El régimen anuncia reformas en la comercialización agrícola: ¿servirán para algo?
Elías Amor Bravo, economista
Conseguir
que la agricultura crezca, aumente sus dimensiones y mejore los
niveles de autoabastecimiento de la economía castrista, no es una
tarea fácil, y las autoridades del régimen se han propuesto
conseguirlo.
Desde
hace algún tiempo, se han dado cuenta que el control ejercido por
las cooperativas de la venta de productos agrícolas a los
establecimientos turísticos, no hacía más que entorpecer la
actividad de los pequeños arrendatarios, que están siendo
especialmente eficientes en su capacidad para crecer y mejorar la
producción.
Hay
mucho que hacer en materia de comercialización para que la economía
castrista supere las trabas que la estrangulan. Ir “tapando
agujeros” puede ser una solución, pero no es la mejor. Los
llamados “revolucionarios” destruyeron hace más de medio siglo
la compleja red logística y de distribución que se había
consolidado en la economía cubana. Las confiscaciones y robos de la
propiedad supusieron la desaparición del activo comercial privado
existente en el país, que nunca más se volvió a recuperar como
consecuencia del modelo de base estalinista impuesto por las
autoridades.
Ahora,
más de 50 años después, los que dirigen la economía castrista se
han dado cuenta del grave daño provocado por aquella destrucción de
la actividad privada emprendedora, y autorizan tímidos cambios que
lo único que hacen es intentar ganar tiempo, como sea, para evitar
lo que es inevitable, que es el retorno de la economía cubana a la
ortodoxia del mercado como instrumento de asignación de recursos y
los derechos de propiedad garantizados para todos.
El
próximo 21 de septiembre, los pequeños agricultores arrendatarios
en usufructo, podrán vender sus producciones a las empresas
turísticas. Lo podrán hacer libremente, sin la odiosa interferencia
de las cooperativas, controladas en su mayoría por el partido
comunista. Como si una economía productiva y eficiente se pudiera
construir por medio de leyes y normas, el castrismo anuncia
Resoluciones
de los ministerios de la Agricultura, Turismo, y Finanzas y Precios,
en la Gaceta Oficial Extraordinaria no. 24, para
la
implementación del lineamiento 183, “dirigido
a
la transformación del sistema de acopio y la comercialización de
las producciones agropecuarias mediante mecanismos de gestión cada
vez más ágiles que simplifiquen los vínculos entre la producción
primaria y el consumidor final”.
La
nueva “liberalización” comercial castrista va acompañada de un
aumento en la lista de productos aprobados para la venta en el 2011,
añadiéndose flores frescas, plantas ornamentales, especies y
condimentos secos, huevos de gallina y de codorniz, arreglos florales
y servicios de jardinería. Antes solo podían comercializarse
productos agrícolas no industrializados, arroz y carbón vegetal.
Siguen existiendo restricciones para la mayor parte de la
producciones, lo que indica el carácter parcial y asimétrico de
esta reforma.
Por
último, los agricultores que opten por estas fórmulas de venta de
sus productos, podrán abrir cuentas corrientes en pesos cubanos en
los bancos comerciales. Al parecer además de garantizar los vínculos
directos entre las entidades turísticas y los agricultores pequeños,
las autoridades del régimen quieren conocer de forma estrecha cuál
es el importe de estas transacciones “libres”, asegurando así
que no se produzca el temido proceso de enriquecimiento que sigue
siendo un estigma para el castrismo.
Nada
sale gratis. Y así, a partir de ahora, los bancos donde se realicen
estas operaciones financieras deberán retener el 5% del valor de las
ventas en pesos cubanos, una especie de tributo similar al llamado
impuesto sobre los ingresos personales, de última hora, que pone de
manifiesto la urgente necesidad que tiene el régimen de conseguir
recursos financieros para evitar la bancarrota del estado. Los bancos
como agencias tributarias. Lo nunca visto. Más confianza y
credibilidad al sistema. Además, sorprende esta decisión cuando
hace algunos meses habían dicho que no iban a recargar a los nuevos
cuenta propistas con más impuestos. Cuando la necesidad aprieta, ya
se sabe.
Si
el turismo se convierte en un motor de la producción agrícola, y
los pequeños arrendatarios se lanzan a atender sus demandas, ¿qué
pasará con el resto de la población? SI el estado a través de
acopio fuera eficiente en el suministro de alimentos,
tal vez las preocupaciones serían inexistentes. Lo único que puede ocurrir ante una oferta rígida es el aumento de los precios en espiral. Conocida es la
incapacidad del régimen para abastecer con el aparato estatal a la
población, y sobre todo, no van a permitir que los nuevos arrendatarios vean incrementadas sus superficies.
Sombras oscuras aparecen en el horizonte, si no se
otorgan estímulos a los productores no sólo para comercializar,
sino para producir más, hacer crecer sus tierras y decidir
libremente qué producir y cuánto. Este es un indicador sencillo de
por dónde deben ir los cambios de 180º que necesita la economía
castrista. Los “parches” de los Lineamientos ya no sirven.
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