Raúl Castro, Cuba y el "gerolán"
Elías Amor Bravo, economista
Granma nos obsequia este 31 de diciembre del nefasto
2020 con una Nota testimonio de Raúl Castro publicada en el libro "El
pueblo cubano", de la colección La naturaleza y el hombre, de Antonio Núñez
Jiménez.
Desconozco si con ello quieren convertir a Raúl Castro,
como hicieron con su hermano en los últimos años de su vida, en autor de
reflexiones en el espacio privilegiado del diario oficial del régimen comunista.
Si esto es así, bienvenido sea el escritor Raúl Castro, al menos así nos podemos
enterar de lo que piensa, de lo que cree y de aquello que le ha llevado a vivir
la vida que ha tenido.
El artículo titulado “Cuando me enteré de la caída
del régimen de Batista” incorpora una instantánea del joven Raúl entrando al cuartel Moncada solo con su
escolta, donde parece conversar con el coronel Rego Rubido, jefe de la plaza
militar de Santiago de Cuba.
Y después de narrar los hechos, las batallitas, con
la simpática referencia al “gerolán”[1], por
cierto bastante conocidos, porque han sido referido tantas veces por la historiografía castrista que ya
aburren, el articulo entra en una descripción de la situación de Cuba que califica de “panorama
desolador” que situaba a la Isla entre los países más pobres del mundo. Y esto lo hacen con numerosos indicadores que parecen sacados del "Guinness Book of récords" del castrismo.
Precisamente en este punto es donde, o la memoria le falla a Raúl
Castro, o ha querido olvidar aquellos tiempos anteriores a 1959, que el tuvo la
suerte de vivir en Cuba. A veces la memoria desaparece, o tiende a ensombrecer hechos
ocurridos tiempo atrás por una grave enfermedad. En otras ocasiones, las pasiones oscurecen o distorsionan tiempos
vividos en el pasado, básicamente porque algo ocurrió que se queda grabado en el
subconsciente e impide la visión objetiva. Cualquiera que sea la dolencia, de lo
que no cabe duda es que si Cuba hubiera sido en 1959, tal como la describe Raúl Castro, lo
más probable es que ni él, ni su hermano y todos aquellos que se hicieron con
el poder para no devolverlo jamás a la sociedad cubana, habrían existido. Y se
puede demostrar.
No voy a aburrir a los lectores con los datos. Valgan algunos. Por ejemplo, Raúl dice que “la enseñanza media y
superior estaba reservada solo para una minoría”, vaya, entonces él y su
hermano formaban parte de este selecto grupo de estudiantes que en Cuba podían
escapar de una vida “miserable”. Él y su hermano, y la mayoría de los rebeldes
no estaban en ese 23,6% de analfabetos, o en el millón que no sabían leer o
escribir. Habían ido a la escuela, a diferencia de ese 45% de niños que según Raúl
Castro no asistían a las escuelas; es más,
tampoco formaban parte de ese 6% de niños que en la escuela pública conseguían
graduarse. Por supuesto que no, ellos iban a colegios religiosos de La Habana,
de altos precios y educación elitista, a los que solo iban los "privilegiados".
No creo conveniente seguir citando las cifras que
Raúl Castro ofrece sobre su presunta distorsión de la realidad de la historia. El lector interesado
puede acudir a la edición de Granma y sacar sus propias conclusiones.
Lo que sí que creo conveniente en este último post
del blog en 2020, que ya cumple sus primeros diez años con la amable aceptación
de los lectores que siguen sus contenidos, es explicar a Raúl Castro por qué se
equivoca en su descripción de la realidad.
En ese falso espantajo que él recuerda y describe, habría sido
imposible para Cuba alcanzar un PIB per cápita superior al de España o Italia en aquellos
años y tener más de medio millón de solicitudes de visado de nacionales de estos países para realizar su sueño cubano. Tampoco se habría conseguido tener una moneda, el peso cubano, en la paridad
de cambio con el dólar, fruto de la competitividad de un sector exportador que
combinaba ser la primera potencia mundial en azúcar, con el desarrollo de otras
actividades del sector servicios, en los que Cuba tenía un claro liderazgo
mundial, como la televisión.
