El círculo vicioso de la economía castrista visto desde un caso empresarial, HOLPLAST
Elías Amor Bravo, economista
Un buen ejemplo para reflexionar sobre por qué no funciona la economía
castrista. Veamos. Se trata de la “empresa estatal socialista” HOLPLAST que se
dedica a la “producción de tubos de polietileno
de alta densidad con destino a los programas para suministro de agua potable a
los asentamientos poblacionales y desarrollo de sistemas de riego en áreas
agrícolas”.
Interesante. Una “empresa estatal socialista”, así la
denominan, especializada en la fabricación de bienes intermedios, es decir, sus
productos no se dirigen directamente a los mercados de consumo, sino que se
destinan a otras transformaciones productivas que pueden finalmente ser
consumidas de forma directa o integradas en otros productos o servicios.
Su mercado es nacional, y a tenor de lo que se indica
en el artículo de Granma que la analiza, posee régimen de cuasi monopolio, por
cuanto sólo existe otra empresa similar, la fábrica HIDROPLAST de La Habana. De
modo que en el diseño de la planificación estatal socialista de estas empresas,
“si una se detiene por complicaciones técnicas, la otra continúa”.
Qué sorprendente. El artículo de Granma se dedica a
describir con detalle las características de esta empresa radicada en Holguín,
prestando especial atención a aspectos técnico productivos, como los
porcentajes de rechazo, la formación destinada a los trabajadores, la
organización de la producción interna en planta, los acopios de materia prima
para la fabricación y un largo etcétera de consideraciones que, en principio,
nos deberían llevar a pensar en el éxito de este tipo de “empresa estatal
socialista”.
Tan sólo al final del artículo se
presta atención a los problemas. Ciertamente graves. Según se señala de forma
expresa, “la amenaza que pende
sobre HOLPLAST debe llamar a capítulo a sus contrapartes para hallar vías que
eviten la acumulación de producciones terminadas. Al país le urge
"exorcizar" este mal demasiado frecuente en el entorno económico”.
Más interesante aún. ¿Llamar a las contrapartes?
Curioso, porque al parecer sólo existe una: el estado. A ver cómo se puede “exorcizar”
la falta de pedidos que produce la temida acumulación de inventarios, en un
país en el que el principal comprador de la “empresa estatal socialista”, es
precisamente su dueño, el mismo estado socialista, cuando se decide a realizar
inversiones públicas que utilicen esos productos de tubería.
De ese modo, estamos a las puertas de lo que se puede
considerar uno de los grandes fracasos de la economía castrista. Empresas que,
en principio, parecen funcionar de forma adecuada en los aspectos técnicos y
productivos, pueden tener graves problemas como consecuencia de la falta de
pedidos de quién además es su principal accionista, el estado.
Este tipo de desbarajuste entre decisiones
productivas e inversiones es un ejemplo de lo deficiente que es la
planificación central socialista. A pesar de tener todo el control de las
decisiones de los agentes económicos que operan en la economía, la burocracia
es incapaz de facilitar que los bienes intermedios salgan a su destino en los
plazos adecuados. Los efectos “linkage” (eslabonamiento) que estudian los economistas como algo
fundamental para el funcionamiento sano de las economías, se encuentran
prácticamente ausentes en la economía castrista.
Aquí ese desajuste entre decisiones de producción e
inversión y consumo no es un fenómeno nuevo. Ha existido desde que la llamada “revolución”
destruyó a comienzos de la década de los años 60 las bases de la economía de
mercado y derechos de propiedad que había venido funcionando de manera adecuada
desde los tiempos de la colonia. Y lo lamentable es que el modelo impuesto de
planificación estatal socialista, que funciona con decisiones centralizadas y
empresas monopolistas en la mayoría de sectores, se encuentra con estos desbarajustes
inconcebibles, como la acumulación de inventarios de HOLPLAST.
Entonces, ¿qué hacer? Es evidente que se pueden tomar
decisiones, tanto en el corto como en el medio plazo.
Por ejemplo, prueben a exportar. Si el producto es de
calidad y se adapta a las necesidades de los clientes, en este caso, otras
administraciones que se lancen a inversiones en el sector de las aguas
potables, o empresas agrícolas que apuesten por el regadío, en países vecinos, pueden
ser clientes B2B para HOLPLAST.
Los mercados son globales, y hora va siendo que la
economía castrista se abra al exterior y se olvide del embargo o del bloqueo,
que están precisamente en el origen de esta incapacidad de gestión general. Que
no saben exportar. No pasa nada. Firmen acuerdos de cooperación técnica y
comercial con empresas que den salida a los productos fabricados en la Isla, en
vez de lo contrario, que es la práctica más al uso en el régimen. Por
desgracia, en los Lineamientos nada se dice sobre esta opción. Pues eso.
Exploren. Seguro que otros países apreciarán la calidad de los productos de
HOLPLAST y se generarán mercados en el exterior que suplan el comportamiento
deficiente de las inversiones estatales en la Isla.
Una segunda opción es ayudar a los nuevos
arrendatarios de tierras. Al parecer, como se indica en el artículo, “la agricultura de Holguín no se ha llevado la parte
convenida para el Programa de Riego del municipio de Mayarí. Deben recoger el
producto, pero alegan que tienen dificultades con el transporte". Vaya.
Ahora nos encontramos ante otro de los problemas de la economía castrista que
hace algunos días tuve ocasión de exponer: el transporte.
En una economía donde los transportes
no funcionan, ni los alimentos producidos en el campo llegan a las ciudades, ni
los bienes intermedios se pueden integrar en los finales. Y aquí tenemos otro
ejemplo de la esencia del embargo. ¿Por qué los responsables de la
planificación central no resuelven este problema? ¿No sería mejor dejar el
sector de la distribución (transporte, almacenaje y logística) en manos
privadas y competitivas? ¿Por qué los bancos no otorgan préstamos a los
arrendatarios para las inversiones?
A medio plazo, las decisiones a adoptar son bien
conocidas. Cambiar el modelo. No ha funcionado, ni funcionará. No es posible
actualizar el socialismo, porque el punto de partida es simplemente, inútil,
inservible. No es muy difícil intuir cuál debe ser el camino, porque en
definitiva es devolver a Cuba a la sociedad occidental, y adoptar un modelo que
dio grandes éxitos a la República en su primer medio siglo de existencia, y que
ahora puede nuevamente ayudar a superar su notable atraso.
Estoy convencido que si HOLPLAST y su alter ego
habanero, HIDROPLAST estuvieran dirigidas por empresarios privados, que
actuaran según la lógica de la rentabilidad y el beneficio, las condiciones de
estas dos empresas no las llevarían a padecer esos temores a la acumulación de
inventarios por los incumplimientos del sistema. Las decisiones privadas se
rigen por los precios, la competitividad y la eficiencia económica, variables
que, por desgracia, no aparecen en el cuadro de valores de la planificación
burocrática del régimen castrista. Así, que, pónganse a trabajar.
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