Negociaciones de la Unión Europea con la dictadura castrista
Elías Amor Bravo, economista
Finalmente, los ministros de Exteriores de la Unión Europea han aprobado esta mañana autorizar a la Comisión Europea y la Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Catherine Ashton, a iniciar negociaciones con la dictadura militar comunista de Cuba para firmar un acuerdo político que normalice las relaciones entre ambas partes.
Es la primera vez que se produce un acontecimiento de estas características. No es frecuente que la Unión Europea, uno de los espacios de libertad y democracia más sólidos del mundo, se avenga al diálogo con regímenes despreciables que someten a sus ciudadanos a la represión, y que imponen un único modelo de estado y partido, en el que no existe posibilidad alguna de pluralismo político o pensamiento alternativo. Por no haber, ni siquiera se respetan los derechos económicos, con la prohibición de la propiedad privada y la penalización de la obtención de rentas. Nada que ver con el modelo social europeo. La distancia entre los sistemas políticos es tan grande que cuesta encontrar algún punto de referencia para empezar a dialogar.
Los que han aprobado este inicio de conversaciones también están dando un paso para enterrar la Posición Común, una fórmula puesta en marcha en 1996 a propuesta de José María Aznar, contra la que se puede estar más o menos de acuerdo, pero que ha servido para mantener a raya los desmanes del régimen castrista contra sus ciudadanos y evitar una deleznable institucionalización del poder político,aun cuando se haya simulado una especie de transición desde la retirada de la circulación del mayor de los Castro.
Es cierto que el comunicado supedita cualquier avance en el diálogo con La Habana a gestos que indiquen una apertura democrática del régimen castrista. Ya veremos cómo valoran en La Habana este tipo de mensajes. No son muy dados a recibir consejos ni orientaciones. Lo sabemos por experiencias anteriores, aunque tal vez, el alejamiento de Fidel Castro de la primera línea, suponga un cierto enfriamiento del lenguaje que suele emplear el castrismo hacia este tipo de mensajes o una mayor predisposición para negociar.
La decisión de esta mañana ha atravesado un largo período de tiempo. En noviembre de 2012 los ministros de Exteriores de la Unión Europea crearon un grupo de expertos para estudiar la idoneidad de del diálogo con la dictadura comunista para alcanzar un nuevo acuerdo político. Los países del este de Europa que evolucionaron desde ese régimen totalitario tras la caída del muro de Berlín hacia la democracia mostraron reticencias desde el primer momento. Ahora, al parecer, constatada una cierta voluntad negociadora por parte de Cuba, la Unión Europea se apresta al diálogo diplomático y político.
Sin duda, mucho ha llovido desde noviembre de 2012, cuando un ciudadano español veía como su infortunio se oscurecía cada vez más en la prisión de máxima seguridad de Cien y Aldabó. El gobierno de España en aquel momento propuso reorientar las negociaciones para tratar de encontrar una solución a un problema cada vez más complicado por la presión del régimen. Ahora la situación es bien distinta. Ya veremos como evolucionan los acontecimientos a partir de este momento.
Negociar con los Castro no es tarea fácil. Negociar con cualquier dictadura no lo es. Posiblemente, el régimen de La Habana acepte, si bien con cierto desagrado, la necesidad de dialogar con la Unión Europea sobre derechos humanos, pero no aceptará llevar a la práctica lo que interprete como imposición. Ese es su modelo. Ganar tiempo, aguantar como sea hasta que se produzca lo inevitable y Cuba evolucione realmente hacia estructuras políticas de libertad y pluralismo. El mandato simplemente autoriza a la Comisión y a la jefa de la diplomacia europea a comenzar negociaciones en nombre de la Unión para crear un "Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre la Unión Europea y sus Estados miembros, por una parte, y la República de Cuba, por otra". No se trata de un acuerdo de Libre Comercio o de ventaja comercial y se insiste que os avances concretos se encuentran condicionados a que Cuba no ofrezca señales de retroceso en materia de libertades y respeto de los derechos fundamentales.
Este acuerdo entre los responsables de la diplomacia europea parece indicar que hay un consenso entre los 28 según el cuál se considera necesario avanzar hacia una normalización en las relaciones con Cuba, con vistas a que este acuerdo sustituya completamente a la Posición Común en el futuro y dé pie a nuevas alianzas comerciales conforme la isla dé más muestras de apertura. El hecho que el ministro español García-Margallo, no haya viajado a Bruselas dice mucho en este terreno de acuerdo.