Con la Cuba descrita por Raúl Castro no habría sido posible contar con generaciones de profesionales que iban aportando sus conocimientos al país, para su desarrollo y modernización acelerada. El sector agropecuario cubano producía de sobra para alimentar a la población, los mercados y bodegas estaban bien surtidos, las colas o la cartilla de racionamiento eran impensables, y la población disfrutaba de libertad de elección.
Los niveles de motorización se aproximaban a los de Estados Unidos
y el turismo empezaba a despuntar como actividad económica. Había servicios
médicos y educativos por todo el país, a los que tenía acceso la población, tanto públicos como
privados, para que se pudiera elegir con libertad, y los cubanos tenían
depósitos bancarios, planes de pensiones y de jubilación, patrimonio físico y
económico, construido con el esfuerzo y trabajo de varias generaciones.
Raúl Castro vivió aquellos años y se benefició de esa sociedad vibrante que, en lo político, no deseaba un régimen como el de Batista, sino que aspiraba a una sociedad democrática, plural y libre, como las que empezaban a aparecen en Europa en aquellos años de la guerra fría. Una sociedad con instituciones avanzadas para su tiempo, con un nivel de gobernanza relativamente avanzado con respecto a otros países, que aspiraba a progresar y alcanzar niveles de calidad de vida crecientes.
La
historia sin embargo no quiso que fuera así. Raúl Castro, su hermano y aquel grupo de revolucionarios tuvo mucho que ver con ese parón histórico a la nación. Y por eso 62 años después, a partir
de mañana día 1 de enero, cuando entre en vigor la enésima de las reformas
económicas castristas, la Tarea ordenamiento, los cubanos seguirán pensando en
cómo resolver para poder hacer con garantías una comida al día o como conseguir
desodorante o productos de limpieza en alguna cola desconocida. Los cubanos que quedan de antes de 1959 saben que el país está mucho peor que entonces. No tiene sentido ir contra la memoria histórica, porque las piedras que se lanzan hacia arriba, en algún momento vuelven a caer.
Por mucho que Raúl Castro se empeñe en distorsionar
la realidad, la existencia sin libertad, sin respeto a los derechos políticos y
dependiendo de las migajas del estado omnipotente, es el día a día de la Cuba
que él y su generación dejan para el futuro. Los que desaparecieron en 1959
habían construido una sociedad con dificultades, por supuesto que sí, pero notablemente
mejor que la actual, y cualquier contraste no admite discusión.
Insisto, aunque los datos del artículo que regala
Raúl Castro no sirven para entender qué era realmente Cuba en 1959, las “batallitas del abuelo y la referencia al gerolán”
merecen dedicarle unos minutos. En estas cuestiones no se va a discutir, porque no merece
la pena. Le dejo a su memoria distorsionada las batallitas para entretenimiento
de aburridos. Quién ha tenido la opción de dirigir el gobierno y haber
adoptado medidas concretas, y necesarias para mejorar una economía y sociedad, y
simplemente no lo hace o lo que es peor, no es capaz de hacerlo, debe asumir que algún día la historia lo olvidará porque su legado no sirve de nada. Por mucho
que se empeñen los corifeos y palmeros, esto es lo que está ocurriendo con su hermano, Fidel,
que honestamente dejó el país mucho peor que Raúl.
[1] El gerolán era una medicina reconstituyente para viejos, y los soldados le dicen así al sobresueldo o gratificación que les pagaban en campaña
Sr Bravo,que tristeza y frustración,tan profunda,me embarga al leer su exposición acerca de la Cuba República.Aquella Cuba feliz,prospera y vibrante,cómo UD acertadamente la define.Hoy,casi en el final del camino,me asiste cierta conformidad al constatar que la victoria de está pandilla de cobardes y asesinos,no fue el resultado de su acción militar o revolucionaria,sino,más bien,el resultado de los traidores de fila,la subversión de la izquierda internacional y, muy especialmente,la participación Del Estado Profundo Norteamericano.Fue muy abrumadora la jauría de sanguinarios depredadores que conspiraron contra la existencia de esa incipiente republica.De otro modo, sólo con la acción valerosa de Los Escambrayeros hubiera sido suficiente para arrebatarle el poder al Castrocomunismo pero el Determinismo geopolítico,sello nuestro infortunado destino.
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