivel local o provincial, a las tareas de producción y
venta, el resultado sería más fácil de conseguir. Es curioso el método de planificación de los
excedentes, difíciles de comprender cuando se controla la oferta y demanda por
un órgano único. La idea que tienen es que los excedentes pasen a integrarse en
unos “recursos aprobados en el plan de la economía que no se ejecuten por las
industrias en el tiempo planificado, destinados al ministerio de Comercio”. La
pregunta es, ¿qué piensa hacer el ministerio con todo ese material sobrante? ¿Cuál
es el nivel de despilfarro de recursos que paraliza a la economía castrista?
¿Son las nuevas “formas de gestión” aprobadas, como las
cooperativas no agrarias, la solución? En absoluto. El problema no se resuelve
con actuaciones superficiales sino que exige remedios de fondo. La llegada de
la libre empresa a Cuba es necesaria para mejorar la producción del país. Ya no
se puede experimentar más, ni perder más tiempo esperando que se produzca un
milagro, porque la experiencia de los llamados Lineamientos, no dará solución a
los problemas planteados. Las transformaciones que experimenta el sector
comercial no sirven para dar respuesta a las necesidades de la sociedad, y
cuanto antes reaccionen será mejor. La realidad es que el tiempo se les acaba.
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