Los transportes tampoco están funcionando de forma adecuada

Elías Amor Bravo, economista

Uno de los sectores de la economía castrista que muestran un peor nivel de ejecución es el de transportes. No lo digo yo, lo informa Granma en un magnífico artículo de Maylin Guerrero titulado “Las mismas demoras de siempre”, en el que se brindan informaciones suficientes para llegar a esta conclusión.

De antemano, las ineficiencias del transporte en la economía castrista tienen su origen en el sistema de planificación central que, a todas luces, se muestra incapaz de cumplir los objetivos fijados para las cargas de transporte del país. Según la planificación central, el Ministerio de Transporte (MITRANS) y sus empresas dependientes debían participar en el 67% del tráfico de cargas producido en el primer semestre. Sin embargo, como se señala en el artículo, “la realidad indica que al cierre del semestre el MITRANS solo había participado en el 55,8% del tráfico producido en la nación.

¿Por qué se producen estos incumplimientos en la planificación? ¿Cómo pueden ocurrir estos resultados en una economía que lleva más de medio siglo sometida a un sistema de planificación central de la actividad de todos los agentes que, además, no tienen capacidad jurídica para desarrollar las actividades por cuenta propia al negarse el derecho a la propiedad privada?

En el artículo se indican dos factores para justificar la pésima ejecución.

Por un lado, la existencia de “incomprensiones y falta de apoyo de los organismos a la hora de traspasar sus cargas a las empresas del MITRANS especializadas en transportación” cuestión que parece poco razonable si se toma en consideración la limitada oferta alternativa existente.

Por otro lado, “las demoras innecesarias en las operaciones de carga y descarga de mercancías, funcionen con la eficiencia requerida lo que impide el uso racional de los recursos”.

Lo mejor de todo esto es que ni los Lineamientos 270 y 276 sirven para nada. La actualización de la economía castrista no es un proceso que se pueda resolver con un enunciado genérico de medidas más o menos deshilvanadas, sino que debe ser el resultado de una profunda transformación estructural que incida en las estructuras jurídicas y de ahí en el comportamiento de los agentes económicos.

Vayamos por partes. ¿Es que nadie se ha preguntado, en los organismos de planificación central de la economía castrista, por qué se producen demoras en las operaciones de carga y descarga de los camiones y medios de transporte? Si éste es un aspecto que afecta de forma negativa al sector, procédase a su corrección. No es difícil. Páguese más y mejor a los trabajadores, organícese la actividad por medio de empresas privadas competitivas que tengan que obtener rentabilidad, y ya verán. Los camiones circularán más rápido, con más seguridad, harán más viajes y se moverá mucha más carga y de forma más eficiente. Puede que, incluso, se transporte más volumen de mercancías por este procedimiento que el previsto o planificado.

Y si estas demoras se producen en los centros de distribución, como consecuencia de una deficiente organización del trabajo o la inexistencia de condiciones para la descarga, más fácil aún. Reordenen las tareas, distribuyan las cargas de trabajo en distintos horarios y paguen en función del mismo. Las cosas irán mejor rápidamente.

Este mismo tipo de desórdenes organizativos afectaron igualmente al transporte por tren que, en la planificación central castrista “tenía que asumir 600 millones de toneladas de cargas que movían por carretera algunos organismos con sus propios medios”.

No puede funcionar una economía con este tipo de problemas. El transporte es una actividad vital para la eficiencia de un sistema económico ordenado y eficiente. En las economías avanzadas, la logística se ha convertido en una especialidad en continuo avance en las escuelas de formación de directivos y gerentes. En el caso de la economía castrista, donde todo está planificado centralmente y donde las empresas dependen de un único dueño, el estado, este tipo de desórdenes resultan incomprensibles, y sin embargo están ahí, causan un efecto muy negativo y son consecuencia de un modelo que debe ser abandonado cuanto antes, y que carece de futuro.

No es posible actualizar socialismo ni comunismo alguno, mientras que no se transporten fertilizantes a la agricultura, cemento a los que construyen o reforman viviendas, o no se retiren los sacos de sal almacenados sin criterio en las zonas de carga y descarga del transporte ferroviario, por citar ejemplos que aparecen en el artículo de Granma.


Entre tanto ministerio actuando y enredando por su cuenta y riesgo, y empresas estatales zombi cuyos intereses y modus operandi se contradicen con los del sector presupuestado, se ha creado una telaraña de incompetencia dominada por criterios burocráticos completamente alejados de la realidad. Hace bien Granma en descubrir este escenario ineficiente, que no se va a corregir con “Lineamientos” ni parches superficiales, porque la solución requiere cambios de 180º en la economía de la nación.

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