Produciendo "papitas fritas" en la economía castrista: una gran gesta revolucionaria
Elías Amor Bravo,
economista
Ahora vamos a fabricar "papitas fritas". Mañana, ya se verá. El nivel de improvisación de los cambios
que se están introduciendo en la economía castrista en los últimos meses es tan
elevado que en Granma, el diario oficial del régimen, se hacen eco de “la
actividad de una industria de papita frita” y a ello le dedican un artículo.
Se trata de la empresa
“Bravitas” que se encuentra a 50 kilómetros de Cienfuegos, junto a la extensión
agrícola de Abreus. La empresa fue inaugurada hace diez años, y desde entonces
parecía encontrarse en ese limbo de ineficiencia en que la economía castrista
arrastra a la mayor parte de la capacidad productiva. Esta empresa merece la
atención de Granma porque supone, y cito textualmente, “desarrollar en el país
el deficitario renglón, bajo la perspectiva de una industria cercana a la
agricultura”. Yo creo que lo que más llama la atención es que produzcan papitas
fritas. Pero, ¿se comen realmente los cubanos esas papitas? No lo creo.
La administradora de esta
empresa, por supuesto estatal, doña Aleyda Rielo Cordero, se muestra asombrada
por lo que dice de “crear y desarrollar una industria de la papa frita, justo
en las áreas de este municipio donde la cultivan”. Increíble, pero cierto. En
el régimen castrista, se asombran por producir papitas fritas, utilizando la
materia prima cercana, y además, conseguir que lleguen a los consumidores “frescas,
de la mejor calidad,” a la vez que “la producción es continua, porque cuando no
es temporada son guardadas en frigoríficos”. Ese objetivo de que las
manufacturas se sitúen cerca de los mercados de materias primas parece sorprender
en la economía castrista.
Algo tan sencillo como
producir papas fritas merece la consideración de Granma.
No es una cuestión
baladí. Que se preste atención a una industria tan rudimentaria en las
economías de mercado, es un ejemplo del nivel de atraso productivo de la
economía castrista, donde los “cañones” siempre han desplazado a la
“mantequilla” de los planes de la autoridad central que rige los destinos de
esa economía altamente improductiva e ineficiente.
Porque realmente, alguien
piensa que a Fidel o Raúl Castro le interese que las papas que se utilizan en
esta empresa procedan de la Empresa de Cultivos Varios Horquita, del Ministerio
de la Agricultura y que se conserven en frío determinadas cantidades para
mantener durante todo el año las fritas. Impensable. Ellos son de otro mundo.
Han estado más de medio siglo preocupados por una inminente invasión procedente
de Estados Unidos que, evidentemente, solo se encontraba en sus peores
pesadillas. Y de paso, se desentendían de las necesidades básicas de los
cubanos, y de las papitas fritas.
¿Qué más da? Se preguntarían
ellos. Al final tienen una libreta de racionamiento que les proporciona al
menos unas cuantas migajas para sobrevivir, al final “el buen revolucionario se
alimenta de sueños y de espíritu. No tiene por qué comer papitas fritas”.
Aquellos que piensen que
este artículo de Granma significa que en el régimen castrista se están
produciendo cambios reales en la economía. Se equivocan.
Maquillaje y además muy
superficial. Del que se borra rápidamente, como esta empresa que al parecer ha
sido montada con tecnología de punta “de hace diez años, como si en este sector
no hubiera que invertir en innovación continuamente. Conozco empresas de este
sector que año tras año renuevan la maquinaria industrial, los sistemas de
aprovisionamiento y los mecanismos de comercialización. Y algunas de ellas
eficientemente dirigidas por cubanos.
Al final, el artículo de
Granma convierte en un logro para “Bravitas” el convertirse en proveedor de
papitas fritas a la red hotelera nacional, con unos ingresos por ese concepto de
400 mil CUC. Nada más y nada menos.
La empresa tiene una plantilla de siete
trabajadores, no está mal. Sus ingresos, al parecer, se fijan en función de los
resultados del trabajo. En un mercado en crecimiento, “Bravitas” podría tener
éxito satisfaciendo las necesidades de consumo de los cubanos, pero su
especialización al sector hotelero, debe dejar poco espacio para la población.
Más de lo mismo.
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