No queda más remedio que respetar la decisión de la Unión. Por supuesto que se puede estar en desacuerdo con ella, faltaría más. El rechazo de los movimientos opositores al régimen castrista, tanto fuera como dentro de la Isla, pone de manifiesto que el régimen tiene una baza para jugar, de un alto valor. No conviene olvidar que uno de los puntos destacados de la Posición común consistía en otorgar a los disidentes un trato especial en las embajadas de los países de la Unión en Cuba.
La Unión Europea defiende su decisión porque considera que un acuerdo de estas características "fortalecería la relación Unión-Cuba y aportaría un marco sólido para un diálogo constructivo y una mejora de la cooperación". Los Veintiocho creen que fomentará "eficazmente" los intereses y valores de la UE en Cuba y garantizará "la continuidad en los objetivos políticos de la UE, en particular el apoyo a las reformas y al proceso de modernización en curso, la promoción de los derechos humanos y de las libertades fundamentales así como el refuerzo de la cooperación para el desarrollo".
Se equivocan. A la cúpula de poder que dirige la dictadura militar de Cuba desde hace 55 años no le interesa este tipo de cuestiones. Fortalecida por el eventual respaldo de los países de América Latina con la CELAC, y firmando convenios de cooperación con Brasil o México, y ahora obteniendo de los rusos la cancelación de la deuda del Club de París, la dictadura castrista se encuentra de pronto con la Unión Europea que quiere establecer un diálogo para condicionar determinadas decisiones. ¿Qué creen ustedes que va a ocurrir? Yo no tendría grandes expectativas. El tiempo lo dirá, pero esto es una gran pérdida de tiempo y un gasto extra para los bolsillos de los ciudadanos de la Unión.
Finalmente, los ministros de Exteriores de la Unión Europea han aprobado esta mañana autorizar a la Comisión Europea y la Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Catherine Ashton, a iniciar negociaciones con la dictadura militar comunista de Cuba para firmar un acuerdo político que normalice las relaciones entre ambas partes.
Es la primera vez que se produce un acontecimiento de estas características. No es frecuente que la Unión Europea, uno de los espacios de libertad y democracia más sólidos del mundo, se avenga al diálogo con regímenes despreciables que someten a sus ciudadanos a la represión, y que imponen un único modelo de estado y partido, en el que no existe posibilidad alguna de pluralismo político o pensamiento alternativo. Por no haber, ni siquiera se respetan los derechos económicos, con la prohibición de la propiedad privada y la penalización de la obtención de rentas. Nada que ver con el modelo social europeo. La distancia entre los sistemas políticos es tan grande que cuesta encontrar algún punto de referencia para empezar a dialogar.
Los que han aprobado este inicio de conversaciones también están dando un paso para enterrar la Posición Común, una fórmula puesta en marcha en 1996 a propuesta de José María Aznar, contra la que se puede estar más o menos de acuerdo, pero que ha servido para mantener a raya los desmanes del régimen castrista contra sus ciudadanos y evitar una deleznable institucionalización del poder político,aun cuando se haya simulado una especie de transición desde la retirada de la circulación del mayor de los Castro.
Es cierto que el comunicado supedita cualquier avance en el diálogo con La Habana a gestos que indiquen una apertura democrática del régimen castrista. Ya veremos cómo valoran en La Habana este tipo de mensajes. No son muy dados a recibir consejos ni orientaciones. Lo sabemos por experiencias anteriores, aunque tal vez, el alejamiento de Fidel Castro de la primera línea, suponga un cierto enfriamiento del lenguaje que suele emplear el castrismo hacia este tipo de mensajes o una mayor predisposición para negociar.
La decisión de esta mañana ha atravesado un largo período de tiempo. En noviembre de 2012 los ministros de Exteriores de la Unión Europea crearon un grupo de expertos para estudiar la idoneidad de del diálogo con la dictadura comunista para alcanzar un nuevo acuerdo político. Los países del este de Europa que evolucionaron desde ese régimen totalitario tras la caída del muro de Berlín hacia la democracia mostraron reticencias desde el primer momento. Ahora, al parecer, constatada una cierta voluntad negociadora por parte de Cuba, la Unión Europea se apresta al diálogo diplomático y político.
