La etapa más difícil de la actualización del modelo económico
Elías
Amor Bravo, economista
Miguel
Díaz-Canel ha señalado en un encuentro con religiosos, que "ahora viene la etapa más difícil de la
actualización del modelo económico".
Y
ello lo justifica porque llega el momento de realizar tres grandes objetivos, a
saber, “eliminar
las dualidades monetaria y cambiaria; la reforma salarial y de
precios, y hacer eficiente la empresa estatal socialista".
Estoy
de acuerdo. No es fácil atender a los tres de forma simultánea con
el aparato de intervención estatal y política económica que posee
el castrismo. Le resultaría más fácil deshacerse de ese pesado
lastre, y apostar por un nuevo modelo económico equiparable al que
existe en el resto de países: derechos de propiedad y mercado como
instrumento de asignación de recursos.
Pero
no lo hará. Y por ello, el fracaso está anunciado. Vamos a explicar
por qué.
Eliminar
la dualidad monetaria y cambiaria no es posible sin un instrumento
bien definido de política monetaria capaz de controlar el
crecimiento del dinero y evitar tensiones inesperadas de liquidez en
la economía, como las que generó la monetización del déficit en
pleno período especial. Como pensar en un Banco central
independiente del poder político es irreal en el régimen castrista,
es difícil que se pueda alcanzar este objetivo sin causar graves
problemas a la economía.
Por ejemplo, ¿por dónde van a comenzar?
¿Tal vez por las empresas que todavía funcionan obligatoriamente en
pesos? ¿Van a establecer un período transitorio para la supresión
de la moneda convertible, o lo harán de golpe? ¿Permanecerá el
peso cubano al final del proceso? ¿Existirá suficiente numerario
para atender los nuevos precios que resulten de la equiparación
monetaria? Ya lo hemos expuesto en varias ocasiones. Sin una economía
libre de ataduras, con empresas privadas a pleno funcionamiento y
capacidad de ahorro y acumulación de rentas y beneficios, la
supresión de la dualidad monetaria puede ser un caos. Es decir, un giro de 180º.
La
reforma salarial y de precios es otro gran reto difícil de acometer
con las estructuras seudoestalinistas que persisten en la economía
castrista. Es cierto que se ha anunciado hace poco tiempo una especie de “fuero del
trabajo”, cuyo contenido causa cuando menos sorpresa, al sentar las
bases de una "economía de obreros" en la que la explotación está
a la orden del día. Tiempo habrá de comentar esa nueva reforma que,
previsiblemente, cambiará mucho porque los Castro no se van a
retratar después de 55 años con ese modelo.
Como hemos venido indicando desde hace tiempo, la revisión de
salarios y precios depende una vez más de la liberalización
económica, de la supresión de trabas, de la libre movilidad de
factores y de la retribución competitiva de beneficios y trabajo. Es
decir, un giro de 180º en las estructuras de funcionamiento de la
economía.
Y por último, hacer eficiente la empresa socialista. Esto más que un reto puede
ser un dolor de cabeza y un sufrimiento para algo imposible. ¿Es que
no se han percatado que la empresa socialista, incluso en condiciones
de monopolio y sin rivales, es un foco de improductividad? Gran parte
de los problemas que atenazan a la economía castrista tienen su
origen en el peso abrumador de estas empresas en el total cuyo cierre es la única garantía de liberar recursos y subvenciones que se podrían destinar a otras actividades más competitivas y necesarias para la población. Si en vez
de ese conglomerado de ineficiencia político militar, existieran
empresas privadas competitivas, y no esos pobres timbiriches a los
que se deja jugar para exprimir con impuestos y otras tasas, bien
diferente serían las cosas. Otro giro de 180º.
Así
que, manos a la obra. La tarea es formidable, y no tendrá éxito sin
un cambio radical de la economía. ¿Estará Díaz Canel preparado
para ello? ¿Le dejarán hacerlo?
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