Las reformas comerciales, otra vía muerta

Elías Amor Bravo, economista

Uno de los problemas fundamentales que existe en la economía castrista es la baja calidad y el deficiente funcionamiento de las estructuras comerciales del país. No existen ni cadenas de valor, ni estructuras de distribución logística, ni mucho menos, tiendas especializadas que den servicios de proximidad a los clientes en condiciones similares a las de otros países. Al parecer quieren dar solución al problema con esa llave mágica llamada “Lineamientos” que en el número 308, apuesta por la “introducción de las formas no estatales de gestión en el comercio, en lo fundamental en los servicios gastronómicos, personales y técnicos de uso doméstico”.

Al final, se trata de eufemismos para no querer nombrar las cosas como son. Las “formas no estatales” pertenecen al ámbito de la gestión privada y dirección empresarial autónoma. Están más cerca del modelo de empresa privada que existe en todos los países en los que el modelo estalinista se ha abandonado o no se ha llevado a la práctica. En Cuba no queda más remedio que ponerse las pilas. Por otra parte, que la empresa privada solo opere en el ámbito de la gastronomía, servicios personales y técnicos, es poner un parche que no resuelve el problema. Una economía no es una pecera en la que los peces comen cuando el dueño les echa la comida. En una economía, la libertad es esencial para que los agentes puedan adoptar decisiones racionales en base a los precios, gustos y nivel de renta. Mientras en Cuba, eso no sea posible, nada cambiará.

Dura e ingente es la tarea que tiene la ministra del comercio Mary Blanca Ortega, si pretende ella que su estructura burocrática sea la que “prepare desde el punto de vista de todas las políticas y las normas que elaboramos nosotros y otros organismos, para de conjunto y a partir de dicha base legal, poder implementar ese Lineamiento”. Esa confianza ciega en el poder de la intervención estatal en los asuntos económicos, en algo tan sencillo como comer en un restaurante o arreglar un reloj estropeado, es uno de los múltiples ejemplos que explican por qué la economía castrista nunca ha funcionado.

La ministra dice, y cito textualmente, “que la aplicación de las nuevas formas de gestión en el comercio es un proceso que se va a llevar a cabo en todo el país durante aproximadamente dos años. Lo hemos previsto entre el 2015 y el 2016, y si resulta necesario hasta un año después porque estamos hablando de más de 10 000 unidades que tienen que transferir su gestión”.

La privatización de la actividad comercial no tiene tantas dificultades. De hecho, muchas de las nuevas formas de gestión han funcionado al margen del régimen durante décadas ofreciendo servicios a los ciudadanos que en otro ámbito, el estatal, era imposible de conseguir. Cualquier dilación en este proceso de necesaria libertad económica solo puede contribuir a que los cubanos sigan teniendo unos servicios comerciales de muy baja calidad comparados con los de otros países. Por ejemplo, si la ministra quiere de verdad elevar la calidad de los servicios, que deje que las empresas lo hagan. Ellas saben mejor que nadie lo que tienen que hacer para conseguir clientes satisfechos, sin necesidad de que ningún poder coercitivo les indique cómo funcionar. Por supuesto que existen unas normas que se deben establecer y cumplir, como ocurre en cualquier país del mundo, pero la facilidad del comercio para operar, en general, permite un rápido dinamismo de esta actividad.

Otro ejemplo, los niveles de competencia y cualificación. Sabe la ministra que en muchas empresas existe una formación no formal que se obtiene día a día con la práctica laboral. Esa es la que realmente vale para el mercado, y la que aprecian los clientes como un elemento de diversificación y de mejora de la calidad. De nada sirve en enredarse con normativas reguladoras del acceso a la profesión, que lo único que conducen es a dilatar un proceso que puede ser rápido. Tengo la sensación que una vez más, el régimen pretende que sólo unos cuantos puedan acceder a la libertad de actividad que existen en las empresas llamadas “formas no estatales”, en las que se puede obtener mayores salarios y condiciones laborales mucho mejores que en los aburridos empleos del sector presupuestado.

Otro aspecto fundamental a tener en cuenta es que de nada sirve que los restaurantes o las tiendas se pongan a vender comidas y productos a los cubanos, si más arriba no existen redes de distribución logística que aseguren un suministro continuado, de calidad y de precios competitivos. El régimen castrista en sus orígenes identificó a los “intermediarios” como el mal que se tenia que extinguir. Ahora quieren recuperar la figura, al comprobar que el estado no es capaz de mejorar la logística de distribución de los productos, sino que solo genera escasez y desconfianza.

Y para ello, se les ha ocurrido que las cooperativas de gastronomía podrán acceder a convertirse en las distribuidoras mayoristas de sus recursos: insumos o equipos para la prestación del servicio. Hay una máxima en la economía que es fundamental: zapatero a tus zapatos. Si una cooperativa, la que sea, gestiona una serie de restaurantes, lo que tiene que hacer es centrarse en el negocio de servir comidas y almuerzos de calidad. El espacio de la distribución debe dirigirse a otros que se especialicen muy bien en que los insumos lleguen en tiempo y calidad a sus destinatarios. El que mucho abarca, poco aprieta. Parece que el régimen haya diseñado las medidas para que los proyectos lejos de tener éxito, fracasen.

Y por supuesto, como centro de todo este nuevo sistema, aparece el estado. Nada nuevo. El ministerio de comercio en Cuba es responsable de la reparación de equipos electrodomésticos en una red de 600 talleres y sus puntos asociados existente en el país. ¿En qué país del mundo, un ministerio arregla zapatos, neveras obsoletas o cocinas de gas?

No conformes con ello, han establecido que aquellos talleres que pasen a las nuevas formas de gestión, es decir, que adopten la forma de gestión privada, tendrán que seguir dependiendo del estado para los insumos que utilicen. Aquí no existe espacio alguno para otros agentes. El control es máximo. A la vista de esta experiencia, ¿posibles mejoras? Ninguna.

No veo cambios sustanciales en estas medidas anunciadas por la ministra. Más bien, esa permanente obsesión del régimen con las “ilegalidades, irregularidades e indisciplinas” que quieren ver en cualquier proceso de libertad y apertura económica. Mientras la economía cubana siga siendo dirigida y controlada por el estado, será una economía castrista. Y ya sabemos lo que eso significa. 

Comentarios

  1. una via para incrementar la cadena de valor de la actividad comercial, seria la importacion directa por parte de la pequena y mediana propiedad de los insumos logisticos, pero esta opcion queda cerrada en el esquema estatal neocastrista, que se reserva el monopolio del comercio exterior. luego las ayudas directas prometidas por la administracion norteamericana y el saladrigas' group a los pequenos propietarios queda colapsada ipso facto. sin embargo, mediante los grupos familiares se establecen canales logisticos que amplian las fuentes de recursos que tradicionalmente emanaron de la corrupcion y el robo al estado. pero esto es supervivencia permitida, no desarrollo de expansivo de la actividad comercial donde se satisfacen las demandas de consumidores como factor de estimulacion economica. el regimen cubano apuesta por una reforma economica que tecnicamente puede ser calificada como un keynesianismo neocastrista.

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