Sin duda, mucho ha llovido desde noviembre de 2012, cuando un ciudadano español veía como su infortunio se oscurecía cada vez más en la prisión de máxima seguridad de Cien y Aldabó. El gobierno de España en aquel momento propuso reorientar las negociaciones para tratar de encontrar una solución a un problema cada vez más complicado por la presión del régimen. Ahora la situación es bien distinta. Ya veremos como evolucionan los acontecimientos a partir de este momento.
Negociar con los Castro no es tarea fácil. Negociar con cualquier dictadura no lo es. Posiblemente, el régimen de La Habana acepte, si bien con cierto desagrado, la necesidad de dialogar con la Unión Europea sobre derechos humanos, pero no aceptará llevar a la práctica lo que interprete como imposición. Ese es su modelo. Ganar tiempo, aguantar como sea hasta que se produzca lo inevitable y Cuba evolucione realmente hacia estructuras políticas de libertad y pluralismo. El mandato simplemente autoriza a la Comisión y a la jefa de la diplomacia europea a comenzar negociaciones en nombre de la Unión para crear un "Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación entre la Unión Europea y sus Estados miembros, por una parte, y la República de Cuba, por otra". No se trata de un acuerdo de Libre Comercio o de ventaja comercial y se insiste que os avances concretos se encuentran condicionados a que Cuba no ofrezca señales de retroceso en materia de libertades y respeto de los derechos fundamentales.
Este acuerdo entre los responsables de la diplomacia europea parece indicar que hay un consenso entre los 28 según el cuál se considera necesario avanzar hacia una normalización en las relaciones con Cuba, con vistas a que este acuerdo sustituya completamente a la Posición Común en el futuro y dé pie a nuevas alianzas comerciales conforme la isla dé más muestras de apertura. El hecho que el ministro español García-Margallo, no haya viajado a Bruselas dice mucho en este terreno de acuerdo.
No queda más remedio que respetar la decisión de la Unión. Por supuesto que se puede estar en desacuerdo con ella, faltaría más. El rechazo de los movimientos opositores al régimen castrista, tanto fuera como dentro de la Isla, pone de manifiesto que el régimen tiene una baza para jugar, de un alto valor. No conviene olvidar que uno de los puntos destacados de la Posición común consistía en otorgar a los disidentes un trato especial en las embajadas de los países de la Unión en Cuba.
La Unión Europea defiende su decisión porque considera que un acuerdo de estas características "fortalecería la relación Unión-Cuba y aportaría un marco sólido para un diálogo constructivo y una mejora de la cooperación". Los Veintiocho creen que fomentará "eficazmente" los intereses y valores de la UE en Cuba y garantizará "la continuidad en los objetivos políticos de la UE, en particular el apoyo a las reformas y al proceso de modernización en curso, la promoción de los derechos humanos y de las libertades fundamentales así como el refuerzo de la cooperación para el desarrollo".
Se equivocan. A la cúpula de poder que dirige la dictadura militar de Cuba desde hace 55 años no le interesa este tipo de cuestiones. Fortalecida por el eventual respaldo de los países de América Latina con la CELAC, y firmando convenios de cooperación con Brasil o México, y ahora obteniendo de los rusos la cancelación de la deuda del Club de París, la dictadura castrista se encuentra de pronto con la Unión Europea que quiere establecer un diálogo para condicionar determinadas decisiones. ¿Qué creen ustedes que va a ocurrir? Yo no tendría grandes expectativas. El tiempo lo dirá, pero esto es una gran pérdida de tiempo y un gasto extra para los bolsillos de los ciudadanos de la Unión.
Estimado Elías, a pesar que el acuerdo no trate temas comerciales, no dudo que detrás de esta decisión se encuentren intereses económicos. Por todos es sabido que está al llegar la revisión de la ley de inversión extranjera, y que países como Brasil o México están frotandose las manos. Si bien invertir en Cuba tiene grandes riesgos, también existen grandes potenciales y la UE no quiere que sus empresas queden perjudicadas por no existir una "normalización de relaciónes políticas".
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