En defensa de los trabajadores por cuenta propia
Elías Amor Bravo, economista
A
pesar de que ya son 580.828 trabajadores por cuenta
propia, la categoría más cercana al empleo privado, emprendedor,
todavía representan un porcentaje bajo respecto a otros países. Si
se comparan con los 4.474.000 ocupados que tiene la economía, se
obtiene que un 13% del empleo se dedica a actividad privada, en tanto
que el 87% depende del estado.
Una anomalía con
respecto a la economía mundial donde, en todos los países, el
empleo privado aventaja ampliamente al estatal. Por citar un ejemplo,
en España, los 3 millones de empleos dependientes del estado
contrastan con los 19 millones de la economía, llegando a un 15% del
total. Resultados similares se obtienen en otros países, donde el
empleo estatal alcanza porcentajes similares. La excepcionalidad de
Cuba aparece si cabe, más desproporcionada e insostenible.
Además algunos
rasgos sociológicos del trabajo por cuenta propia merecen ser
destacados. El 29% son jóvenes y el 34%, mujeres. Hasta un 15%
también trabaja en el sector estatal, con un alto nivel de
pluriempleo, y hasta un 10% son jubilados cuyas pensiones obligan a
retomar actividades productivas. A nivel territorial, y con estrecha
relación con la distribución de la población, seis provincias
concentran el 65% de los emprendedores privados, La Habana, Matanzas,
Villa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba.
Estos datos
generales confirman que el trabajo por cuenta propia es un elemento
fundamental de la economía, ya que ofrece oportunidades que no se
encuentran en el sector presupuestado, permite a quienes lo
desarrollan romper con las cadenas de dependencia estatal y aseguran,
al menos de momento, una cierta estabilidad con relación a la
presión estatal que se encarga de regular las actividades que se
autorizan.
No en vano, lo más
representativo del trabajo por cuenta propia se mantiene en
actividades de alimentación (paladares, cafeterías, vendedores
ambulantes), un 9%; el transporte de carga y pasajeros, el 8%; el
arrendamiento de viviendas, habitaciones y espacios, 6%; los agentes
de telecomunicaciones, 5%; y los trabajadores contratados por los
emprendedores, 26%, en lo fundamental asociados a las actividades de
alimento y transporte.
El pasado mes de
diciembre entraron en vigor una serie de normas para regular la
actividad emprendedora en Cuba. Los resultados han sido analizados en
Juventud Rebelde. En
este post vamos a comentar algunos aspectos.
Primero, destacar
que el escaso desarrollo del número de emprendedores y del trabajo
por cuenta propia viene motivado por el hecho que el régimen solo
autoriza 123 actividades para este sector, llegando incluso a
unificar 96 de ellas, precisamente en los oficios más solicitados.
Lo que han conseguido es limitar y condicionar más todavía la
expansión de estas actividades. Es obvio que la concentración y/o
eliminación de licencias ha generado el consiguiente malestar.
Tan solo una
fracción de los trabajadores por cuenta propia, unos 15.466 según
datos oficiales, ejercen más de una actividad y la mayor parte en el
sector de alimentación. En los paladares, por ejemplo, donde se
limitó el número de plazas se prohibió la actividad de barman o la
venta de alimentos a domicilio, lo que ha supuesto menos ingresos
para los establecidos. Los inspectores multan a paladares que venden
golosinas a los niños que acuden con sus familias a comer.
Los trabajadores por
cuenta propia están preocupados por el entorno de incertidumbre en
que deben realizar sus actividades, y que el gobierno no disminuye,
sino que aumenta. Existe preocupación por la eliminación del límite
de 50 capacidades para el servicio de restaurant, bar y cafetería, y
poder establecer más de una actividad de este último tipo en un
mismo domicilio legal; y en concreto en la actividad de
panadero-dulcero se reclama la posibilidad de vender bebidas no
alcohólicas. Y sobre todo, les alarma las fusiones de licencias, y
los casos alarmantes que se están produciendo, como por ejemplo, que
en un local por la mañana se puedan servir desayuno como cafetería,
y en el horario de almuerzo y comida servir comidas como restaurante.
Esta posibilidad ha
sido eliminada por las autoridades y algunos trabajadores por cuenta
propia no entienden por qué. Lo cierto es que las fusiones de
momento avanzan en alimentación, pero ya se está pensando en otras
como la de artesanía y la de talabartería, atendiendo a la afinidad
de estas labores, o las personas con licencia de fotografía que en
sus locales plastifican carnés, hacen llaveros, fotocopian, por
citar ejemplos de lo que viene.
Segundo, ha
aumentado la burocracia en la concesión de licencia para el
ejercicio de las actividades en la alimentación, excepto en los
bares y recreación. Ahora se concede con previa aprobación de los
grupos multidisciplinarios en los territorios, que están integrados
por Planificación Física, Salud Pública, la Administración
Tributaria (ONAT), Trabajo, Higiene y Epidemiología, y Turismo. Una
burocracia que alarga los procesos y los complica notablemente. Y que
además genera notables asimetrías, por cuanto la carga de
regulación y control que recae sobre los privados, nadie la observa
sobre los establecimientos estatales, que se caen a pedazos o no
soportan la mugre del paso del tiempo.
Tercero, otro
aspecto controvertido ha sido la apertura de las llamadas cuentas
bancarias fiscales. De acuerdo con la información aportada por el
Banco Central de Cuba, en diciembre se habían abierto solamente
10.763 cuentas bancarias fiscales por quienes están obligados a
operar este tipo de cuentas. El 73% de las cuentas pertenece a
arrendadores de viviendas, habitaciones y espacios. Los datos no se
pueden valorar, pero es obvio que la medida no ha sido aceptada de
buen grado, lo que ha obligado a las autoridades a reforzar las
inspecciones.
Cuarto, los
trabajadores por cuenta propia piden más flexibilidad en horarios,
servicios, actividades; reclaman mayor rapidez en los trámites
burocráticos sobre todo por parte de las autoridades municipales;
que se corrijan las irregularidades que se advierten en numerosas
actividades, en particular disposiciones que se exigen para
determinadas actividades que no están contenidas en las normas que
regulan las mismas, lo que se interpreta como arbitrariedades de las
autoridades. Existe igualmente reclamos en favor de mercados
mayoristas bien surtidos y a precios módicos que permitan dar
servicios adecuados a los clientes. Como han destacado las
autoridades, los trabajadores por cuenta propia cumplen las normas de
contratación y de formalización de relaciones laborales
garantizando lo establecido en el código de trabajo.
Finalmente, existe
un acuerdo bastante generalizado entre los trabajadores por cuenta
propia que desde el pasado mes de diciembre el control ha aumentado
notablemente, y en ello parece que tiene una influencia determinante
la atribución a los consejos de administración provinciales y
locales de las tareas de vigilancia, que ejercen su actividad a
partir de las directrices establecidas desde los ministerios. A
resultas de ello, al cierre de diciembre se impusieron 793 medidas
por incumplimiento de la legislación. De ese total, 610 fueron
notificaciones preventivas y 183 multas, el 18% por ejercer de manera
ilegal.
Más control, más
impuestos, más cuentas bancarias fiscales y más represión puede
tener un resultado imprevisible sobre un sector que está naciendo
con muchas dificultades.
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