Lo que no debe hacer el Presidente Obama (y II)

Elías Amor Bravo, economista


En un artículo anterior en este blog cuestioné la visión compartida por dos funcionarias del Minrex Ariadna Cornelio y Gretter Alfonso en un trabajo publicado en Gramma en el que ofrecen consejos al Presidente Obama sobre cómo “puentear” el embargo, que es una competencia del Congreso de los Estados Unidos.

En ese sentido, valoramos las expectativas creadas a partir del 17 de diciembre del 2014, cuando el Presidente de Es­tados Unidos anunció una serie de medidas para modificar la aplicación de determinadas regulaciones del bloqueo. Expectativas solo. La realidad es que el pueblo cubano sigue como siempre, tratando de “resolver” para llegar a fin de mes con uno de los salarios nominales más bajos del mundo, y los niveles de represión de cualquier actividad política se mantienen. Más tarde, cuando el 15 de enero del 2015, los Departamentos de Tesoro y Comercio publicaron las regulaciones administrativas para implementar las medidas anunciadas por el Presidente Obama se volvió a hablar de lo mismo, si bien las condiciones de vida del pueblo cubano ni han cambiado, ni cambiarán.

Entrando con más detalle en el artículo publicado en Gramma, las autoras sugieren algunas ideas.

Por ejemplo, en relación con los viajes, plantean que el Presidente permita servicios de ferry entre Estados Unidos y Cuba. ¿Por qué ferry y no aviones? Es evidente que han estimado una demanda potencial que no se corresponde con la realidad del mercado. En la sociedad moderna, el avión ha sustituido a cualquier otro tipo de transporte, y los ferry no harían otra cosa que limitar la salida de aquellas ciudades en las que se estableciera el servicio. No parece muy razonable, si se pretende estimular el turismo.

Igualmente, proponen eliminar el límite al valor de los productos que pueden ser importados desde Cuba por los viajeros estadounidenses que visitan nuestro país, para uso personal o como regalos. La pregunta es ¿para qué? ¿Es que acaso existen en Cuba artículos de tanto valor cuya compra justifique poder aumentar el poder de compra? Los turistas suelen comprar artículos de recuerdo, muchas veces de bajo precio. ¿Es que acaso se está pensando en algún tipo de comercialización ajena al gasto turístico habitual? Este es otro asunto que plantea no pocas dudas, tal y como ha sido formulado.

Otra de las propuestas, que se autorice a los aviones cubanos volar a Estados Unidos y que presten el servicio de transporte de viajeros entre los dos países no parece muy razonable si se piensa que los precios no son competitivos y que la oferta potencial está muy limitado, siendo mucho más interesante, si lo que se quiere son precios bajos, autorizar compañías competitivas e incluso servicios de vuelo por encargo.

En materia de comercio, proponen que se permita que Cuba importe desde terceros países productos que contengan más de un 10 % de componentes norteamericanos. Esta es una cuestión que plantea el problema de la trazabilidad del destino de esos productos,y la desconfianza hacia la utilización que pueda hacer de esos productos el régimen castrista a fines distintos de los previstos. No sería la primera vez. Las propuestas relativas a la autorización de las exportaciones a Cuba de otros productos estadounidenses y el permiso a las importaciones en EE.UU. de servicios o productos cubanos, incluyendo aquellos manufacturados en terceros países que contienen materias primas cu­banas como níquel o azúcar, dependerá realmente de las capacidades potenciales de recursos entre los dos países.

En relación a los servicios de salud no cabe duda que es un sector que tiene grandes perspectivas de desarrollo. El turismo de salud es uno de los segmentos de mercado más importantes conforme envejece la población. Para que los ciudadanos de EE.UU puedan recibir tratamientos médicos en Cuba, que se permita la exportación de medicinas y equipos médicos que puedan utilizarse en la producción de productos biotecnológicos cubanos, que se autoricen las ventas de materias primas que Cuba necesita para producir medicamentos para la población cubana y para otros países en desa­rrollo, y se autorice la comercialización en Estados Unidos de productos de la biotecnología cubana, como el Heberprot- P y el Nimotuzumab, anticuerpo monoclonal para tratar el cáncer de cabeza y cuello avanzados, hace falta que en Cuba, igualmente, se den los pasos necesarios para avanzar en la consolidación de estas actividades.

Y no parece que el régimen quiera asumir su parte del trato. ¿Qué es lo que se tiene que hacer? Libertad de empresa para los cubanos, capacidad para crear clínicas médicas como empresas privadas que oferten los servicios y que puedan establecer acuerdos y convenios con las empresas sanitarias y de seguros de Estados Unidos y del resto del mundo. ¿No pretenderá el régimen, a estas alturas de la historia, que las grandes compañías internacionales del sector médico y biotecnológico, tengan que hacer negocios con empresas estatales del partido único o monopolios cuyo único objetivo es la extracción de rentas? Libertad de empresa, ejercicio libre de profesión y de mercado en la sanidad, y no habrá inconveniente para que se alcancen estos objetivos.

En el ámbito del sector bancario y financiero, se proponen algunas modificaciones en varias regulaciones. Se pretende autorizar el uso del dólar estadounidense en las transacciones internacionales de Cuba, algo que lleva funcionando en la potente y consolidada economía informal cubana desde el período especial. Que se permita que las transacciones se realicen a través del sistema bancario de Estados Unidos cuando provengan de operaciones cubanas con terceros países y que se suspenda lo que califican de “política de persecución financiera contra la Isla”. También se propone la autorización a entidades cubanas (bancos, empresas, etc.) para abrir cuentas en bancos de Estados Unidos e instruir a los representantes de Estados Unidos en las instituciones financieras internacionales que no bloqueen el otorgamiento de créditos u otras facilidades financieras a Cuba.

Este tipo de medidas tropieza, una vez más, con la situación de la banca en Cuba, un sector de propiedad estatal, que actúa con prácticas y modelos de gestión que en nada se corresponden con los que existen en el resto del mundo. Ni la gente opera con cheques, ni se cobra por transferencia, ni mucho menos existen cajeros y tarjetas de crédito. Es una operatoria bancaria más propia de mediados del siglo pasado.

Además, no existe libertad de empresa en el sistema financiero cubano, ni otras formas alternativas a las estatales, a pesar de la autorización a las cooperativas a operar. Los cambios que se proponen deben llevar una contraparte en la liberalización y consolidación de un sistema bancario privado, en el que los bancos privados cubanos puedan negociar y establecer convenios con otros internacionales para fomentar el know how y la transferencia de tecnología. Trasladar las medidas antes expuestas al actual sistema bancario en Cuba sería un desastre.

Parafraseando a las autoras de este artículo, “el proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Cuba pasa necesariamente por el levantamiento del bloqueo que mantiene el régimen castrista con la economía y el pueblo cubano. Ese embargo o bloqueo del poder comunista constituye el mayor obstáculo para el despliegue de relaciones económicas, comerciales y financieras de Cuba con Estados Unidos y con cualquier otro país del mundo. Hasta en tanto ese bloqueo del régimen no desaparezca, lo que supone un giro de 180º en el actual sistema económico, seguirá existiendo un freno para el desarrollo de todas las potencialidades de la economía cubana”.

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